El antiguo estadio de Wembley. EFE
25 años de la desaparición del viejo Wembley: el adiós a un templo que abrió la era de un nuevo modelo de mega estadios
La demolición del feudo británico marcó un punto de inflexión en la forma de construir estadios y el uso que se les dio.
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El 7 de octubre del año 2000 no fue una tarde cualquiera en Londres. El mítico estadio de Wembley acogía su último partido de fútbol antes de ser demolido, poniendo fin a 77 años de historia. Era el final de una época y el nacimiento de una nueva era.
El césped estaba mojado y las gradas, repletas. Inglaterra se enfrentó a Alemania en un duelo cargado de simbolismo y nostalgia. Los aficionados, conscientes de que vivían el último capítulo, entonaron cánticos con una emoción difícil de describir.
Dietmar Hamann, mediocentro teutón, marcó el último gol oficial en el viejo Wembley. Su disparo de falta directa se coló en la portería inglesa y sentenció el partido. Alemania vencía 0-1 y daba el último golpe en un estadio que también los vio caer en 1966.
Tras el pitido final, Kevin Keegan, seleccionador de Inglaterra, presentó su dimisión. La derrota no solo supuso el cierre del estadio, sino también el final de una etapa para el fútbol británico. La lluvia se mezcló en el aire con la tristeza de los presentes, sellando el adiós.
Wembley no era solo piedra, cemento y hierba. Inaugurado en 1923, acogió innumerables finales de la FA Cup, la final del Mundial de 1966 y Juegos Olímpicos. Se convirtió en el auténtico teatro de los sueños del fútbol inglés y mundial, verdadero referente para cualquier aficionado.
Pero el estadio iba mucho más allá del balón. En 1985, Wembley fue el escenario del legendario concierto Live Aid. Queen y Freddie Mercury ofrecieron allí una de las actuaciones más icónicas de la historia de la música ante miles de asistentes y una audiencia global de millones de personas.
Por su césped desfilaron también grandes boxeadores, como Henry Cooper y Cassius Clay, así como equipos de rugby disputando finales memorables. Míticos conciertos de Madonna, U2, Michael Jackson y Genesis hicieron de Wembley el mayor templo del entretenimiento británico durante casi ocho décadas.
Las dos torres blancas de Wembley, visibles a kilómetros de distancia, eran símbolo de la estabilidad y el poder de un estadio amado por generaciones. Su demolición, iniciada en 2002, supuso una herida visual y emocional en el paisaje y en la memoria colectiva de los londinenses.
Pionero del cambio
La decisión de demoler Wembley respondía a razones técnicas y de seguridad, pero también a una visión que buscaba adaptar el fútbol -y el espectáculo en general- a los desafíos del siglo XXI. El modelo de Coliseo multifuncional había nacido y transformaría la industria para siempre.
En su lugar se erigió el nuevo Wembley, inaugurado en 2007, con un diseño de Norman Foster que sustituyó las torres por un espectacular arco de 133 metros de altura, ahora el mayor icono del deporte británico. El estadio, multifuncional, marca la pauta en tecnología, seguridad y confort.
Imagen del nuevo Wembley. EFE
La revolución constructiva que inició Wembley fue replicada, primero en Inglaterra. El Arsenal abandonó el histórico Highbury y estrenó el Emirates Stadium en 2006, un campo de 60.000 asientos que también responde a la idea de centro de ocio, negocio y experiencia inmersiva para el aficionado.
El Mundial de Alemania 2006 supuso un nuevo salto. La reforma o reconstrucción total de estadios como el Allianz Arena en Múnich, con su fachada luminosa, marcó el camino para torneos y clubes. Alemania invirtió más de 1.500 millones de euros en renovar su patrimonio deportivo.
El Allianz Arena, estadio del Bayern de Múnich. FC Bayern Múnich
No solo Reino Unido y Alemania tomaron nota. En España, nuevos proyectos en el siglo XXI asumieron el reto de unir pasado y futuro. El Athletic Club levantó San Mamés sobre el solar del viejo estadio, inaugurando en 2013 un templo de acústica perfecta, tecnología puntera y arquitectura simbólica.
Un caso paradigmático fue el Atlético de Madrid. El club rojiblanco, tras décadas en el Vicente Calderón, estrenó en 2017 el Metropolitano, moderno fortín con capacidad para casi 70.000 personas, espacio para espectáculos y servicios que superan el marco tradicional del fútbol.
La modernidad inglesa alcanzó su cima con la inauguración en 2019 del Tottenham Hotspur Stadium. Más de 800 millones de libras dieron vida a un estadio con campo retráctil para NFL, bares y restaurantes temáticos, salas de eventos y una calidad audiovisual sin igual.
La tendencia de estadios multifuncionales se replica en la actualidad en campos como el nuevo Bernabéu. La espectacular reforma del estadio blanco, con cubierta retráctil y fachada LED, busca convertir Concha Espina en un recinto capaz de acoger fútbol, conciertos y acontecimientos globales.
Nuevos retos
La revolución arquitectónica, tecnológica y de negocio redefine el concepto de estadio: ya no son únicamente templos para diecisiete jornadas de liga. Ahora generan ingresos los 365 días del año, con actividades, museos, visitas y un papel relevante en el tejido económico de las grandes ciudades.
El papel social se ha ampliado. Muchos de estos nuevos escenarios apuestan, además, por la sostenibilidad ambiental y la inclusión, ofreciendo mejores accesos, eficiencia energética y respeto por el entorno, siguiendo una tendencia que resonará durante décadas en la industria.
El viejo Wembley fue pionero, sin proponérselo, de un modelo exportable: espacios donde deporte, cultura y espectáculo conviven bajo un mismo techo, rentabilizando cada metro cuadrado y reforzando su identidad como puntos de encuentro para toda la sociedad.
Veinticinco años después de aquel lluvioso 7 de octubre, el espíritu de Wembley pervive en el ADN de los nuevos estadios. El último adiós no fue un cierre, sino una puerta abierta a la modernidad, la experiencia total y la apuesta por el futuro global del entretenimiento deportivo.
El nuevo ciclo, iniciado con la demolición del viejo Wembley, ha consolidado la idea de que el estadio perfecto no es solo un lugar donde se juega: es un faro de ciudad, un motor económico, un centro cultural y el mayor espectáculo del siglo XXI.