Peter Lim, presidente del Valencia.

Peter Lim, presidente del Valencia.

Fútbol

La decadencia de un Valencia abocado a luchar por evitar el descenso: la planificación de Lim que condena al club

Los resultados en esta pretemporada definen la alarmante situación que vive el club: dos derrotas y dos empates contra equipos de Segunda División.

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El Valencia atraviesa la crisis más profunda de su historia centenaria. Desde su última participación en la Champions League en la temporada 2019-20, cuando fue eliminado por el Atalanta en octavos de final, el club che ha experimentado una caída libre que lo ha llevado de competir por títulos europeos a luchar por evitar el descenso a Segunda División.

La temporada pasada fue desastrosa y es que quedó marcada como la peor en su historia. Con apenas 10 puntos de 42 posibles tras 14 jornadas, el equipo registraba un balance demoledor de dos victorias, cuatro empates y ocho derrotas, superando negativamente incluso los peores registros de la temporada 1997-98.

Esta situación crítica llevó al club a ocupar posiciones de descenso durante 24 jornadas consecutivas, algo inédito en su historia. El cambio de entrenador a mediados de temporada, con la salida de Rubén Baraja y la llegada de Carlos Corberán en Navidad de 2024, logró enderezar parcialmente el rumbo.

El técnico valenciano consiguió que el equipo sumara 19 puntos en 12 partidos bajo su dirección, mejorando significativamente los números del primer tramo de temporada. Sin embargo, esta reacción no oculta la gravedad estructural de los problemas del club.

La política de gestión económica impuesta por Peter Lim y su holding Meriton se caracteriza por un modelo insostenible basado en la venta sistemática de los mejores jugadores sin reinversión proporcional.

La política de fichajes de Lim

Durante este mercado de verano, el Valencia ha ingresado 55 millones de euros por las ventas de Mamardashvili al Liverpool (30 millones), Mosquera al Arsenal (15 millones) y Yarek al PSV (10 millones).

Sin embargo, las únicas incorporaciones han sido la de Copete por 3,5 millones de euros procedente del Mallorca, Julen Agirrezabala cedido por el Athletic de Bilbao con opción de compra, y Dani Raba como agente libre tras finalizar su contrato con el Leganés.

Copete es presentado como nuevo jugador del Valencia.

Copete es presentado como nuevo jugador del Valencia. EFE

Esta desproporción entre ingresos y gastos refleja una estrategia que prioriza el saneamiento financiero a corto plazo sobre la competitividad deportiva. No obstante, esta estrategia no es nueva, puesto que cada año se repite la misma historia en la capital del Turia.

Uno de los aspectos más preocupantes de la gestión deportiva del Valencia bajo el mandato de Peter Lim es la improvisación constante en la planificación. Desde 2014, se han fichado 66 futbolistas, de los cuales 34 llegaron con el campeonato liguero ya iniciado.

Esta estadística demoledora evidencia una falta de previsión y estrategia que ha convertido cada temporada en una improvisación permanente, obligando a los entrenadores a trabajar con plantillas incompletas durante los primeros meses de competición.

La llegada de Ron Gourlay como nuevo CEO de Fútbol en mayo de 2024 despertó esperanzas entre la afición valencianista. El ejecutivo escocés, con experiencia en clubes como Chelsea, Manchester United y West Bromwich Albion, prometió públicamente "devolver al Valencia al lugar al que le corresponde: competir por los más altos objetivos, con una plantilla que refleje la identidad y el futuro del club".

Sin embargo, apenas un mes después de estas declaraciones, la realidad ha demostrado que las promesas de Gourlay se han topado con la política restrictiva de Peter Lim. El nuevo CEO no ha logrado modificar la estrategia de fichajes del club, limitándose a validar operaciones de bajo coste que no responden a un proyecto ambicioso.

Esta situación ha generado decepción tanto en la afición como en el propio Gourlay, quien esperaba un margen de maniobra que finalmente no se ha materializado.

Corberán, el salvavidas del proyecto

El Valencia se aferra una vez más a la figura de Carlos Corberán como tabla de salvación. El técnico de Cheste, que llegó en diciembre de 2024 tras pagar su cláusula de rescisión al West Bromwich Albion por casi tres millones de euros, se ha convertido en el único elemento positivo de un proyecto deportivo en decadencia.

Corberán ha demostrado ser el entrenador-revulsivo con mejores números de la Liga, superando los registros de otros técnicos que llegaron a equipos en crisis como Diego Martínez en Las Palmas o Coudet en el Alavés.

Carlos Corberán da instrucciones a sus jugadores durante el partido ante el Olympique de Marsella.

Carlos Corberán da instrucciones a sus jugadores durante el partido ante el Olympique de Marsella. EFE

Su capacidad para extraer rendimiento de una plantilla mermada y su conocimiento del fútbol inglés, adquirido durante su etapa como asistente de Marcelo Bielsa en el Leeds United, han sido claves para evitar el descenso.

Sin margen de maniobra

Las cuentas anuales del Valencia correspondientes al ejercicio 2023-24 revelan una situación financiera crítica que explica muchas de las decisiones deportivas.

El club destinó 39,8 millones de euros para hacer frente a su deuda financiera e intereses, lo que representa casi el 40% de sus ingresos anuales, cifrados en 99 millones de euros.

Esta asfixia estructural ha motivado acuerdos de refinanciación con Goldman Sachs y préstamos adicionales que hipotecan el futuro del club.

El fondo de maniobra negativo situado en 94,2 millones de euros y una deuda neta de 283 millones dibujan un panorama financiero que condiciona cualquier planificación deportiva ambiciosa.

La reducción de ingresos por derechos televisivos y competiciones europeas agrava aún más esta situación, creando un círculo vicioso de deterioro deportivo y económico.

Michael Murillo y Gayá luchan por el balón.

Michael Murillo y Gayá luchan por el balón. EFE

El Valencia CF se encuentra en una encrucijada histórica. La única certeza es que el objetivo prioritario para la temporada 2024-25 es evitar el segundo descenso de su historia, algo que parecía impensable hace apenas cinco años cuando el equipo competía en Champions League.

La distancia deportiva recorrida en tan poco tiempo refleja la magnitud de una crisis que trasciende lo meramente futbolístico.

La resistencia de Peter Lim a vender el club, pese a las constantes protestas de la afición y los malos resultados deportivos, mantiene al Valencia en una situación de incertidumbre permanente.

Un descenso vertiginoso

Sin una inversión significativa en la plantilla o un cambio de propiedad, el club che parece condenado a seguir navegando en aguas turbulentas, dependiendo exclusivamente del talento de entrenadores como Corberán y de la aparición esporádica de jugadores procedentes de su cantera.

La historia del Valencia CF en los últimos años se ha convertido en un caso de estudio sobre cómo la mala gestión puede llevar a la ruina deportiva a una institución centenaria.

Desde las alturas europeas hasta la lucha por la supervivencia en Primera División, el descenso ha sido tan vertiginoso como doloroso para una afición que merece mucho más que conformarse con evitar el descenso como única aspiración.