Moussambani, tras un entrenamiento en Sídney, en septiembre de 2000.

Moussambani, tras un entrenamiento en Sídney, en septiembre de 2000. ROB GRIFFITH RADIALPRESS

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Eric Moussambani, 25 años de la gesta del peor nadador de unos JJOO que sigue siendo el ejemplo del espíritu olímpico

Un joven sin experiencia que casi se ahoga en Sídney acabó marcando un antes y un después en la natación africana y en el recuerdo olímpico.

Más información: Moussambani: de 'ahogarse' en Sídney 2000 a presidente de la natación guineana

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El 31 de mayo de 1978 nació en Malabo, capital de Guinea Ecuatorial, un joven llamado Eric Moussambani Malonga. Nada hacía presagiar que, con solo 22 años, su nombre pasaría a la historia del olimpismo mundial.

En enero del año 2000, el Comité Olímpico de su país emitió un anuncio en la radio buscando voluntarios para representar a Guinea Ecuatorial en los Juegos Olímpicos de Sídney.

La convocatoria tuvo apenas dos interesados: Eric y una joven compatriota. La paradoja era evidente. Moussambani prácticamente no sabía nadar.

Su contacto con el agua se limitaba a lo aprendido observando a pescadores locales, con un estilo rudimentario y desordenado que apenas le servía para mantenerse a flote.

Aun así, vio en aquella oportunidad un camino para cambiar su vida. No sabía con exactitud qué eran los Juegos Olímpicos ni dónde estaba Australia, pero sí tenía claro que quería viajar y vivir una experiencia irrepetible.

Entrenar, misión imposible

Con apenas ocho meses por delante, Moussambani tuvo que preparar una disciplina que desconocía y sin infraestructuras mínimas. Guinea Ecuatorial no disponía de una piscina olímpica de 50 metros.

Su única opción era una piscina de hotel en Malabo que medía 12 metros de largo. Para no molestar a los huéspedes, entrenaba de madrugada, entre las 5:00 y 6:00, tres veces por semana.

Sin entrenador, sin plan de trabajo y sin material adecuado, Eric fue construyendo su particular técnica. Aprendió a moverse en el agua con esfuerzo y creatividad.

Cada sesión era un reto, y cada brazada un experimento. La falta de preparación contrastaba con su fe en cumplir lo que empezaba a entender como un sueño olímpico.

El salto al vacío

El 15 de septiembre de 2000, Eric desfiló orgulloso como abanderado de Guinea Ecuatorial en la ceremonia inaugural de Sídney.

Su sonrisa y su ingenuidad llamaron la atención. Cuatro días después llegaría su momento: las eliminatorias de los 100 metros libres.

Iba a nadar contra el nigeriano Karim Bare y el tayiko Farkhod Oripov. Sin embargo, ambos fueron descalificados por salida en falso.

De repente, Moussambani quedó solo en la piscina, bajo la mirada de 14.000 espectadores y millones frente a la televisión.

Eric Moussambani, durante su participación en los JJOO de Sydney 2000

Eric Moussambani, durante su participación en los JJOO de Sydney 2000 Europa Press

Vestía unas bermudas compradas de segunda mano y apenas unas gafas y un bañador prestados por un entrenador sudafricano.

La imagen resultó inolvidable. Un nadador sin técnica, braceando con dificultad, intentando avanzar como podía por una piscina que jamás había visto hasta llegar a Australia.

Completó los 100 metros en 1 minuto, 52 segundos y 72 centésimas. Más del doble de lo que necesitaba un campeón.

El contraste fue brutal: ese mismo día el holandés Pieter van den Hoogenband batió el récord mundial con 47,84 segundos.

Los últimos 25 metros fueron dramáticos. El cansancio lo hundía y por momentos parecía que podía ahogarse.

Sin embargo, el público se volcó en un grito de aliento que terminó por empujarlo hasta la meta. Cuando tocó el borde, la piscina estalló en una ovación de pie.

Eric, que apenas podía mantenerse en pie, había logrado convertirse en leyenda.

Sabor a victoria

Moussambani reconoció después: "Todos creen que el éxito es ganar una medalla, pero el mío fue presentarme a aquella carrera".

Su humildad y valentía transformaron lo que parecía un fracaso en una gesta inolvidable. De aquel momento nació el apodo que lo acompañaría siempre: 'Eric la Anguila'.

Su historia se propagó por todo el planeta en un tiempo en el que las redes sociales aún no existían.

Los medios internacionales lo convirtieron en icono del espíritu olímpico, ese que premia la superación y el esfuerzo por encima de la victoria.

Eric Moussambani, en Sydney

Eric Moussambani, en Sydney Reuters

El impacto en Guinea Ecuatorial

Lo vivido en Sídney tuvo efectos concretos. Guinea Ecuatorial construyó dos piscinas olímpicas, una en Malabo y otra en Bata.

Por primera vez en la historia, los niños ecuatoguineanos pudieron aprender a nadar con instalaciones adecuadas. Speedo le ofreció un contrato millonario y su nombre se convirtió en el más buscado durante aquellos Juegos.

Lejos de retirarse, Moussambani continuó entrenando. En el Mundial de 2001 rebajó su marca en más de 30 segundos, situándose en 1 minuto y 18 segundos.

Con el tiempo logró nadar los 100 metros en menos de un minuto. Sin embargo, un problema burocrático con su visado le impidió participar en los Juegos de Atenas 2004. Su revancha olímpica quedó frustrada.

Dedicado a enseñar y formar

En 2012, Eric se convirtió en entrenador del equipo nacional de natación de Guinea Ecuatorial. Compagina esta labor con su trabajo como ingeniero informático en una empresa exportadora de gas.

Su empeño se centra en transmitir a las nuevas generaciones la pasión que él descubrió casi por azar.

Gracias a su impulso, el país ha vuelto a tener representación en Juegos Olímpicos en pruebas de natación.

En Tokio 2020 lo hizo con Diosdado Joaquín Miko Eyanga y en París 2024 con Higinio Ndong Obama.

Moussambani se muestra orgulloso: "Trato de ayudar a los jóvenes que quieren ser buenos nadadores. Quiero animarles a nadar y a hacer deporte".

A los 47 años, Eric Moussambani se considera un embajador del deporte en Guinea Ecuatorial y en todo el continente.

Sus objetivos actuales incluyen la creación de un equipo de waterpolo y el impulso para formar parte de la Federación Internacional de Natación.

Campus de Natación homenaje a Eric Moussambani en Malabo en 2022

Campus de Natación homenaje a Eric Moussambani en Malabo en 2022

Como homenaje, anualmente en Malabo se celebra el Campus de Natación homenaje a Eric Moussambani en el Hotel Bisila Place, el mismo en el que entró en su preparación para los JJOO.

Su visión no es otra que extender la natación por toda África y dar oportunidades a niños que, como él, apenas conocían el agua.

"Mi aparición en los Juegos Olímpicos sirvió para que se conociera más a mi país y me convertí en una figura del deporte, tanto allí como en los países de alrededor", reflexiona.

Una lección que perdura

El 19 de septiembre de 2000 quedó grabado como el día en que un joven sin técnica desafió al ridículo y lo transformó en símbolo de inspiración. Veinticinco años después, su historia sigue viva.

Moussambani demostró que la esencia olímpica no está en el podio, sino en el esfuerzo y la valentía de quienes se atreven a dar el paso.

Su "medalla" no fue de oro, plata o bronce, sino de coraje. La de alguien que enseñó al mundo que el verdadero triunfo está en no rendirse nunca.

Eric Moussambani, aquel nadador que no sabía nadar, continúa siendo un ejemplo eterno del espíritu olímpico.