Tadej Pogacar, seguido por Jonas Vingegaard en una ascensión en el Tour de Francia 2023.

Tadej Pogacar, seguido por Jonas Vingegaard en una ascensión en el Tour de Francia 2023. REUTERS

Ciclismo TOUR DE FRANCIA

La traca final del Tour: de la lucha entre Vingegaard y Pogacar a las opciones de podio de Carlos Rodríguez

Después de la devastadora contrarreloj del danés, al ciclista esloveno le quedan tan sólo dos asaltos en la montaña para tratar de darle la vuelta a la general.

19 julio, 2023 01:29

Los aficionados no quieren que este Tour de Francia se acabe nunca. La preciosa disputa que están ofreciendo Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar por el título desde el primer día en Bilbao es de las que van a pasar a la historia del ciclismo. Este cara a cara puede convertirse incluso durante los próximos años en una de las rivalidades más laureadas del deporte, y no ha habido ni un solo día que haya faltado el espectáculo en esta lucha titánica de poderes.

Sin embargo, como todo en esta vida, este Tour de Francia está llegando a su final. La apasionante contrarreloj con la subida final a la Côte de Domancy abrió la última semana de competición, esa que decidirá quién toca la gloria, quién se queda con la miel en los labios y también cuál es el afortunado de la lista de aspirantes que consigue alcanzar el tercer escalón del podio. El español Carlos Rodríguez tiene muchas posibilidades de ello.

Pese a que todavía restan por delante cinco días de competición hasta llegar a los Campos Elíseos de París el próximo domingo, lo cierto es que jornadas reales de batalla, caídas y otros imprevistos al margen, se reducen ya tan sólo a dos. Las etapas 17 y 20 marcarán inevitablemente el devenir de la competición y coronarán a Tadej o a Jonas, ya que el resto de días no son sobre el papel favorables a la pelea entre los favoritos. 

Jonas Vingegaard, en pleno esfuerzo durante la contrarreloj del Tour de Francia 2023.

Jonas Vingegaard, en pleno esfuerzo durante la contrarreloj del Tour de Francia 2023. REUTERS

Después de realizar una contrarreloj monumental de la que pocas comparaciones se pueden encontrar en la historia del ciclismo, Jonas Vingegaard pegó un gran golpe encima de la mesa y le dio un buen puñetazo anímico a su principal rival. Sin embargo, Tadej Pogacar no es de los que se rinde y tiene muy bien estudiados cuáles son los lugares en los que todavía puede decir su última palabra.

Courchevel, primer juez

La primera de las dos finales que quedan para decidir este Tour de Francia tiene lugar este mismo miércoles. Asusta tan sólo mirar el perfil que ha preparado la organización para esta etapa 17, con 166 kilómetros de trazado en los que los ciclistas tendrán que superar cuatro dificultades montañosas de gran enjundia.

Un puerto de segunda categoría, dos más de primera y otro de categoría especial conforman un escenario aterrador (debate sobre las distancias al margen) digno del Tour de Francia. Pero sobre todo, la mayoría de estas ascensiones tienen en común su longitud, ya que se trata de subidas largas que exigirán esfuerzos constantes y prolongados que pueden hacer estallar a cualquiera.

Tadej Pogacar y Jonas Vingegaard en el Tour de Francia.

Tadej Pogacar y Jonas Vingegaard en el Tour de Francia. EFE

Todo arrancará con la subida al Col des Saisies, un puerto de más de 13 kilómetros de longitud que se encadenará seguidamente con el Cormet de Roselend, el otro puerto de primera categoría que alcanza casi los 20 kilómetros de ascensión a una media del 6%. Serán los dos primeros esfuerzos de esta jornada infernal, pero aunque parezca mentira esto será tan sólo el aperitivo.

La Côte de Longefoy, con 6,6 kilómetros al 7,5% de media, servirá para seguir endureciendo la carrera, pero lo realmente duro es el plato final. La ascensión al Col de la Loze infunde respeto hasta a los corredores más valientes como pueden ser Pogacar y Vingegaard, porque es un monstruo de dimensiones colosales que puede provocar estallidos inesperados.

El perfil de la ascensión a Roselend.

El perfil de la ascensión a Roselend.

Son 28,1 kilómetros de puerto, con algún tramo de bajada y de descanso entre medias, es cierto, al 6% de pendiente. Este puerto, de lo largo que es, se podría dividir incluso en tres sectores diferenciados que pueden servir de referencia para gestionar las fuerzas en la competición.

Los primeros 9 kilómetros alcanzan medias por encima del 8%, por lo que la dureza ya es más que suficiente si alguien se ve con ganas de romper la carrera. A todo ello, hay que añadir el esfuerzo previo que habrán acumulado las piernas. Por suerte para los ciclistas, a partir de aquí aparecen unos 8 kilómetros donde las pendientes menguan significativamente e incluso hay tramos de descenso donde se puede recuperar fuerzas. 

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Lo que queda por delante es terrorífico. Más de 11 kilómetros de subida en los que el tramo más cómodo alcanza un 6% y la rampa más empinada llega al 24% ya en el final, justo cuando los cuerpos están más al límite. Si no bastaba con fundir las fuerzas en subida, todavía restarán unos 6 kilómetros de descenso donde se pueden aumentar las diferencias y una rampa final infernal que llega al 18% antes de cruzar la meta en Courchevel.

La traca final

Muy diferente es el perfil de la etapa 20, la última en la que Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar se podrán batir en duelo. Se trata de una jornada mucho más explosiva tanto por el kilometraje, muy inferior, como por las características de los puertos, mucho más cortos y explosivos. Una mezcla en estos dos días que da la oportunidad de brillar a distintos ciclistas según sus características. 

Ya en su día la longitud dio lugar a críticas de todo tipo, y seguro que según se acerquen las horas será de nuevo un tema que salga a la mesa de debate. Apenas 133 kilómetros conforman esta penúltima etapa, si bien es cierto que ha quedado demostrado más que de sobra en los últimos años que tiradas cortas de este tipo con mucho desnivel acumulado en ellas (como es el caso) resultan igual de decisivas y atractivas que las jornadas más largas. 

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La estrategia de los equipos que todavía se jueguen algo dependerá mucho de la diferencia que quieran recuperar o mantener. El terreno es rompepiernas, un sube y baja constante que pica para arriba desde el kilómetro 1, y esos poco más de 130 kilómetros harán que si alguien quiere reventar la carrera para sus intereses lo pueda hacer incluso desde el inicio. Puede ser un día para el recuerdo.

El pelotón abrirá boca con el Ballon d'Alsace (11,5 kilómetros al 5,2%), y después encarará otros dos puertos más también de segunda categoría como el Col de la Croix des Moinats (5,2 kilómetros al 7%) y el Col de Grosse Pierre (3,2 kilómetros al 8%). También se ascenderá un puerto de tercera categoría antes de lo más duro.

La ascensión al Col de Petit Ballon.

La ascensión al Col de Petit Ballon.

En los últimos kilómetros se concentran los dos últimos puertos del Tour de Francia, o lo que es lo mismo, las dos últimas oportunidades para hacer diferencias. Primero el Petit Ballon, con 9,3 kilómetros al 8,1%, y después el Col du Platzerwasel, con 7,1 kilómetros al 8,4%. Se coronará y habrá todavía otros 8 kilómetros más de falso llano donde habrá que seguir gastando energía. 

Serán dos batallas muy diferentes pero igualmente emocionantes, más aún si el Tour de Francia todavía llega con todo por decidir a la última de ellas. Solo falta cerrar el círculo para que esta edición pase a ser, sin duda, una de las mejores de la historia.