Semifinal Brasil-Alemania, Copa del Mundo de 2014.

Semifinal Brasil-Alemania, Copa del Mundo de 2014. Efe

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Los guantes que enfrían: un ‘doping’ legal para el fútbol

Grandes clubes europeos aplican la técnica del enfriamiento de manos para facilitar la recuperación física de sus jugadores en los descansos. El objetivo específico es disminuir la temperatura del intestino; según sus promotores, de la Universidad de Stanford, es tan eficaz como los esteroides (y legal).

13 septiembre, 2017 01:40

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El pasado fin de semana las casas de apuestas británicas ofrecían cuotas de 7 a 1 a que Paul Pogba, una de las estrellas del Manchester United, se pondría guantes para el partido contra el Liverpool. El francés ha sido objeto de alguna burla en su país de acogida por el hecho de llevar guantes en meses cálidos. Lo que no saben los apostantes es que Pobga quizá los lleve para conservar el frío recibido en las manos durante el descanso con un novedoso instrumento de ‘dopaje’ legal: los Cooling Gloves (guantes refrigerantes), nacidos en la universidad estadounidense de Stanford.

Cuenta el Doctor en Medicina Evolutiva holandés Leo Pruimboom que el Manchester United de su compatriota Louis Van Gaal fue uno de los primeros equipos de fútbol en el mundo cuyos jugadores, en el descanso de los partidos, metían las manos tres minutos en una bañera con agua a 15 grados. El objetivo real no era enfriarles las manos, sino bajar la temperatura del intestino: “Se la disminuyen 1,5 grados. Y empiezan la segunda parte completamente recuperados, física y cognitivamente”.

La práctica de enfriar las manos de futbolistas para facilitar su recuperación tras largos periodos de esfuerzo tiene un precedente estelar: la insólita semifinal de la Copa del Mundo de Brasil 2014 en la que Alemania humilló al anfitrión por 1-7. Los germanos, a la postre campeones, utilizaron el arma secreta: el Cooling Glove, una especie de guante fijo diseñado por científicos estadounidenses que bombea agua helada alrededor de la mano.

Sin efectos secundarios

Se habían hecho experimentos con atletas antes, algunos con resultados tan consistentes como un 144% de mejoría en rendimiento muscular (concretamente series de flexiones) durante seis semanas respecto a un grupo de control: los deportistas que metían las manos tres minutos en agua a 15 grados tras las diversas series de diez minutos experimentaban una mejoría ostensible. “Tienen un efecto similar, cuando no sustancialmente mejor a los esteroides… Y no son ilegales”, afirma el profesor de la Universidad de Stanford (Estados Unidos) Dennis Grahn, uno de sus inventores, quien reconoció haber hecho el descubrimiento con su colega Craig Heller por accidente mientras estudiaba un modelo de disipación del calor.

Los guantes refrigeradores (CoolingGloves, ya patentados y comercializados por la empresa Avacore: cuestan 1.600 euros) forman hoy parte de la rutina de varios clubes europeos asesorados por Pruimboom. Son un instrumento de rápido intercambio térmico que crea un vacío para llevar sangre a la superficie de las palmas de las manos: conectado con un refrigerador y una fuente de vacío, el artefacto utiliza los capilares de las palmas como radiadores de frío, aprovechando su mayor capacidad para transportar sangre.

“Cuando disipas calor”, explica en español el fisiólogo holandés (fundador de la Psiconeuroinmunología clínica en Europa), “el cerebro baja la temperatura corporal, y la del intestino, que es mucho más importante. Si recuerdas, cuando llegó Van Gaal el United no pegaba una desde hace dos temporadas. El 15 de enero probaron la técnica por primera vez. No perdieron un solo partido hasta el 17 de marzo… Pero como ya era primavera no era cómodo llevarlos. Se lleva años intentando desarrollar unos guantes 'normales' que se puedan llevar durante el partido y tengan el mismo efecto. Lo que no sabemos aún es si, aplicando la técnica durante 90 minutos en lugar de 3, el efecto se mantendría. O incluso si sería contraproducente".

Un miembro de Avacore con un Cooling Glove.

Un miembro de Avacore con un Cooling Glove.

El estudio de Stanford que presentó el descubrimiento se publicó en 2012; la selección alemana comenzó a utilizarlo el año siguiente. “Existe una relación entre la temperatura intestinal, la temperatura cerebral y la aparición de fatiga”, explica Daniel de la Serna, Director Clínico del Instituto Español de Psiconeuroinmunología (IEP), “de tal manera que al disminuir la temperatura corporal se retrasa el cansancio y se optimiza el rendimiento”. Diversas investigaciones apoyan la tesis del director del IEP (la referencia clínica en España de esta disciplina científica): el enfriamiento de manos tiende a aumentar la duración del ejercicio y disminuye la percepción del estrés térmico, la sensación agobiante de calor, que es según los investigadores “la principal causa de presión física y consiguiente terminación del ejercicio en pruebas de intensidad fija en entornos calurosos”.

La empresa Avacore no ha conseguido pasar aún de la máquina al guante ligero para llevar durante los partidos: estos últimos se usan para tratar de mantener la temperatura disminuida en el descanso durante la mayor parte del segundo tiempo. Todos estos experimentos profundizan en el estudio de la termorregulación del cuerpo, un fundamento central de una disciplina en auge, la psiconeuroinmunología clínica (PNIc), que parte de un postulado sencillo: “Todo lo que pasa en el cuerpo pasa en el cerebro, y viceversa. Nosotros no separamos nada” (en palabras de Pruimboom).

La experiencia del Villarreal

Nacida en Estados Unidos con el nombre de Psychoneuroimmunology hace 40 años, Pruimboom trasplantó la disciplina a España cuando se instaló en Valencia hace 25 años. Comenzó en el deporte profesional con el atletismo y el baloncesto (Pamesa Valencia), cuyos jugadores comenzaron a visitar la clínica que había abierto en Jávea. A pesar de sus técnicas inhabituales (que podían incluir ingestas diarias de múltiples gramos de vitamina C o la eliminación del desayuno antes del entrenamiento a deportistas de élite en plena temporada),  el pequeño centro se convirtió en una referencia. “Tardamos en ser aceptados”, admite el holandés, pero cuando los primeros pacientes empezaron a pasar meses sin lesiones “comenzó la locura”. “Una temporada sin lesiones”, afirma Pruimboom, “es extraño hasta en categorías inferiores, así que imagínate en deportes de alto rendimiento. La gente no se lo esperaba, alucinaban”.

Se corrió la voz. “Vino un jugador del Valencia, luego ‘Joe’ Llorente y otros baloncestistas: Villalobos, Indio Díaz, los hermanos Jofresa, Pablo Martínez Arroyo (socio actual del IEP), ‘top ten’ de su deporte como David Ferrer... Después empezaron a venir futbolistas...” Y en 1998 Fernando Roig compró el Villarreal y le llamó para tomar un café. También le ofreció ser el director deportivo del equipo. "Tienes carta blanca", me dijo. Por aquella época el ‘Submarino’ estaba en Segunda División. “Me dio tres años para subir”.

El plan de Pruimboom en el Villarreal, desarrollado en conjunto con el entrenador Josan Irulegui y el preparador físico José Bollado, fue, asegura el holandés, “el primer proyecto verdadero de PNI” en un equipo de fútbol profesional. “Lo primero que hice”, cuenta a EL ESPAÑOL, “ fue hablar con el utillero; había que cambiar casi todo. Éramos consultores de todo. Un día le pregunté al utillero: ‘¿por qué limpias tú las botas?’ ‘Para que estén limpias y vean que hago bien mi trabajo’, me dijo. ‘Mal. Tiene que ser para que jueguen bien y se hagan campeones’. Y así, desde los detalles pequeños, empezamos a cambiar la psicología del equipo. El mayor error fue subir ese primer año a Primera. Yo mismo me perdí en la fama, firmaba más autógrafos que los jugadores".

Cooling Glove

Cooling Glove

En aquella época, Pruimboom saltaba a los periódicos por iniciativas tan inhabituales como implicar a las mujeres de los jugadores “para solventar crisis matrimoniales, que afectan mucho al rendimiento”. “También entrenábamos dos veces al día”, apunta, “ningún equipo lo hacía entonces. El plan era PNI puro: cambiamos hasta de médico".

El Villarreal subió a Primera en 1998 y al año siguiente, siendo sextos en su debut en la máxima categoría, ganaron 1-3 al Barcelona de Figo y Rivaldo en el Camp Nou. “¡Van Gaal me quiso pegar por decirle que habían jugado bien!”, bromea Pruimboom. “Pero luego se estropeó todo, cambió el régimen de primas, en fin, no quiero hablar ni dar nombres de jugadores…” El ‘Submarino’ no volvió a ganar un solo partido esa temporada. “Los jugadores hicieron la cama a Irulegui, que acabó fuera. Y descendimos”. Casi dos décadas después, el Villarreal ha adoptado varias técnicas de aquel periodo, y algunos de los médicos del equipo son alumnos suyos.

Después de aquello, Pruimboom convirtió a su clínica en un centro de peregrinaje de deportistas lesionados. Dejó la clínica en 2004 y se volvió a Holanda, donde el pasado pasado enero fue doctorado por la Universidad de Groningen. Además del Villarreal, Pruimboom ha asesorado en los últimos años al West Ham inglés, al Austria de Viena o al Hoffenheim y Hamburgo alemanes. “Yo la verdad es es que no miro los partidos de fútbol técnicamente; los miro ‘psiconeuroinmunológicamente’”, reflexiona: “Por ejemplo, cuando un jugador pierde el balón miro las caras de los demás. Si el lateral derecho pierde el balón y hay cuatro caras de 'te quiero matar', como pasaba, tenemos un problema. Si el portero y la estrella no se hablan, malo”.

Alimentación

Si hubiese que elegir la herramienta más poderosa de la psiconeuroinmunología, probablemente sería el cambio de nutrición. “En el Hamburgo que entrenaba Törsten Frings empezamos a entrenar en ayunas, no estaban acostumbrados. Cambiamos toda la nutrición, intervinimos en el biorritmo, hacíamos sesiones intermitentes de ducha fría e hipoxia”, explica Pruimboom, también fisioterapeuta y biólogo químico. Prácticas que integran el concepto de ‘Intermittent living’, “una forma de recuperar la fisiología y salud humana con el uso de desafíos conocidos de nuestros antecesores: ayuno intermitente, sesiones de frío, hipoxia, etc. Un protocolo de ejercicios basados en la exposición del cuerpo a estímulos estresantes intensos y cortos que activan la respuesta hormética del organismo, mejorando nuestra salud y tolerancia al estrés”.

De la Serna, uno de los promotores de la PNIc, afirma que la disciplina “se considera una ciencia médica ‘dura’, basada en evidencias, pero también utilizamos intervenciones ‘blandas’, basadas fundamentalmente en los cambios de estilo de vida, que cada vez son más respaldados por los profesionales de las diversas ramas médicas. Dicho esto, todavía hay un gran camino que recorrer y algunas barreras que seguir superando”.

Como sugiere su nombre, otra base de la PNI es el acento en el factor psicológico. “Sirve para cualquier deporte, matizando cada intervención”, dice Pruimboom. “Con un equipo de fútbol y uno de baloncesto, por ejemplo, yo no haría el mismo tratamiento a priori. Para fichar a un futbolista en mi equipo –salvo a Messi, obviamente– le pasaría siempre que me dejasen un cuestionario de amistad y compromiso. Si no pasa el test, jamás los ficharía. En otros deportes no lo vería tan decisivo...”

“En el fútbol”, concluye, “no es difícil tener éxito. Es mucho más difícil en el atletismo, por ejemplo. Allí llevamos con la PNI 30 años. El fútbol, a nivel científico, está mucho menos avanzado... ¡Nadie utiliza los guantes enfriadores… Y menos aún cosas como la manipulación del biorritmo!"