Sergio Llull intenta anotar ante el Brose Bamberg.

Sergio Llull intenta anotar ante el Brose Bamberg. Euroleague

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El 'Llullazo' de turno corona al Madrid en Alemania

Gran victoria de los blancos ante el Brose Bamberg, que sirve para liderar la Euroliga y encumbrar una vez más a Sergio Llull (89-91).

25 enero, 2017 22:31

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En el Arena Nurnberger alemán acertaron de lleno con el envoltorio del Brose-Real Madrid. Antes del partido, la música de Regreso al futuro intentaba aclarar que los hombres de Laso no podían viajar al plácido pasado del encuentro de la ida, con un porvenir bastante más ilusionante que el de fechas atrás para el equipo de Trinchieri. En los parones del duelo, el luchador Cesaro animaba a la grada y ejemplificaba la dureza de la tremenda guerra sin cuartel que se vivía en la cancha. Cuando el bocinazo ya asomaba, sonaban los acordes de Misión Imposible. Alguien tenía que deshacer el entuerto del marcador. Y ese alguien, como tantas otras veces, fue Sergio Llull: bandeja, dos puntos y victoria de los suyos (Narración y estadísticas: 89-91).

El 'Llullazo' que parece traer consigo cada inicio de año en las últimas temporadas se ha adelantado este 2017, porque suele caer más por febrero. Ahí están los triples que le dieron una Copa al Madrid en 2014 y un triunfo liguero ante el Valencia Basket en 2016 (desde más allá del medio campo) para atestiguarlo. Ante el Brose, la ecuación perfecta la dieron dos puntos y no tres. Fue el as en la manga que se guardó el '23'. Cuando todos pensaban que le verían levantarse desde el 6,75, entró a canasta raudo cual centella y dejó toda una bomba en forma de balón en las redes locales. Ésta explotó cuando apenas quedaba margen de maniobra y, claro, acabó con el rival.

Y menudos los alemanes. Su versión de este miércoles fue la que no se advirtió de ninguna manera en su visita a la capital española. Este es el Brose capaz de meterle mano a cualquiera, que tiene la irreverencia por mandamiento innegociable. Un equipo de esos que quieren parecer una maría para clavarle el puñal por la espalda al adversario en cuanto le pillan desprevenido.

Luce la plantilla del Madrid, pero vaya también con la suya, que se crece ante su público: Melli metiendo triples y dando estopa por dentro, Causeur revolucionando los partidos desde la dirección, Theis presentando candidatura para un concurso de mates, Radosevic en plan 'microondas', Miller y McNeal apuntalando el perímetro, Zisis dando un clínic de precisión desde el tiro libre…

Normal que el partido resultase frenético desde el inicio, con un concurso ofensivo delicioso por ambas partes. También el Madrid mostraba sus armas. Llull se hacía el discreto pero dominaba, Ayón activaba el modo 'Titán' en la zona por momentos y Carroll aclaraba que su crisis ya pasó a mejor vida. Además, Rudy se ganaba el sobresaliente desde la defensa, también con sus minutos lúcidos en ataque y una habilidad pasadora que empieza a dejar de ser una sorpresa. Lo hacían bien los de Laso, e incluso amenazaban varias veces con abrir hueco en el marcador, pero el Brose siempre volvía.

Aun así, inspiraba mayor confianza el aura de los blancos. Nunca dejó de responderse con templanza a las reacciones y ventajas alemanas. Quedó bien claro atrás, porque, sí, también hubo defensa de muchos quilates en este enfrentamiento de poder a poder. Qué importantes fueron los rebotes, sobre todo los ofensivos, y cómo supo gestionarlos a las mil maravillas el Madrid para acabar llevándose a casa el triunfo.

Cuando llegó la hora de la verdad, Carroll encendió la mecha de la bomba y Llull, con su canasta ganadora, la hizo explosionar. Y ni siquiera Strelnieks, que a punto estuvo de imitar con éxito el 'Llullazo' de Valencia 2016 sobre la bocina, sobrevivió a la onda expansiva de la treta del menorquín. Una vez más, hizo posible lo imposible en una cancha de baloncesto, dejando al Madrid líder con idéntico balance al del CSKA (14-5) y distanciándole en un triunfo del Olympiacos. Tom Cruise estaría orgulloso.