A veces la muerte tiene algo que ver con los estereotipos. Es en esa confluencia donde precisamente se forjan los mitos. Ocurre cuando un piloto de carreras fallece en un accidente durante la propia competición. O cuando un domador es devorado en la jaula por alguna de sus fieras. Son formas de morir tan desdichadas como cualquier otra, pero están revestidas, de algún modo, de cierto carácter legendario.

En el universo del gangsta rap, esa unión entre la muerte y el estereotipo suele adoptar la forma y el sonido de un balazo. O de varios. A la historia pertenecen, por ejemplo, los asesinatos a mediados de los años noventa de los considerados como máximos exponentes de la rivalidad entre el hip hop de la costa oeste y la costa este, Tupac Shakur y The Notorious B.I.G., ambos acribillados por las balas mientras viajaban en sus respectivos coches. Un suceso que los elevó a la categoría de leyendas del rap.

Ayer, tras un concierto en Las Vegas, falleció el rapero Albert Johnson, conocido como Prodigy, a los 42 años de edad. Integrante del dúo Mobb Deep, originario de Queens, en Nueva York, él y su compañero, Kejuan Muchita (Havoc), fueron dos de los principales representantes de la escena hardcore y gangsta rap de la costa este estadounidense durante la década de los noventa.

Atravesar el cráneo

Alcanzaron la fama con el single de 1995 Shook Ones (Part II), uno de los cortes de su segundo álbum de estudio, The Infamous, y se consolidaron como referentes del género con su siguiente disco, Hell on Earth, publicado en 1996, del que vendieron 500.000 copias los dos primeros meses, entrando directamente en el número 6 de SoundScan, y en el que contaron con la colaboración de conocidos MCs como Method Man, NasRaekwon, o Big Noyd. Prodigy, además, ha mantenido una prolífica carrera en solitario desde el año 2000, publicando un EP, cuatro discos y participando en otros tres.

Pero si por algo ha sido conocido Prodigy, además de por sus éxitos musicales, ha sido por su peligrosa relación con el estereotipo. Él era la cara amenazante del gangsta rap. En el sombrío videoclip de Hell on Earth (Front Lines), donde se ve un planeta arrasado por el ser humano, le escuchamos hablando del inicio de la guerra y del llamamiento a las armas, de la policía identificada como “el enemigo” y del uso de balas del calibre 22, que pueden “atravesarte el cráneo y descender sin parar hasta tu pierna”.

"Durante toda mi vida he vivido siempre en la adversidad. Soy un superviviente. No entendéis el poder mental que tengo"

En el folleto de ese mismo disco, Hell on Earth, se puede ver a los dos integrantes de Mobb Deep rodeados por montones de cocaína a lo Scarface y empuñando diferentes armas de fuego. Tal era su obsesión por el tópico que sus problemas con la ley se convirtieron en habituales. En el año 2003 fue arrestado y condenado por la posesión ilegal de drogas y armas de fuego. Algo que sucedió de nuevo en el año 2006 tras una persecución policial que el rapero protagonizó después de una redada.

El superviviente

Por fin, en el año 2007, fue condenado a 15 años de cárcel por la posesión ilegal de armas, aunque consiguió llegar a un acuerdo con la justicia para que la condena se redujese únicamente a tres años. Su megalomanía se refleja muy bien en las declaraciones que realizó tras conocer la sentencia: “Durante toda mi vida he vivido siempre en la adversidad. Soy un superviviente. No entendéis el poder mental que tengo”.

Es en esa confluencia donde precisamente se forjan los mitos. Donde nacen las leyendas. Esta vez, sin embargo, no hubo balas.

Ayer, 20 de junio de 2017, fallecía en un hospital de Las Vegas. Su muerte se debió a complicaciones relacionadas con la enfermedad de origen genético que padecía, denominada anemia falciforme, por la que los glóbulos rojos se deforman y entorpecen la circulación sanguínea.

Cualquiera habría creído que el final de la vida de Prodigy iba a ser otro. En el universo del gangsta rap, la unión entre la muerte y el estereotipo suele adoptar la forma y el sonido de un balazo. Es en esa confluencia donde precisamente se forjan los mitos. Donde nacen las leyendas. Esta vez, sin embargo, no hubo balas. No hubo disparos desde un coche. A Prodigy lo mató una enfermedad de la sangre. Supongo que las cosas no siempre salen según lo previsto.