Iñaki Williams, en la previa del partido contra el Barça.

Iñaki Williams, en la previa del partido contra el Barça. REUTERS

Fútbol

Iñaki Williams y el efecto mariposa que se originó en la Copa de África y eliminó al Barça de la Copa

Ghana, la selección del delantero del Athletic, cayó eliminada por un gol de Camerún en el minuto 91, lo que permitió al futbolista viajar hasta Bilbao.

25 enero, 2024 20:06

Medio Bilbao estaba mirando de reojo a Costa de Marfil. La Copa de África había condicionado al Athletic para disputar uno de los partidos más importantes de la temporada, el de los cuartos de final de la Copa del Rey contra el FC Barcelona, porque Iñaki Williams había sido convocado por Ghana. 

Uno de los emblemas de la plantilla, pieza indiscutible para Ernesto Valverde, ya se había ausentado de los últimos encuentros con los rojiblancos, y en La Catedral le querían pronto de vuelta, algo que podía suceder con una carambola.

El papel de Ghana en la fase de grupos de la Copa de África había sido más bien discreto. Dos empates y una derrota dejaban a esta selección con opciones de llegar a los cruces siendo una de las mejores terceras de grupo, pero para ello dependían de que Camerún no ganara a Gambia en un partido de otro grupo. 

El destino tenía guardado uno de esos giros que parecen hechos por los mejores guionistas de Hollywood y permitió a Iñaki no sólo estar en el partido de la Copa del Rey, sino además coronarse. Camerún perdía a falta de 5 minutos para el final del choque por 2-1 y parecía que Ghana iba a seguir adelante en el torneo, pero entonces los cameruneses le dieron la vuelta al choque.

Un gol de penalti en el minuto 91 anotado por Wooh firmó el 2-3 definitivo a favor de Camerún, metió a este combinado en los cruces y dejó a Ghana fuera de la competición. Bilbao lo celebró, no porque tuviera nada contra Ghana, sino porque eso significaba que Iñaki Williams estaba a punto de emprender un viaje de vuelta de locura.

Viaje relámpago

El pasado martes se conoció la victoria de Camerún y la consiguiente eliminación de Ghana, así que Iñaki Williams pasaba a ser libre a última hora de la tarde. El mazazo de no poder seguir adelante en la Copa de África con su país no le nubló la mente y enseguida se puso a pensar en el Athletic.

El delantero estaba decidido a jugar los cuartos de final de la Copa del Rey contra el FC Barcelona y se puso manos a la obra. Había poco margen de tiempo hasta el partido y muchos kilómetros que recorrer entre Costa de Marfil y Bilbao, tantos como 6.000, pero eso no asustó al futbolista.

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Durante la madrugada se subió a un avión que despegó desde Abidjan y que aterrizó en París. No había conexión directa, pero esto acercaba un poco más a casa al futbolista. Sobre las 6 de la madrugada tomó tierra en la capital parisina, y desde ahí se subió a otro avión.

El Athletic Club le había fletado un vuelo chárter al jugador para que pudiera estar cuanto antes en su casa. Después de un auténtico palizón de viaje y varias horas surcando los cielos del mundo, al fin Iñaki Williams llegó a Bilbao durante la misma mañana del partido.

Cientos de aficionados incluso siguieron a través de internet la localización de los aviones que llevaban de vuelta a Iñaki Williams, como si supieran lo que iba a suceder después en La Catedral.

El héroe de la Copa

El mayor de los Williams no fue titular en el partido contra el Barcelona. Ernesto Valverde era consciente del cansancio acumulado que llevaba su jugador en el cuerpo tras el largo viaje, así que prefirió reservarlo para la segunda parte y utilizarlo como revulsivo. 

Acertó de pleno. Iñaki entró al césped a la hora de juego y empezó a hacer de las suyas. Junto a su hermano, generó problemas a la defensa del Barcelona, aunque no pudo evitar que el partido se marchara a la prórroga.

Momento en el que Iñaki Williams marca el 3-2 frente al Barça

Momento en el que Iñaki Williams marca el 3-2 frente al Barça REUTERS

Mejor todavía, el guion iba a ser aún más épico. Bordeando el descanso del tiempo extra, Iñaki recibió un balón dentro del área para quedarse mano a mano ante Iñaki Peña. En la definición, estrelló el balón contra el poste, pero el rechace le cayó de nuevo a él y empujó para hacer el 3-2.

San Mamés enloqueció. Él sabía que acababa de completar una historia de cuento. Su hermano, ya en el final, puso el 4-2 y redondeó una noche mágica y un día largo, duro pero con final feliz que Iñaki seguro que jamás olvidará.