Tadej Pogacar celebra su victoria en la Strade Bianche.

Tadej Pogacar celebra su victoria en la Strade Bianche. STRADE BIANCHE

Ciclismo

Exhibición monumental de Tadej Pogacar en la Strade Bianche para inaugurar su nueva temporada

El ciclista esloveno atacó a más de 80 kilómetros de meta para marcharse en solitario en una jornada histórica.

2 marzo, 2024 17:10

Era el día que muchos aficionados habían marcado en rojo para pegarse al televisor, la vuelta a la competición de Tadej Pogacar en esta nueva temporada. El escenario era perfecto, la Strade Bianche, y el resultado no pudo ser mejor para él. Segunda victoria para el corredor del UAE en esta carrera mediante una exhibición histórica con más de 80 kilómetros en solitario. 

Pogacar no notó lo más mínimo la inactividad. Era su primera carrera de la temporada, pero parecía que ya llevaba corriendo varias semanas porque la manera de ganar fue apabullante. Cultura del deporte. Alimentando la expectación por su futuro enfrentamiento contra Jonas Vingegaard en el próximo Tour de Francia, Tadej voló por los caminos de tierra (muchos de ellos casi barro por la lluvia) y se permitió el gustazo de celebrar con tiempo el triunfo.

En la previa había avisado de que iba a atacar en Santa María, uno de los tramos más largos de sterrato, y cumplió con su promesa. Faltaban todavía más de 80 kilómetros para llegar a la meta y la lluvia caía con intensidad, el momento perfecto para buscar la épica.

Pogacar se hartó de rodar en grupo, saltó su latigazo y ya nadie volvió a verle hasta llegar a la meta. La ventaja fue creciendo hasta llegar casi a los 4 minutos, así que la subida por Santa Caterina fue un paseo inusual. El esloveno chocó las manos de los espectadores, se bajó en la línea de meta y alzó al cielo su bicicleta. Un triunfo incontestable.

Con autoridad

Es cierto que esta Strade no presentaba el mejor cartel de los últimos años. Faltaban algunos 'potros' como Van der Poel o Van Aert, así que el favoritismo de Tadej Pogacar crecía. Es cierto, no obstante, que había contendientes de altura como Pidcock, Laporte o Alaphilippe, pero no le iban a hacer ni cosquillas.

Si había algún tipo de duda de lo que podía hacer Tadej en los caminos de tierra de la Toscana era por la inactividad, hasta el momento, del ciclista esloveno. Todavía no se le había visto en acción y se enfrentaba a su primera prueba de la temporada, así que no había demasiada información de su estado de forma.

El día salió de esos que hacen el ciclismo épico. Por momentos, la lluvia arreció con fuerza y los caminos de tierra se pusieron peligrosos. Entonces, como si Pogacar considerara que rodar en grupo era un peligro, decidió marcharse a la aventura en solitario. 

Había avisado en la previa de que iba a atacar en Santa María, uno de los tramos más largos de tierra de toda la carrera, y no faltó a su promesa. Así de sobrado corre Tadej, dándole información privilegiada a sus rivales y aún así aplastando con autoridad.

Cuando quedaban 80 kilómetros para la meta, cambió el ritmo de una forma brutal e hizo un hueco que desde ese momento no hizo sino agrandarse. Parecía muy temprano como para que alguien, por mucho que se llamara Pogacar, se fuera en solitario, pero eso fue precisamente lo que sucedió.

Nadie le siguió la estela y comenzó entonces una exhibición gigante en solitario. Hay quien dice que la Strade debería ser el sexto Monumento del ciclismo, pero lo que sí es monumental es la forma de ganar del esloveno. 

Pogacar se permitió el lujo de encabezar durante 80 kilómetros en solitario la prueba, ir saboreando el triunfo poco a poco y en los últimos metros incluso chocar las manos de los espectadores. Alzó la bicicleta al aire en plena Piazza del Campo y se convirtió así de nuevo en el rey de Siena.