Ilustración de Mario Conde.

Ilustración de Mario Conde. Javier Muñoz

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Mario Conde, un Coelho que da el palo a los autores

El banquero entre rejas y venido a más como blanqueador de dinero se descubre como filósofo.

16 abril, 2016 02:08

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Quizá se hayan preguntado qué hace Mario Conde en libertad antes de apagar la luz, y despedirse otro día de éxito en la carrera de un abogado del Estado convertido en banquero entre rejas y venido a más como blanqueador de dinero B con ayuda de su hija. Si es así, aquí lo tienen: “Ayer noche, antes de dormir, reflexionaba sobre cómo surgió en la mente humana el concepto de Absoluto, la idea de Infinito, la construcción de la Eternidad”. Lo que se imaginaban.

Es así. Con tu cuerpo de JFK aterrizas en tu casa, después de un día de curro de mierda, te metes en el edredón, miras al techo y piensas que, joder, pensar en lo Absoluto es un error. Te estás perdiendo a la Matamoros en la final de Gran Hermano VIP, pero ese no es el problema. Pensar en lo Absoluto, el Infinito, la Eternidad, todo eso, es un error porque no se puede limitar a un pensamiento. Tratar de hacerlo es ampliar las preguntas sin respuestas.

Imagen de archivo de Mario Conde.

Imagen de archivo de Mario Conde. EFE.

¿Lo entienden? Hay cosas a las que no podemos aspirar, como por ejemplo, la verdad. Ay, lo dice Mario: “Lo Absoluto no es concepto, ni noción, ni idea. Es sólo experiencia: la Verdad es sólo una experiencia”. Es decir, para nuestro protagonista la Verdad no es igual para todos, cada uno tiene la suya.

La Verdad de Mario tiene 13 millones de euros -fruto de sus delitos y alojados en sociedades invisibles al control de las instituciones- escondidos por ahí. Y son el patrimonio familiar al que no van a renunciar los Conde. ¿Mario llamaría “organización criminal”, como ha hecho el juez Pedraz, a la trama que ha montado con sus dos hijos y su abogado para tener a mano sus millones y no tener que viajar al extranjero cada vez que necesiten un pellizco?

Cuando Mario Conde escribe que “la Verdad sólo es una experiencia” fabrica la justificación a una vida dedicada al atropello de la Verdad compartida, la de la comunidad, regida por la ley y aplicada por los jueces. “La Verdad la tienen Jesús, Pitágoras, Lao Tse, Eckhart… ¡Cómo os echo de menos!”, dice.

Para Mario Conde la Verdad no es igual para todos, cada uno tiene la suya. La suya tiene 13 millones de euros escondidos por ahí

Como un gusano que rompe con su aspecto y florece mariposa, Conde acude a la filosofía oriental para encontrar el nuevo disfraz. No podía regresar como banquero corrupto, sino como gurú espiritual: “Algunos consideran un mérito salir indemne de los años en prisión. Yo creo lo contrario: lo difícil es salir indemne de los años de la banca”, escribe en Siendo, eso es todo. Cartas a un antropólogo, un libro publicado hace unos meses en el que desnuda este proceso mágico, que recoge la comunicación mantenida en 2006.

Conde hace de las heridas que le causaron sus años en la cumbre, como un producto bancario de éxito, el motor de su redención. Ahora tiene una responsabilidad social. Dentro de la cárcel vio la luz, pudo entender que “es un mal momento para esta humanidad”. ¿Una hipoteca por las nubes y un salario por los suelos? ¿El paro y un desahucio? “La angustia sigue viva”. ¿Desahuciado? “El hombre carece de respuesta al sinsentido de su existencia”. ¿Alguna solución de banquero contra los desahucios? “Abrir el libro eterno -el que sólo vive en nuestro interior-, cerrar los ojos de la ilusión, encerrarnos en la cueva donde vive la oscuridad, escuchar la musicalidad del silencio, y dejar que esa vibración de la quietud adormezca el monstruo de la razón”.

Antes de regresar a la cueva donde vive la oscuridad, Conde y su compañero pensaron en la creación de una editorial: Séneca, que todavía sigue viva. Entre sus correos vemos al empresario que se sube al proyecto editorial y lo va dando forma. Javier y Mario van a ciegas en un negocio que desconocen por completo. Mario reconoce que no sabe de costes de impresión ni de distribución, pero le explica cómo se paga al autor a partir de su propia experiencia.

Algunos consideran un mérito salir indemne de los años en prisión. Yo creo lo contrario: lo difícil es salir indemne de los años de la banca

Pasa el tiempo y unos meses antes de salir el primer título de la editorial dedicada a nuevos escritores. Conde, consumado best-seller de gasolinera, señala que la financiación es un problema al publicar autores noveles. Imagina el caso en el que se encuentran con una obra buena, pero sin dinero para publicarla. ¿Qué hacer? Buscar el dinero, esperar a tenerlo o “pasar el riesgo a un tercero”. ¿Quién es el tercero? El autor. “No tiene nada de negativo”, escribe Conde.

“Sería negativo si el propio autor usa Séneca para poner el dinero necesario para imprimir el libro malo escrito por él. Pero eso no puede suceder porque ya hemos dicho que el presupuesto es la calidad”. Mario se pregunta por qué negarse a que sea el autor el que ponga el dinero, qué consecuencias puede tener. Y se responde: “Ninguna”. Siempre y cuando se esconda el hecho de que es el propio autor el que se financia la edición. “Desde luego, Séneca no anunciaría en el libro nada de este tipo. Sería perjudicial”.

Así que aconseja decirle al autor que en ese instante “consideraciones financieras nos impiden abordar la publicación y si en ese momento y previas esas premisas el autor dice que él puede anticipar el dinero necesario, ¿por qué no?”. Sencillamente, sería “un préstamo a Séneca”. “Un préstamo singular porque se corre el riesgo, él corre el riesgo, de no recuperarlo todo”.

Imagen de archivo de Mario Conde.

Imagen de archivo de Mario Conde. EFE

Entonces, ¿por qué querría alguien publicar su obra en una editorial sin estructura ni experiencia? “Porque no encuentra otros dispuestos a hacerlo. Nosotros ponemos el capital intangible de la editorial sólo porque pensamos que la obra merece la pena”. Ojo que en el caso de que haya beneficios, “lo justo sería decidir [el reparto] en función de la calidad de la obra y del riesgo asumido”.

Sobre las portadas Mario Conde aconseja no caer en un “exceso de modernidad”, porque puede, “justa o injustamente, transmitir una cierta sensación de frivolidad que sería enemiga mortal del libro”. Esto debió aprenderlo de sus reflexiones sobre la apariencia. Entre los correos dice que “la función del traje es la de esquivar las manchas de la realidad y dotarnos de una identidad reconocible en otras esferas”. “El problema surge cuando el ser confunde el traje, la envoltura, con la realidad que subyace tras él”.

La función del traje es esquivar las manchas de la realidad y dotarnos de una identidad reconocible en otras esferas. El problema surge cuando se confunde el traje con la realidad tras él

En estos días Mario tiene un negocio de tiendas de informática que montó “desde Alcalá-Meco y que a estas alturas factura unos diez millones de euros en nueve tiendas distribuidas en Madrid, Málaga y País Vasco”.

Aplica sus conocimientos en Banesto a la editorial en ciernes. Recuerda una junta general en la que le pidió a los accionistas permiso para crear una fundación cultural: “Dije: “Devolvamos a la sociedad en forma de cultura parte de lo que la sociedad nos entrega en forma de beneficios económicos”. Javier quiere arrancar la editorial con dos libros: dos ensayos sobre asuntos masónicos. Conde le dice que lo mejor sería que no se percibiera la editorial con “esa naturaleza sucursalista porque de ser así perderá, digamos, credibilidad”.

Los dos amigos, “parientes sanguíneos de lo inútil e íntimos amigos de lo imposible”, están de acuerdo en montar la editorial. Eso no le impide a Mario reflexionar sobre lo poco que se lee, “a la vista de la agresión audiovisual”. “No es halagüeño, pero aun así siempre hay espacio para libros de calidad, lo que, dicho sea de paso, se convierte en una especie cada día más difícil de localizar. Hay negocios en los que la cuenta de resultados se mide más en satisfacciones interiores que en números de la cuenta corriente; siempre que no cueste dinero disponer de ellos es todo un lujo”.

Mario reconoce a su testaferro intelectual que su mundo interior se hizo infinito en la cárcel de Alcalá-Meco, que terminó viviéndola como un monasterio o un lugar para el retiro espiritual

El libro se vende de la siguiente manera: “En estas cartas íntimas y en algunos casos profundas, se intenta desenmascarar al hombre bueno, al amigo de sus amigos, al místico y poeta, al trovador que decide implicarse en la vida social pero también en lo personal y escondido. Mario Conde demuestra ser una persona compleja, pero al mismo tiempo generosa. Capaz de cenar con mendigos o con poderosos si ambos poseen algún tipo de lucidez o aprendizaje”.

Mario reconoce a su testaferro intelectual que su mundo interior se hizo infinito en la cárcel de Alcalá-Meco, que terminó viviéndola como un monasterio o un lugar para el retiro espiritual. “Mi mundo era diferente. Encerrado en Alcalá Meco no me sentía propiamente en una cárcel. Más bien al contrario: disponía de una libertad real para lo importante muy superior a la que podría disfrutar cuando retornara a los campos de la libertad formal. Por ello en mi interior latían dos fuerzas antagónicas: la que reclamaba salir y la que pedía permanecer”, cuenta el ex banquero.

El primer ejemplar está listo y Mario dice que comprará 100 para mandar a amigos, le pide que le indique la cuenta a la que transferir el importe. “Con el IVA correspondiente. Este tipo de disciplina financiera en la gestión de la editorial, como de cualquier empresa, es fundamental. En casa la aplico a rajatabla”. Bueno, quizá no tanto.