El autor Montero Glez.

El autor Montero Glez. Moeh Atitar.

Libros Entrevista al autor

Montero Glez: "Yo he vivido seis desahucios y mañana puede ser el séptimo"

"En España no ha habido cultura desde el franquismo al 15-M" / "Pablo Iglesias es como un hermano pequeño del que aprendo" / "Los que dicen que la Transición fue ejemplar son los vencedores de la guerra civil, avergonzados" / "Una hipótesis sobre Rita Barberá: ¿alguien ha visto su cadáver?". 

27 noviembre, 2016 02:24

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Montero Glez (Madrid, 1965) se ha despojado de los placeres materiales. Es un híbrido entre Robinson Crusoe y El Lute que se fue a vivir a Cádiz, le compró un ordenador a un gitano por 50 euros -"para hacer Twitter"- y escribe trabajosamente en libretas diminutas, que son como jeroglíficos de devociones tachadas o subrayadas. Lee mucho, come lo que pesca, no tiene Whatsapp ni tarjeta de crédito. Es un outsider convencido: en su cabeza anidan todos los levantes del sur. Cuando se arremolina, se le encienden las venas de la frente, y se expresa con dedos muy flacos, con nudillos cansados de labrador capaz de sofisticarse y tocar el piano.

Recuerda que es autor, no vedette. Siempre había soñado con escribir una novela de espías, pero se pasa la vida buscando el tono. Acaba de ganar el XLVIII Premio de Novela Ateneo de Sevilla con El carmín y la sangre (Algaidael), un cuento histórico que nace a pachas de una anécdota que le contaron en la Venta de Vargas -el día que llegó un camión de nazis y pagaron una orgía- y de sus viajes curiosos a Gibraltar. Su protagonista es Ian Fleming, periodista, oficial de inteligencia británico y creador de James Bond.

El autor visita la redacción de EL ESPAÑOL y habla de círculos literarios, política y supervivencia, igual que se divaga largo y tendido junto a la lumbre en los pueblos. En un rato coge un tren y no le agobia llegar tarde. Los anarquistas no llevan reloj. 

¿Para qué sirven los premios?

Buena pregunta. Mira, yo aspiro a una sociedad justa, y en una sociedad justa no existirían los premios, porque tampoco existirían los castigos. Pero no estamos en una sociedad justa. En una sociedad justa yo no sería un escritor, yo sería un hombre que escribe. Aspiro a eso.

¿Cuál es la diferencia?

El sujeto se pierde si eres escritor, y ante todo soy hombre. Y tú mujer, que escribes, o informas. La sociedad injusta esta... ¡es un zapatero!, no, no, es un hombre que remienda zapatos, pero ante todo es un sujeto. Somos personas, ante todo. Pero eso en una sociedad como la actual, determinada por la economía, o por la crematística, mejor dicho, se pierde el hombre y la persona. Es, ante todo, la representación. Como estamos en una sociedad injusta, yo me presentaré a premios para ganarlos.

Eso no es una forma entonces de colaborar a la sociedad justa, ¿no?

¿El qué?

Presentarte a premios si crees que no deberían existir.

¡Claro! Creo que no deberían existir, pero no depende de mí el que existan o no. Ya que existen, prefiero el premio al castigo. Ya elijo, pero no tendría que elegir porque no tendría que haber. Tendría que escribir, que eso se haga público y ¿de qué manera podemos vivir y comer? Pues podemos vivir y comer con ese intercambio. Yo escribo, otro se dedica a hacer café y otro zapatos. Entonces hay un intercambio que se valora, pero no por el tiempo que tú tardes en hacer un café, de tal manera que si tú tardas menos tiempo en hacer una zapatilla que otra persona vales más, porque puedes hacer más en ese tiempo. Eso es muy injusto, lo que está sucediendo. Por eso en la India hay sótanos donde están continuamente trabajando, porque es el tiempo susceptible a generar y producir más mercancía. Se valora todo a partir de la relación tiempo y trabajo y se establece en el mercado. Yo no colaboro a que sea así, sencillamente porque me dedico a escribir, soy un hombre que escribe e intento dar lo mejor de mí y me presento al premio, porque no tengo otra manera de comer.

A mí me parece bien que te presentes al premio, ¿eh?

No tengo otra manera. Pero si los editores fueran personas... no los editores, sino la gente que trabaja en las editoriales... fueran sensibles a esto que digo, lo harían de forma diferente. Pero hacen el libro y cada vez que lo pasas por el código de barras, el distribuidor cobra en ese momento. Y el editor y el librero. A mi cuenta no llega. Yo tengo que esperar unos derechos de autor ¡que no llegan tampoco! O sea que es la única manera que tiene ahora mismo un autor para poder comer es presentarse a un premio, no hay otra. Es injusto. Lo justo sería pasar el código de barras, llegar a tu cuenta y encontrar tu parte.

O sea, que la industria editorial ahoga al escritor, y eso que le necesita fundamentalmente para existir.

Totalmente. Porque somos el contenido. La industria editorial lo que tiene es que está dando la espalda pero no sólo al autor, sino a la calle y a lo que sucede. Las crisis no saben planificarlas. Les cogen como a los zares les cogió la Revolución Rusa. No sabía que estaba el pueblo muerto de hambre y de repente se encuentran con el cuchillo en el cuello, y dicen, "¿pero esto, por qué?". Chico, es que venía un tren con la revolución ya pasando por Alemania. La clase dominante no sabe predecir las crisis, nunca. Eso lo dice Carlos Marx en la lucha de clases en Francia, la burguesía, llama él, no sabe predecir la crisis. Sólo se encuentran con ellas de repente, cuando esas crisis las han generado ellos. Eso mismo pasa en el microcosmos editorial se revela. Y deciden echar la culpa a la piratería. Pienso que la piratería les ha venido bien para justificar su crisis, porque no tienen la sinceridad de decir "es culpa nuestra".

No aprenderán nunca, son gente que vive en una jaula de cristal y no saben lo que ocurre en la calle, no tienen ni idea. Esta Feria del Libro me quedé sorprendido. Veo que hay una serie de editores independientes que se han juntado en una caseta tres, en otra caseta tres... Capitán Swing, Libros del K.O., Blackie Books... y veo que hay más gente con ellos que en Planeta. ¡Gente comprando! ¿Por qué es eso? Porque los grandes grupos editoriales, como no tienen contacto con la calle, no saben lo que quieren. Están acostumbrados a dominar el mercado con su dictadura. A poner 800.000 ejemplares de no sé qué, y con eso piensan que van a vender. Y ya no, ha cambiado el marco y no se han dado cuenta. "La crisis es la piratería". No. La crisis es su inutilidad.

Ahora mismo tiene más solvencia Libros del K.O., Capitán Swing o cualquier editorial independiente de las nuevas que Alfaguara, Random House, Planeta, los grandes grupos... y yo me alegro, aunque me presente a los premios de los grandes grupos. Pero en eso soy como Marx o Engels, cuando un gran grupo editorial cae, yo lo celebro con champán (ríe).

También tenemos que creer en la transparencia de los premios, ¿no?

Sí... en mi caso, pienso que es transparente, porque soy autor, no vedette. Me refiero: la vanidad es el orgullo de los vulgares, y yo no me considero vulgar, y no me pone lo de salir en fotos ni en televisión ni nada de eso. Yo he rechazado al Instituto Cervantes de Nueva York, que me invitaron a dar una conferencia y les dije que yo no iba en esas condiciones. Están acostumbrados a que en esas condiciones la gente vaya encantada, y yo no voy.

¿Por qué? Porque Nueva York es una ciudad que no conozco y además no tengo interés en conocer, no me llama la atención tirarme en un avión tantas horas para llegar a la Quinta Avenida, comerme un perrito caliente, hacerme un selfie de esos y ponerlo en Facebook. No. Prefiero quedarme en la playa, pescar y leer a Shakespeare mientras tanto. Me enriquece más que estar en esas condiciones. Se sorprendieron tanto del Cervantes que me pidieron que lo mismo que te estoy contando, se lo dijera por escrito. Y se lo dije: "¿qué hace Montero Glez en la Quinta Avenida comiéndose un perrito caliente?". Y ahí queda en sus archivos. Pero para esto están otros, que no son autores, son vedettes.

¿Como quiénes, por ejemplo?

No voy a decir nombres, soy un caballero.

Tiras la piedra y escondes la mano.

No, es que para eso hay otros, sería una lista tan larga (ríe)... la mayoría. Es así. El libro es el sujeto, que es la novela, y eso es lo que vale.

¿Por qué crees que en España sigue habiendo tantas novelas sobre la época del franquismo? ¿Por qué nos sigue interesando tanto y nos sigue dividiendo?

La mejor novela sobre la Guerra civil la escribió un extranjero, Ernest Hemingway. Por quién doblan las campanas. Esa es la mejor, para mi gusto.

¿De qué es síntoma eso, que la mejor novela sobre una guerra nuestra la haya escrito un extranjero?

Porque Hemingway trabajaba con el método iceberg, en el cual lo que se ve no es lo importante, sino lo que hay debajo. Hemingway hace esta novela desde el lado republicano y contando las burradas que hicieron los republicanos. Entonces eso es una provocación. El lector piensa, después de leer aquello: "si esto fue la respuesta, qué brutal fue la pregunta", el ataque y la agresión fascista que sufrió España, para que el pueblo humilde respondiera de esta manera.

No se puede tratar este tema con un signo igual de por medio. Porque si tú pones el signo igual entre el violador y la violada, estás bendiciendo al violador. Si la violada le saca los ojos al violador, no puedes criminalizar a la violada, y eso es lo que ha sucedido en España: que con las novelas que se han hecho en la Transición y las novelas que se han hecho en democracia, con Aznar y todo esto... se ha puesto el signo igual entre el agredido y el agresor.

El escritor Montero Glez.

El escritor Montero Glez. Moeh Atitar.

¿La literatura está siendo injusta con las víctimas del franquismo?

Totalmente. Eso hasta que llega el 15-M. Con el 15-M se abre un nuevo espacio discursivo y se construye un nuevo relato. Y ese nuevo relato es verdadero y está denunciando un relato falso, porque nuestra democracia es una verdad que se ha levantado y se ha escrito con manos falsas, que ha sido la Transición. El espíritu no se puede mantener en el vacío, necesita materia, y de esta manera nuestra democracia se ha caído, porque ha sido falsa, se ha construido con manos falsas. En el 15-M salen a la calle a denunciar esto que estoy diciendo. Uno de los rasgos. Otro de los rasgos es la globalización económica, etc. Pero aquí en España, lo importante es que se ha señalado desde corazón de la riqueza, la miseria... gente que come todos los días, que lleva zapatillas de marca y está denunciando desde el corazón de la riqueza, la miseria. Las revoluciones no se hacen con hambre. Se hacen con el estómago lleno. Porque el hambre lo que te hace es servil.

Me parece muy bien que la gente que lleva zapatillas New Balance, denuncie. Eso es más importante y hace más daño que lo otro. Entonces, cuando se sale a la calle, se sale a la calle para denunciar eso, pero también para pedir y exigir el relato verdadero. Un relato donde se denuncia que aquí ha habido un golpe de Estado, que se masacró al pueblo, que los militares, con ayuda de los alemanes, italianos y moros por delante, arrasaron España. Y luego se dicen que son patriotas. O sea, Franco pasa a la historia como un patriota y se carga España. Es una paradoja pero es así. Nos lo han contado así.

Si Franco no era un patriota, ¿qué era?

Un antipatriota. Porque se carga España, su tierra. Dejó esto como un erial. Se cargaron la cultura, porque había aquí un germen cultural... ¡si matan a los poetas más grandes, que son Miguel Hernández y Federico García Lorca! Entonces, ¿qué me van a contar que son patriotas estos? Échale cojones. Después la posguerra, el hambre. Y luego, cuando surge la Transición, se dice que hubo una guerra entre hermanos, que todos son igual de buenos o igual de malos...

"Se hicieron barbaridades en ambos bandos"...

Esa es la típica frase del vencedor en la guerra, que le da vergüenza reconocer lo que te estoy contando. Y la gente que dice eso es la misma gente que dice que no se pudo construir de otra manera la democracia en la Transición. Los mismos que te ponen el signo igual son los que te están diciendo que la Transición fue ejemplar. Fíjate, ¡son los mismos! Sólo la defienden los vencedores, y por vergüenza. Por eso fue una alegría para mí lo del 15-M. Lo más grande y estimulante que ha sucedido. Los apoyé desde el principio y sigo apoyando todo lo que es el espíritu del 15-M...

¿Pero sigues apoyando a Podemos?

Apoyo el espíritu del 15-M y todo lo que representa eso. Del 15-M han salido Yayoflautas, grupos ecologistas... ha habido mucho movimiento, y también una organización política como es Podemos. Yo apoyo todo lo que haya salido de ahí. En este caso, Podemos es lo que está a la vanguardia.

¿Y por qué un anarquista apoya a Podemos?

Es así (ríe). Soy anarquista y apoyo a Podemos. Porque es la única posibilidad para la revolución social. Yo digo "revolución social" y la gente se pone las manos en la cabeza y se creen que es quemar papeleras. No. Eso es desorden, y el desorden siempre está al servicio del orden establecido. La revolución social es aquella enmienda que Walter Benjamin le puso a la máquina de la historia de Carlos Marx: es decir, echar el freno de mano al tren de la historia.

¿Por qué es tan importante parar? Sólo parando es cuando se genera la conciencia. La conciencia nace con la sustancia, con la reflexión. Para luego esa conciencia ponerla en acción. Es tan importante lo de Podemos porque es la posibilidad de echar freno al tren de vapor de la historia. Cualquier persona que esté a la izquierda tiene que apoyar a la única representación que tiene ahora mismo, que es Podemos. Y lo peor de todo es que sólo hay un Podemos.

¿Izquierda Unida ya no cuenta nada?

El Partido Comunista es un cadáver desde el momento en el que Suárez le pega el tiro de gracia legalizándolo. Santiago Carillo entra en el juego. Siempre ha sido un cadáver, y con los restos de ese cádaver se montó IU. No me interesa. Me interesa Podemos.

¿Estás de acuerdo con lo que dice Iñigo Errejón de crear una nueva cultura que supere a la cultura de la Transición? Él pide que se produzcan nuevas obras con este nuevo discurso.

No es que se produzca nueva cultura, es que se produzca cultura, porque Franco se cargó todo. Ahora es cuando está la posibilidad de la cultura. Ahora es cuando hay gente no sólo como Iñigo Errejón, al que admiro, sino como César Rendueles, que es joven también... y ahí está floreciendo.

Pero que un partido político pida que se cree una cultura en una línea ¿no es un poco peligroso?

Es que no es ninguna línea, vamos a ver. "Cultura" es una palabra cuchara, una palabra que sirve para todo, como "educación". El pueblo más "educado" y con más "cultura" se dedicó a perseguir judíos hasta hace poco. Como conejos. Eso los nazis. ¿Eso es la cultura, eso es la educación? Ese es el concepto que tenemos: cultura y educación como adornos. Eso es lo que ha sido hasta ahora, por eso los escritores, ¡bueno, las vedettes estas!, siempre usan "educación" y "cultura". En España no ha habido cultura hasta el 15-M.

La había antes del franquismo, con Federico... aquí se escribieron los primeros manifiestos surrealistas, Ortega y Gasset dinamizó mucho, había un Miguel Hernández, aquí hubo una Edad de Plata, ¡pero se lo cargaron todo! ¡No quedaba nada! Y ahora es cuando está floreciendo, con esta nueva generación a la cual yo miro y aprendo de ellos. Para mí son como mis hermanos pequeños, de los cuales aprendes. Yo con Pablo alucino, porque es para mí ese hermano pequeño del que aprendo y estoy encantado. Yo lo reconozco. Lo que no puedo hacer es comportarme como se ha comportado conmigo la generación que me precede, que es una generación que yo he bautizado como Generación Cobarde.

¿En qué consiste la Generación Cobarde?

Es una generación de aspiraciones burguesas, que sueña con tener su próstata sentada en un sillón de la Real Academia. Eso es un insulto a la cultura lo que está sucediendo con esta generación. No vamos a dar nombres, pero sabemos quiénes son. Es una generación pagada de sí misma a la que se lo han dado hecho desde la Transición, desde esa mentira que es la Transición. Vendieron sus novelas, sus películas y sus tonterías. Y niegan el derecho del lector. Porque yo, como lector, tengo derecho a que no me guste una obra. Pero estos se ofenden por eso. No se les puede decir. Son tan pagados de sí mismos y tan inseguros... la Generación Cobarde tiene unos rasgos comunes, y uno de ellos es la inseguridad. Tú le dices que no te ha gustado su obra ¡y no te hablan! ¡Te niegan el derecho! Son tan inseguros, tan vedettes... no están ahí por ellos, sino por el capital.

¿Qué piensas del movimiento 'prosa cipotuda'?

(Se parte de risa). Me alegro. El artículo me gustó mucho. Es la marca del zorro. Cuando el zorro te hace la zeta en la cara, te hace marca, y yo digo: ya era hora. Qué alegría que se hayan quedado marcados. Toma. Lo que determina el estilo es el fondo. Yo no sé separar fondo y forma. A mí cuando me dicen "qué estilo, cómo escribes"... es como si a un director de cine le dicen "qué buena fotografía". Yo soy un contador de historias, y cada historia tiene una manera de contarse. Un estilo. Si tú encuentras el estilo, has triunfado. Pero si no lo encuentras, has malogrado esa historia.

¿Y entonces aquellos que tienen un estilo perenne, como los miembros de la prosa cipotuda...?

¡Es que no tienen fondo! Es que no cuentan nada. Son fuegos artificiales, y esa es la denuncia que hay. Pero luego yo tengo amistad y cariño a Manuel Jabois, por ejemplo. Porque me parece un chico muy majo, inocente, muy inocente, que se ha visto muy expuesto. Porque para mí no hay culpa más sublime que la culpa de la inocencia.

¿Por qué expuesto?

Porque está trabajando en muchos sitios a la vez. Está todos los días escribiendo.

Pero es decisión suya.

Sí, bueno, pero está en un grupo de poder y determinado por él. Con todo eso, yo le tengo aprecio a Manuel, ¿sabes? Lo que te iba a decir: en la prosa cipotuda no hay fondo, no hay historia, sólo hay prosa de fuegos artificiales. Mi primera novela, Sed de champán...

Ya sé lo que vas a decir. Que empieza diciendo que El Charolito sólo confiaba en su polla porque era lo único que jamás le daría por el culo.

Exacto (ríe). Pero era el único estilo de contar una historia suburbial. Yo cuento una historia con ese estilo en concreto. ¡Es que si no hubiera malogrado la historia...! Ahora la volvería a arrancar así y era la única forma de entrar dando una patada en la puerta y decir "aquí está mi historia". Pero eso no es cipotudo.

El escritor Montero Glez.

El escritor Montero Glez. Moeh Atitar.

No siempre que haya un falo va a ser cipotuda la prosa. Si no, no acabamos.

Ahí hay que saber matizar, ¿sabes? Porque a lo mejor hay gente que no pone la palabra "polla" porque se cree que va a ser clasificado como cipotudo. No, no. "Cipotudo" es que carece de fondo. Me dolió por mi amigo Jabois, ya te digo, pero sé que él es un tipo que se reinventará. Es joven y tiene mucha actitud y se dará cuenta.

¿Los otros no se reinventarán?

Los otros no están ni inventados. Ahí no vamos a dar nombres, pero en fin.

Tampoco son tantos.

No, no. Hay que ser valiente. Si estás en este oficio, hay que ser valiente. Y la Generación Cobarde se llama así porque no es valiente, por muchos que haya individuos dentro de ahí que alardeen de valentía. Mentira. Son inventos. Es el capital quien los pone ahí.

¿Tú crees que eres el último escritor maldito de España?

No, yo no soy maldito. Soy un bendito. Yo no admito etiquetas. A mí se me marcó de esa manera.

¿Por qué?

Porque tiene que haber una manera de clasificar para neutralizar. Yo, cuando a mí se me marca, cuando Sed de champán... se me bautizó así. Yo no soy ni maldito ni el último, si no no estaría aquí dándote una entrevista ni aceptando un premio. Qué va.

¿Pero qué querían neutralizar?

Eso es una táctica de Lombroso, una táctica policial que es para marcar, para hacer un retrato robot. Te ponen como "maldito". Lo que sucede es que cuando tú te desmarcas de ese malditismo, el que te hace el retrato robot se enfada mucho. Pero me alegra lo de la prosa cipotuda (se ríe a carcajadas). Dale mis felicitaciones a Lomana. Les ha marcado para toda la vida.

¿Qué hemos perdido con Rita Barberá?

Me acabo de enterar en el taxi, viniendo para acá. No lo sé. Mi pregunta es: ¿alguien ha visto el cadáver? Esa es mi pregunta a tu pregunta.

O sea, que estás proponiendo una teoría de la conspiración.

Es algo que se me pasa por la cabeza. Las hipótesis no son verdaderas ni falsas, por eso son hipótesis. Y yo planteo esa hipótesis.

Te parece que es sospechoso que haya pasado esto justo cuando viene a Madrid a declarar.

Claro, pero ¿quién no tiene esa hipótesis en la cabeza? ¿Alguien ha visto el cadáver? ¿Tú lo has visto?

No, yo no.

Pues entonces. 

¿Cómo es la vida de un anarquista moderno, qué tal se vive?

Yo no llevo reloj. Mira, yo me despierto cuando termino de dormir. Como cuando tengo hambre, duermo cuando tengo sueño, pesco lo que como, me dedico a leer, a reflexionar, a caminar, a hacer deporte. Ahora en enero empiezo a boxear. Soy muy aficionado, porque mi padre viene de la posguerra y del hambre, y entonces pues... combatía y eso, y soy aficionado al boxeo. Esta es una obra maravillosa de periodismo, es de Norman Mailer. Me lo acabo de pillar.

Subrayas. Con lápiz.

Pienso que así algo aprendo, aunque luego se me olvide, pero creo que así se me va quedando. Hago deporte... la gente se preocupa. Últimamente me dicen "te veo muy delgado", y me lo estoy planteando. Este verano salí a correr dos veces, una por la mañana y luego, por la tarde, también, porque es la única manera de que mi temperamento, que es nervioso, se tranquilice. Yo hago kárate. Y siempre digo que lo único importante es tener buenas piernas para salir corriendo, y eso que me han tildado de violento y de todo... no, no. Me enganchó al kárate Antonio Vega. Yo lo conocí en los años ochenta, él ensayaba con Nacha Pop por Tetuán, cerca de donde yo vivía. Era cinturón azul.

¿Fumas?

Cuatro cigarros al día. Por placer. Ya no soy fumador compulsivo. Yo tengo que estar sentado, tranquilamente, y fumo, y fumo cannabis. Uno después de desayunar, otro después de comer, otro después de cenar... y otro después de merendar. Ahora aquí en Madrid no fumo cannabis, porque se me cae la ciudad. Fumo de estos pequeños, un pitillo. Me siento en mi terraza y me fumo un canuto.

¿Y en cuanto a conciencia social, cómo se desarrolla el anarquista?

Cada vez que hay algún compromiso social de cualquier cosa, estar ahí, estar batiéndote, ayudando. Para enfrentarte a las fuerzas de represión directa que quieren echar a alguien de una casa. Yo soy el primero que estoy ahí para ayudar a parar eso. Me articulo con más gente. Yo he vivido seis desahucios en mi vida, y antes de que te desahucien, siempre te cortan la luz o el agua. Es muy violento. Muy violento. Es una violación de derechos. Es humillante que por no tener dinero te corten la luz, o el agua. Eso no puede ser una mercancía: la luz, el agua, la tierra, el dinero, el trabajo. Son derechos. Cómo va a pagarse por abrir el grifo y que salga el agua. Y no estoy a salvo de que sea el séptimo desahucio mañana, esta vida es así. Yo vivo de alquiler. No tengo propiedades ni aspiro a ellas... no tengo ni tabla de surf. 

El autor Montero Glez.

El autor Montero Glez. Moeh Atitar.