Curry comparece ante los medios tras la derrota ante los Cleveland de LeBron

Curry comparece ante los medios tras la derrota ante los Cleveland de LeBron Reuters

Baloncesto

Por qué los Warriors no han fracasado (del todo) en estas finales

La dupla Curry-Thompson, la polivalencia de Green o los triples son motivos suficientes como para seguir creyendo en Golden State de cara al futuro.

20 junio, 2016 07:21

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Se les demandaba conseguir el anillo y se han quedado a las puertas, cayendo ante los Cleveland Cavaliers del LeBron James más superlativo en el séptimo y definitivo partido por el título (93-89). Sin embargo, Golden State no ha fracasado (del todo). La palabra es demasiado dura para definir el final del trayecto de los Warriors de este año, capaces de, aun extenuados físicamente, aguantar hasta el último minuto de las finales.

Aquellos que, no lo olvidemos, superaron el récord de triunfos de los Bulls de Jordan en temporada regular (73-9) y que igualaron el mejor balance de victorias de la historia, también de Chicago (88 triunfos contando los de los playoffs). A pesar de todo, nadie salva a los Warriors de quedar marcados por el duro resultado de estos siete partidos contra los Cavs.

"No repetir como campeones podría ser una de las grandes decepciones de la historia de la liga, sino la más grande. Incluso si los Warriors sufren una lesión importante o dos. El pasado junio, los Cavaliers no contaron ni con Kevin Love ni con Kyrie Irving en las Finales, y Golden State explotó su ventaja. En estos playoffs, los Warriors deben continuar su supremacía estadística. No importa cómo ni quién esté disponible a cada lado de la cancha, porque si no afrontarán cierta devaluación en comparación con los grandes equipos del pasado", nos contaba Peter Vecsey en abril.

¿A qué clavos se pueden agarrar los hombres de Steve Kerr para seguir aspirando a dominar la NBA en el futuro? En EL ESPAÑOL nos quedamos con estos cinco.

1. La resolución de los 'Splash Brothers'

Stephen Curry y Klay Thompson han sido los principales espadas de los Warriors en casi todas sus victorias de la serie final, aunque no hayan estado a su mejor nivel. Debido a su lesión al comienzo de los playoffs, al MVP de la liga le ha costado desempolvar su versión más arrebatadora en el momento decisivo de la temporada. Y, aunque sin éxito, lo ha intentado hasta las últimas consecuencias. Ya nos decía Peter Vecsey en abril que “la competitividad de Curry está infravalorada”

“Si Stephen Curry acabase mañana, la antología formal del baloncesto abriría un capítulo sólo con su nombre. Eso es ya algo inaplazable. No hay nada anterior que se le asemeje”, comentaba Gonzalo Vázquez.

Mientras Curry intentaba encontrarse a sí mismo, Klay Thompson no ha defraudado llevando a sus espaldas el liderazgo de Golden State. Quizá un tanto infravalorado, su postemporada, al igual que sus buenas finales, vuelven a reivindicarle. Porque hay vida más allá de Curry. Y mucha. Aunque su esfuerzo haya sido en vano.

Curry y Thompson se abrazan tras un partido.

Curry y Thompson se abrazan tras un partido. Kevin Jairaj Reuters

2. La polivalencia de Draymond Green

Su nombre sonó con fuerza como posible MVP de las finales... hasta que fue suspendido por la NBA en el quinto partido y LeBron empezó a hacer de las suyas. Aun así, la versatilidad de Green no ha podido resultar más valiosa para los Warriors. Capaz de anotar, rebotear y pasar, el interior de Saginaw (Michigan) ha crecido poco a poco a la vez que lo hacía todo Golden State.

Elegido en segunda ronda del Draft de 2012 (número 35), no era protagonista en los Warriors de Mark Jackson. Sin embargo, todo cambió con la llegada de Steve Kerr al banquillo californiano. Protagonista ya en el anillo de 2015, su gran temporada de consolidación ha ratificado céntimo por céntimo el que es el segundo mejor contrato de la plantilla de los Warriors (14.300.000 dólares).

“Sin Andrew Bogut en pista, con el llamado ‘quinteto asesino’, la versión de los Warriors es la más avanzada y aplastante de 'small-ball' que la historia haya conocido. Posible por todos y por cada uno. Pero muy especialmente por el mejor Draymond Green”, opinaba Gonzalo Vázquez en abril.

Ha sido fundamental no sólo en ataque, sino también en defensa. Con Tristan Thompson adquiriendo galones en Cleveland gracias a su poderío reboteador, Green resultó su némesis. Porque en sus manos también se han amasado las victorias de Golden State a la hora de cerrar la zona. “Habría sido muy bueno con otros equipos, pero es mejor aún con los Warriors por la estricta atención que se les da a Curry y Thompson”, decía Peter Vecsey.

Draymond Green intenta taponar a Kevin Love.

Draymond Green intenta taponar a Kevin Love. Bob Donnan Reuters

3. La oda al triple

¿Cómo no iba a ser fundamental para Golden State también en las finales? Anotaron más de 400 tiros de tres puntos en temporada regular y Klay Thompson consiguió el nuevo récord de triples en un partido de playoffs (11). Pero los Warriors querían más. Tanto como para marcar otro nuevo hito triplista, con 17 lanzamientos desde la larga distancia acertados en el cuarto partido de las finales. Nadie anotó tanto desde el triple antes en un encuentro por el título. Y eso que, en estas finales, también se han resentido los lanzamientos desde la larga distancia.

“Lo que revoluciona el baloncesto es la nueva dimensión perimetral de su juego y una fuerte sacudida a la estructura posicional clásica, con una versatilidad proyectada a un ataque increíblemente abierto y asociado. La primera imagen que nos acude de los Warriors es su artillería exterior cuando debería ser el pase, una química de balón extraordinaria que los hace doblemente indefendibles”, analizaba Gonzalo Vázquez en su momento.

Ese manejo de balón, sin duda, es capital para entender las múltiples opciones exteriores que genera Golden State. De hecho, a los espectadores de las finales no les resultará ajena la siguiente imagen: los cinco jugadores de los Warriors pasándose el balón a una velocidad endiablada hasta encontrar la posición de tiro idónea para anotar. Normalmente, más allá de la línea de tres, por supuesto.

Curry lanzando ante los Cleveland Cavaliers.

Curry lanzando ante los Cleveland Cavaliers. David Richard Reuters

4. La respuesta de los secundarios

Otros jugadores de los Warriors también han tenido su momento de gloria durante las finales. Es el caso de Shaun Livingston, máximo anotador del equipo en el primer partido y siempre cumplidor dando minutos de refresco a Curry. No ha sido el único secundario relevante.

Harrison Barnes y Andre Iguodala también se llevan los méritos en este sentido, tirando del carro en ataque en algunos momentos comprometidos. En el caso del segundo, su aportación defensiva nunca será lo suficientemente ponderada. Y eso que no llegó al nivel de la de 2015.

El brasileño Leandro Barbosa ha sido otro revulsivo importante desde el banquillo, aportando minutos de calidad en el plano ofensivo. Anderson Varejao no ha querido ser menos que su compatriota y se ha llevado algún que otro titular, especialmente en un cuarto partido donde fue fundamental en defensa. Un aspecto donde Andrew Bogut también sobresalió en algunos momentos de las finales antes de lesionarse.

Sin duda, la aportación de los secundarios, a un gran nivel durante todo el año, se merece ser incluida entre las grandes esperanzas de Golden State. Hasta Ezeli y McAdoo tuvieron su oportunidad de brillar. Todos tienen su papel y saben cómo cumplirlo a la perfección. “Interpretan exactamente el juego medular del equipo, el sistema al que contribuyen, que sin ellos podría venirse abajo”, nos contaba Gonzalo Vázquez al respecto de la segunda unidad.

Harrison Barnes machaca en el primer partido de las finales.

Harrison Barnes machaca en el primer partido de las finales. Kyle Terada Reuters

5. Una defensa a la altura de las circunstancias

Los Warriors no habrían logrado sobrevivir hasta un séptimo partido de no ser por la intensidad defensiva. Perdida para la causa durante algunos momentos de las finales, reapareció en los momentos más comprometidos. El porqué es simple: “Numerosos jugadores capaces de cubrir todas las posiciones y asignaciones defensivas intercambiables sin generar una desventaja o perder efectividad”.

El comentario que nos ofreció Peter Vecsey al inicio de los playoffs sirve para explicar el hecho de que los Warriors estén “en posición de ganar incluso cuando no están generando lanzamientos”. “Al inclinar tanto el peso hacia fuera, estiran lo suficiente la defensa para seguir produciendo dentro. Son increíblemente hábiles aprovechando ese desequilibrio. Además, no habrían sido ya campeones de no haber mostrado un rendimiento defensivo de auténtica élite”, añade Gonzalo Vázquez. Y, a pesar del esfuerzo, el físico también les ha jugado una mala pasada contra los Cavs.

LeBron James rodeado por la defensa de los Warriors.

LeBron James rodeado por la defensa de los Warriors. Bob Donnan Reuters

Bonus: el LeBron más dominador

Que un jugador lidere las finales en puntos, rebotes, asistencias, tapones y robos antes del séptimo y definitivo partido dice mucho en su favor. Cuando ese mismo jugador ha llevado a su equipo a remontar un 3-1 (nadie lo hizo antes con el anillo de por medio) y a derrotar a las huestes del MVP (algo imposible las 18 últimas veces), la hazaña es aún mayor. Y si encima el gran héroe de los Cavaliers se trata del Jugador Más Valioso de las finales, y uno de los mejores de todos los tiempos, razón de más para alabarle.

Porque, sin duda, LeBron James ha jugado algunos de los mejores partidos que se le recuerdan últimamente. Por eso, a los Warriors se les disculpa un poco más haber caído en estas finales. Tan sobrehumana fue la actuación de la estrella rival que los deméritos de los Warriors han quedado ensombrecidos. Volverán. Y, seguramente, más fuertes y con sus méritos renovados.