Lamine Yamal, tras la eliminación del Barça en la Champions League

Lamine Yamal, tras la eliminación del Barça en la Champions League Reuters

Fútbol

Ni el mejor Lamine Yamal salvó al Barça de morir en la orilla: la cruel debacle en Milán llegó por los males endémicos culés

Los de Flick firmaron una excelente remontada ante el Inter para acabar vencidos por lo de siempre: su inconsistencia defensiva.

Más información: El Barça reedita las pesadillas de las semis ante el Inter y se queda a un paso de la final en una eliminatoria histórica

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El Barça fue eliminado de la Champions League de la manera más cruel. Murió en la orilla. Los de Flick se veían en la final de Múnich y Acerbi les apagó las luces. Sobró un minuto. El Inter de Milán remató la faena en la prórroga y ya espera a PSG o Arsenal en la batalla por el título. Los azulgrana seguirán suspirando por una 'Orejona' que no levantan desde hace diez años.

Lo tuvo en su mano el Barcelona. Hizo lo más difícil: volver a remontar al Inter, en su casa, tras ponerse otra vez 2-0 abajo. Como en la ida. La reacción azulgrana en la segunda parte, luego de una primera para olvidar, quedó reducida a cenizas por lo mismo de siempre. Los errores defensivos. Un equipo que encaja siete goles en unas semis de Champions siempre tendrá difícil llegar a la final.

Queda señalado Araújo, en la foto de los dos últimos goles del Inter, pero también jugadores como Raphinha, Dani Olmo o Ferran Torres que no dieron lo que se espera de ellos. Poco que decir a Flick, que resucitó a un equipo que estaba muerto con Xavi. El técnico alemán cayó siendo fiel a una táctica tan divertida de ver como suicida. Ni el mejor Lamine Yamal, protagonista a sus 17 años de una eliminatoria que tardará en olvidarse, fue suficiente.

El Barça volvió facturar poco para lo que generó y concedió demasiado. El mal que más se le puede achacar durante toda la temporada. Los culés hicieron 22 remates (10 a puerta) por los 10 del Inter (7) y su xG —los goles esperados— fue mayor (2,81 a 2,24). Aún así, encajó un gol más y se fue de San Siro derrotado.

De admirar la noche de Yann Sommer, el portero del Inter. Hizo un total de siete paradas —14 en la eliminatoria—, varias de ellas para enmarcar. A Lamine Yamal le sacó dos manos, una en la prórroga, que pueden dejar al chaval del Barça sin su Balón de Oro. A Eric García, antes del 2-2, le hizo 'un Casillas' con una reacción de guepardo ante su disparo —que pudo ejecutar mejor— a bocajarro.

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Lamine Yamal fue el más dolido por la eliminación. Su eliminatoria, de haber pasado el Barça, habría acabado en los libros de historia. Siendo un adolescente, puso contra las cuerdas él solito a todo el Inter. Ante Dimarco o ante Carlos Augusto, frente a las infinitas ayudas de un gran Bastoni. Daba igual. La joya de Mataró siempre encontró, en la ida y en la vuelta, el huequito para hacer daño.

Además de Sommer, el palo tampoco quiso que sentenciara el partido antes del final. Encaró tanto Lamine que sólo un tal Leo Messi puede presumir de ganar más duelos en un partido de Champions con el Barça —final de 2008, ante el United—. De 36 duelos, Yamal se impuso en 23 (63,9%). A dos del récord del argentino.

Una de las paradas de Sommer a Lamine Yamal

Una de las paradas de Sommer a Lamine Yamal Reuters

Fue un día en el que estuvo demasiado sólo en el ataque del Barça. Ni Raphinha ni Olmo ni Ferran estuvieron a la altura. Raphinha y Olmo marcaron, pero perdieron 33 balones entre los dos. Ferran, siendo el '9', no hizo ningún tiro entre los tres palos. Lewandowski jugó la prórroga, pero se vio que no estaba listo para un partido así tras salir de su lesión.

Esta eliminatoria le encumbra al top mundial. El Balón de Oro lo tendría ya casi en sus manos de haber pasado a la final. Sería el más joven de toda la historia en ganarlo. Sus opciones no están del todo perdidas, aunque dependen más de Ousmane Dembélé y lo que ocurra con el PSG en la Champions y del nuevo Mundial de Clubes, al que no irá el Barça. La Liga, que todavía han de amarrar los culés, y la Nations League con España son las últimas bazas de Lamine Yamal.

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El peor Barça, colectivamente hablando, se vio en la primera parte en Milán. El Inter hizo algo bien de partida: no encerrarse y plantarle cara a los de Flick desde el inicio. Fue cuando mejor jugaron sus centrocampistas y un Bastoni que daba salida a las jugadas desde atrás con unos pases exquisitos. Curioso que el que menos apareció, aunque asistiría a Acerbi en el 3-3, fue Dumfries, el héroe en la ida con dos goles y una asistencia. Lautaro y Thuram, los arietes interistas, pudieron hacer más daño a la espalda de la adelantada defensa culé.

La reacción del Barça se vio en la segunda parte. Pedri ganó mayor presencia y el colectivo lo agradeció. Tanto que el equipo hizo casi 100 pases más de una mitad a otra (233 y 331). Los azulgrana dominaron el campo y hundieron atrás al Inter, que desapareció del partido. Así llegaron los tres goles que acercaron la final hasta que otra mala defensa —de Gerard Martín con su pérdida y de Araújo en su pugna con Acerbi— disipó la ilusión a un minuto de acabar el partido.

Acerbi, sujetado por Araújo, hace el gol del 3-3 contra el Barça

Acerbi, sujetado por Araújo, hace el gol del 3-3 contra el Barça EFE

En la prórroga, entre el golpe emocional y la carga en las piernas de todos, estuvo demasiado disperso. Mantuvo la posesión, pero sin frescura en el juego. Pedri, cansado, fue sustituido y a Lamine le dejó de salir todo. Lógico. Los que entraron al campo (Fort, Gavi y Pau Víctor) apenas aparecieron.

El Inter sólo necesitó mantenerse compacto y sorprender en sus pocas ofensivas para ganar. Un saque de puerta de Sommer originó el gol del 4-3. De Jong perdió el salto con un jugador interista —por arriba siempre fueron mejores los neroazurri, aunque encajaron dos goles de centro— y Thuram, como buen ariete robusto que es, sostuvo la bola y se marchó de un Araújo demasiado dócil. Vaciado el área culé, con tres interistas de cara a puerta, los de Inzaghi gestionaron bien la situación y marcó Frattesi. San Siro se venía abajo.

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El Barça vuelve a quedarse a las puertas de otra final de Champions, que no gana desde 2015. Era una buena oportunidad, si bien los de Flick llevan semanas jugando con fuego. No es este el Barça que ha aplastado a los rivales durante buena parte de la temporada. El cansancio se nota, algunos jugadores se han 'caído' y la defensa sigue siendo un coladero.

Le queda La Liga a Flick, con un Clásico en cuatro días. El Real Madrid olerá la sangre. El luto no está permitido en Can Barça si no quieren otra desilusión. Todo es más fácil con Lamine Yamal a su lado. Ya no es una promesa sino una estrella top mundial. Esta no será su Champions, pero tendrá muchas más oportunidades. "Cumpliré mi promesa y la traeré a Barcelona". Palabra del diamante de la 304.