El exjugador de la NBA Shaquille O'Neal

El exjugador de la NBA Shaquille O'Neal Europa Press

Baloncesto

Shaquille O'Neal (53), sobre cómo se fundió su primer cheque: "Me gasté un millón de dólares en unos 45 minutos"

La leyenda de la NBA no supo cómo gestionar su primer gran contrato por patrocinio, y se compró tres coches sin dudarlo.

Más información: Michael Jordan (62), sobre las nuevas estrellas de la NBA y su forma de crecer: "Yo puse el trabajo, y luego mi marca"

Alberto Marcos
Publicada

En el panteón de las leyendas de la NBA, Shaquille O'Neal ocupa un trono hecho a medida: enorme, indestructible y, sobre todo, tremendamente carismático. Con sus 2,16 metros de altura y un peso que hacía temblar los tableros, O'Neal no solo dominó la pintura durante dos décadas, sino que también conquistó al público con una personalidad arrolladora.

Terminó convirtiéndose en el magnate de los negocios y el analista de televisión que conocemos hoy, pero Shaquille fue simplemente un joven de 20 años deslumbrado por las luces de neón del éxito repentino.

Y como muchos jóvenes que pasan de la nada a la abundancia en un parpadeo, O'Neal tuvo que aprender educación financiera a base de golpes. O mejor dicho, a base de un golpe de un millón de dólares.

Corría el año 1992. O'Neal acababa de salir de la Universidad Estatal de Luisiana (LSU) y se preparaba para asaltar la NBA con los Orlando Magic. Pero antes de recibir su primer cheque por jugar al baloncesto, llegó el dinero de los patrocinadores.

Una compañía de cromos coleccionables le pagó un millón de dólares por su imagen. Para un chico que había crecido con recursos limitados bajo la estricta disciplina militar de su padrastro, esa cifra sonaba a infinito. En su mente, un millón de dólares era una cantidad que nunca se acabaría.

Kobe Bryant y Shaquille O'Neal, en Los Angeles Lakers

Kobe Bryant y Shaquille O'Neal, en Los Angeles Lakers Reuters

Tres coches

El deseo era sencillo pero costoso. Shaq siempre había soñado con un coche específico: un Mercedes-Benz negro sobre negro. Era el símbolo definitivo de que "había llegado". Así que, con el cheque en el bolsillo (metafóricamente hablando), se dirigió al concesionario. No preguntó por financiación, ni por descuentos. Lo vio, lo quiso y lo compró. Precio aproximado: 150.000 dólares.

Eufórico, condujo su flamante vehículo hasta casa para enseñárselo a su familia. Al llegar, su padrastro, el sargento Philip Harrison, un hombre que no se dejaba impresionar fácilmente, miró el coche, miró a su hijo y lanzó una frase que sellaría el destino de esa cuenta bancaria: "Está bien, ¿y dónde está el mío?".

Shaq, siendo el hijo generoso que siempre fue, no lo dudó. "Vamos a comprarlo", dijo. Volvieron al concesionario y compraron un segundo Mercedes idéntico para su padre. Al regresar, la madre de Shaquille, Lucille O'Neal, comentó que a ella le gustaría uno un poco más pequeño. No hubo discusión. Volvieron por tercera vez al concesionario y compraron un tercer coche.

Pero la fiebre del gasto no se detuvo ahí. Shaquille necesitaba verse bien en sus nuevos coches, así que compró joyas, trajes a medida, cadenas de oro y caprichos varios para sus amigos. Él sentía que era el rey del mundo, hasta que sonó el teléfono.

O'Neal narró este momento con su habitual sentido del humor en numerosas entrevistas, recordando la llamada que le devolvió a la realidad. Fue el gerente de su banco, una figura paternal que probablemente salvó su futuro financiero.

El exjugador de la NBA Shaquille O'Neal

El exjugador de la NBA Shaquille O'Neal Europa Press

Un millón fundido

"Gasté un millón de dólares en unos 45 minutos. Recibí un cheque de una marca de cromos... Siempre quise un Mercedes negro sobre negro. Fui y lo compré. Llegué a casa y mi padre dijo: 'Está bien, ¿dónde está el mío?'. Fuimos y compramos otro. Luego mi madre dijo que quería uno. Compré tres coches, joyas... y el de banco me llamó al día siguiente para decirme: 'Hijo, te vas a arruinar si sigues así'", comentó O'Neal.

El banquero tuvo que explicarle al joven gigante una lección básica: un millón de dólares no es un millón líquido. Tras descontar el 40% aproximado en impuestos, a Shaq le quedaban realmente unos 600.000 dólares.

Al gastar un millón "bruto", no solo se había quedado a cero, sino que técnicamente había entrado en números rojos antes de jugar su primer partido profesional.

Afortunadamente, O'Neal escuchó. Aprendió la diferencia entre ingreso bruto e ingreso neto, y entendió que el dinero, sin gestión, se evapora. Esa anécdota de los 45 minutos de locura se convirtió en la piedra angular de su imperio posterior, recordándolo siempre que no importa cuánto ganes, sino cuánto eres capaz de conservar.

Leyenda de la NBA

Shaquille O'Neal no es solo una anécdota financiera; es uno de los jugadores más dominantes en la historia del deporte. Con cuatro anillos de la NBA -tres con los Lakers y uno con Miami Heat-, un premio MVP de la temporada y tres MVP de las Finales, Shaq cambió las reglas del juego.

Su fuerza física obligó a los equipos a rediseñar sus defensas y a la liga a reforzar los tableros de las canastas. Es miembro del Salón de la Fama y es considerado unánimemente uno de los cinco mejores pívots de todos los tiempos.

Hoy en día, a sus más de 50 años, O'Neal es una marca global. Lejos de la bancarrota que amenazó a otros compañeros, Shaq diversificó sus inversiones de manera brillante. Es analista estrella en el programa Inside the NBA, DJ bajo el nombre de "DJ Diesel" actuando en festivales de todo el mundo, y un inversor prolífico.

Posee franquicias de restaurantes, gimnasios, y fue uno de los primeros inversores en Google.