Quique González.

Quique González. Dani Pozo.

Cultura Entrevista al artista

Quique González: "A mi hija le deseo que sepa reconocer a los hijos de puta"

"La iglesia católica y el franquismo en las instituciones hacen que sea difícil el diálogo" / "Julio Anguita, sólo dando los buenos días, da mil vueltas a cualquier político actual de izquierdas". 

23 noviembre, 2019 02:31

Llueve en Madrid y Quique González fuma un cigarro en la puerta de la cafetería del Círculo de Bellas Artes, despeinado y flaco, cálido y reflexivo -¿nostálgico?-, gentil siempre. Dice que le gusta la barra del sitio, con forma de coctelería acristalada que crece hacia los cielos llena de licores y colores imposibles. Parece de otra época. Como él, quizá. Pronto se tomará el cuarto café solo de la mañana: cogió un avión, arrastró guitarras, quedó con un fisioterapeuta, prometió ver a sus amigos de la capital. Hace quince años que vive en una montaña cántabra y que observa las masas de aire chocar entre sí mientras el resto sólo vemos ventanas, ladrillos y cables. De eso lleva algo en los ojos. 

Viene a presentar Las palabras vividas, un disco de diez temas escritos por el poeta Luis García Montero que él ha musicalizado, o, mejor, que ha sabido acompañar "para no despistar de la letra". Quique está cansado y lúcido. Ha parado para coger impulso: no hoy, en esta época. Le concedemos todo, porque ya tejió nuestra memoria sentimental con decenas de canciones eternas. Habla lento y suave, parece una alfombra desperezándose. Cuando algo le importa, tiembla la mesa. 

Las palabras vividas. ¿Qué ha vivido Quique González desde 2016, desde la última vez que nos vimos, con Me mata si me necesitas?

Después de terminar la gira con Los detectives, necesitaba parar un tiempo y desconectar un poco del ritmo de disco-gira-promo, todo esto… No sé. Paré y de repente sucedieron muchos cambios en mi vida. Tuve una hija… cambié de mánager, de la oficina en la que estaba. Intenté hacer otras cosas. Quise aprovechar el cambio para recuperar un poco de ilusión y de fuerza también.

¿Vital, o artística?

Sí, vital… que también es artística. En mi caso están bastante relacionadas. He tenido muchas dudas… todas esas que te vienen después de un parón.

¿Qué tipo de dudas?

Pues si quería seguir en esto.

Dudas graves.

Sí. Claro.

Funcionó genial el último disco…

Sí, pero no tiene que ver con cómo funciona el disco, sino con cómo funcionas tú. Y con la ilusión que tienes por lo que haces. Supongo que pasa en todas las profesiones, pero sobre todo en las vocacionales. Es el alimento, la gasolina que necesitas. Ya no es tanto ilusión por la música, porque sigo siendo un yonqui de la música, es más por lo que hay alrededor: las responsabilidades, el repetir los ciclos, el tener que exponerte, el gestionar un grupo de gente (tu banda, tu equipo de técnicos, y todo)… si te preocupa eso, al final tienes ciertas dificultades.

¿Te encuentras mejor ahora?

Sí, me encuentro mejor. El hecho de volver a tocar me ha revitalizado. Casi las dos mejores horas que paso a la semana, o cuando más me aíslo de todo o desaparecen los problemas… son esas dos horas en las que estoy en el escenario. Te das cuenta de que todas las visicitudes o los problemas que tienes hasta llegar a ese momento de tocar se acaban en cuanto tocas. Todo merece la pena. Si no estás tocando, te da la nube negra.

¿Estás escribiendo?

No me estoy poniendo a ello. Tengo unas cuantas canciones que escribí durante estos dos últimos años, pero me he centrado en terminar el disco de Luis porque lo tenía a medias y lo interrumpí por el disco anterior mío. Tengo que ponerme en el modo de “quiero hacer un disco”.

La nave de los locos. “La ciudad se pregunta quién va a ser el voluntario de las utopías”. ¿Qué utopías presenta para ti el mundo actual, qué te preocupa y con qué sueñas?

Bueno, vivimos en un mundo en el que las utopías siguen siendo utopías, pero lo posible se está convirtiendo en imposible. La mentira tiene más recorrido que la verdad. La verdad se acaba en el momento en el que la dices, pero la mentira sigue serpenteando, es como el mercurio. Entonces casi la utopía es recuperar el verdadero significado de palabras aparentemente utópicas, como “libertad”, “democracia”, “verdad”…

Hablemos de Bienvenida, canción dedicada a tu hija. Tiene ese toque de Palabras para Julia. ¿Cómo cambia a un artista ser padre?

Todo lo que te decían tus amigos que han sido padres antes que tú resulta que era cierto. Antes lo escuchaba y pensaba “no es para tanto”, “qué exagerados”… y luego ves que todo tiene sentido, y que hay palabras en tu vida que adquieren ya no otro significado, sino el significado verdadero. Por ejemplo, “vértigo”. Antes nombrabas el vértigo pero era en vano, el vértigo verdadero, en mi caso, ha sido al ser padre porque te asaltan unos miedos y unas preocupaciones que van a ser para toda la vida y que no existían antes. El ponerte tú, por otro lado, en otro plano: tus problemas y tus preocupaciones están detrás de tu pequeña. Eso te humaniza y te sitúa en otro lugar en la vida. La relación que he tenido con mis padres, que ya no están, la estoy reinterpretando también a partir de mi hija, y está bien… porque estableces otras conexiones con tus padres y entiendes mucho más la protección o la excesiva protección.

¿Cómo se compagina el ser padre con un oficio tan poco convencional como es el de músico?

Lo hablaba con Luis [García Montero] hace poco: tienes que volver a encontrar tu espacio creativo. Digamos que tengo hábitos desordenados para componer. Yo qué sé, tocar a cualquier hora en casa… incluso el sitio donde he vivido los últimos 15 años. Eso te cambia la perspectiva y creo que necesitas un tiempo de ajuste y de encontrar otros espacios creativos y otros momentos.

¿Que es lo fundamental que te gustaría que tu hija supiera sobre la vida?

Creo que lo más importante es reconocer a los hijos de puta y alejarte de ellos.

En Canción con orquesta dices “la noche me dejó su herida abierta”. ¿Uno puede ser un canalla, un bohemio, un maldito para siempre? Este gusto de los artistas por la nocturnidad, por el alcohol, las mujeres… esa cosa sórdida de los bares y las historias subterráneas.

Pues no lo sé… No estoy seguro de que yo haya ido de eso o haya fomentado eso. Me ha gustado mucho la noche, pero hay cosas que han dejado de llamarme la atención. Antes iba a las promos o a grabar de resaca, y casi de empalme, y ya no me merece la pena, la verdad. Yo creo que el propio cuerpo es el que te va ordenando un poco. Sí es verdad que en lo creativo necesitas un poco de caos y un poco de disciplina. Una cosa sin la otra… mal. La libertad sin nada de disciplina es el caos y la disciplina sin un poquito de sentido lúdico de las cosas… es un poco frío. Tengo compañeros que no escriben durante un año pero van a grabar un disco y escriben las letras en 15 días. Te hablo de maestros absolutos como Drexler o Lapido. Son increíbles, yo no podría hacerlo. Cada uno va adquiriendo ciertos hábitos y pautas, trucos para sacar adelante tus canciones. En mi caso siempre que me he puesto a escribir canciones, sobre todo las que más me gustan de las que he escrito, las he escrito diría que la mayoría por necesidad. Yo he sido muy poco disciplinado con todo en mi vida, pero con perspectiva creo que he sido más disciplinado de lo que parecía, si no no hubiera sacado adelante nada.

Quique González.

Quique González. Dani Pozo.

Hablemos de Mi todavía. “Yo no he sabido darte una ventana / con vistas al amor de los prudentes, / ni he cortado las rosas obedientes / que cultivan el orden del mañana”. ¿Cómo es ese amor obediente que nos da tanto miedo? Recuerda un poco al Contigo de Sabina.

Creo que en esta canción Luis, por lo que he hablado con él, está hablando un poco de la actualización de los amores de larga duración. De lo que todavía puedes ofrecer a la persona que está a tu lado, a tu pareja. De la magia que todavía puedes encontrar en lo cotidiano.

Qué difícil, ¿no?

Sí.

¿Somos inagotables en ese sentido?

Yo creo que sí, pero hay que cultivarlo un poco y hacer el esfuerzo de seguir mirando y admirando a la otra persona. Mirarla desde otro ángulo. Yo sí creo que es posible.

¿Crees en el matrimonio como institución?

Nunca me lo había preguntado, no estoy seguro. Creo en la celebración. Y en la pareja. Y en la celebración de la pareja. Creo en hacer una fiesta. Desde luego, en el sentido católico no creo en el matrimonio. Pero sí creo en festejar el amor.

Y en el otro extremo, es cierto que cada vez se habla más de las relaciones abiertas. ¿Cómo valoras ese nuevo modelo de amor?

Sería interesante ver cómo verían las relaciones cerradas la gente que nos estudie dentro de cincuenta años. Cuando no había pruebas de paternidad, todos los padres de la tribu, del pueblo, se hacían cargo del hijo, porque no había forma de comprobar quién era el padre. Todos ejercían de padre de la criatura. Supongo que ellos nos mirarían de una forma muy rara ahora por no tener relaciones abiertas, y dentro de 200 o 300 años nos van a mirar también de una forma muy rara. En cualquier caso, es una mala influencia, una vez más, de la religión y de la enseñanza católica.

Nos va a costar siglos desprendernos de la posesión.

Todo. Y de la culpa.

Evaristo detenido por la Guardia Civil, Luis y Pedro Pastor con sus conciertos cancelados por el Ayuntamiento de Madrid con el cambio de gobierno, C. Tangana censurado en Bilbao por sus letras supuestamente machistas… ¿cómo valoras el estado de la libertad artística y de expresión en España?

Lamentablemente, estamos sufriendo un retroceso en la libertad de expresión. Se está condenando la ficción más que la realidad, ¿no? Y eso es gravísimo, porque esto nos retrotrae a tiempos muy oscuros. Y también la culpa es nuestra, porque pensamos que todo lo conseguido iba a estar aquí para siempre. No. La libertad es algo que tenemos que seguir conquistando día a día. Tenemos que poner un “stop” ante la gente que no entiende esto.

La censura siempre ha sido patrimonio de la derecha, pero la izquierda se está contagiando.

Bueno es que es tan peligrosa la censura que intentan imponer desde fuera que la que te impones tú, son igual de peligrosas, con la diferencia de que la autocensura sólo depende de nosotros. Se acaba la libertad, la espontaneidad, y eso va en contra de cualquier concepto artístico. Cualquier expresión artística va a ser aburridísima o previsible y va a ser difícil que nos sorprenda o que tenga un poder de cambiar las cosas.

“Convoco la alegría de los que son iguales”, cantas. ¿Sigues confiando en la democracia ahora que Vox tiene 52 escaños? Hay muchos que la ensalzan pero con resultados así la denigran.

Sí… por supuesto que confío en la democracia, pero hay que luchar para que no tengamos que volver a conquistar derechos que ha costado muchísimo conquistar. Me refiero a igualdad, derechos humanos, la persecución a la inmigración… Hay que ser muy firmes en eso. Lo que hace falta, como en todo, es educación y saber de dónde venimos. Y estudiar a la gente que ha hecho posible eso y que se ha jugado la vida para que viviéramos en una sociedad mucho más libre e igualitaria. El mensaje que manda Vox, y el PP y Ciudadanos (porque son sus socios)… como lo de hoy, que se niegan a hacer la declaración en el Congreso en contra del machismo… se les tendría que caer la cara de vergüenza. No condenan la violencia machista. De Vox nos lo esperamos, pero se supone que Ciudadanos y PP son menos radicales. Al ser sus socios están vendidos por esto. Que haya mil setenta y pico mujeres asesinadas por el machismo… es una brutalidad, eso tendría que ser incuestionable incluso para ellos. Y el hecho de que haya un negacionismo de la violencia machista, del cambio climático, de los derechos de las personas LGTBI… debería ser incuestionable para todos. Y que sigan cuestionándolo desde este lado me parece gravísimo.

¿Y con la izquierda, qué pasa? ¿Va a estar siempre rota? ¿Crees en el abrazo que vimos el otro día?

Pues mira, desde el momento en el que después de votar nos muestran sin disimulo lo condicionados que estamos por los bancos y las grandes corporaciones y la CEOE… eso te hace pensar que nuestra democracia no tiene una calidad tan estimable como pensábamos. Si tan condicionados estamos por ellos, ¿de qué sirve nuestro voto? No tiene mucho sentido. Es tremendo que echemos de menos a las figuras políticas de hace veinte años. Para mí la clase política en España no está a la altura de la gente…

¿Te refieres a los políticos de la Transición?

No sé, veo a Julio Anguita y sólo dando los buenos días ya da mil vueltas a Iglesias o a cualquier figura actual de la izquierda. Y dice cosas con mucha más profundidad y mucho más sentido. Hay un trilerismo en la política… que parece que están todos en el Rastro jugando con nosotros y diciendo “¿dónde está la bolita?”. Ya no disimulan ninguno lo poco que les importan los problemas reales de los ciudadanos. Creo que el 40% del sueldo es lo que estamos destinando a pagar la vivienda. La Constitución dice que “todo el mundo tiene derecho a una vivienda digna”… Si la gente cobra 1.000 euros u 800 euros o 1.200 euros y tiene que vivir en un piso pagando 500 o 600 euros una de dos… o pagamos más dinero a los trabajadores o bajamos los alquileres, pero eso no va a dejar de crecer y ninguna de esas dos cosas va a pasar, ¿no? Lo único que nos queda es esperar a que eso explote y reviente. No sé.

Quique González.

Quique González. Dani Pozo.

Que se monte un Joker. No sé si la has visto.

Aún no, vi ayer la de Scorsese. Buenísima. Sí, pero es un sistema que asfixia la vida. No les importa la vida ni los problemas reales de los ciudadanos. Tendría que ser eso, ¿no? Tener un trabajo digno para pagar un piso digno y poder hacer un par de cosas, llevar a los niños a algún lado…

Y poder ser felices tres ratos.

Sí.

“Gente que sólo desea su pan, su hembra, y la fiesta en paz”, que decía Jarcha.

Sí, pero lo que pasa es que la gente que es ambiciosa es muy ambiciosa. Quieren demasiado.

¿Qué es España para ti?

Lo que tengo claro es que para mí España no es una bandera, ni un himno, ni un ejército. No sé. Es un territorio con muchísimos aspectos culturales distintos, con idiomas distintos… estamos condenados a entendernos, pero bueno, el veneno de la envidia que tenemos… no sé. La historia tan dura en los últimos yo diría que 100 años, y la influencia de la iglesia católica y del franquismo en las instituciones hacen que sea cada vez más difícil el diálogo y cada vez más latente el enfrentamiento. Es una pena. Me parece un drama que de pequeños no nos enseñaran una noción mínima de euskera, ¿sabes? O de catalán. Deberíamos haberlo aprendido todos en España. Para mí es más crucial que aprender inglés, de hecho, ¡pf!, hablamos fatal inglés… ninguno de nuestros presidentes hablaba inglés, salvo Sánchez, a un nivel digno. Saber decir “bona nit” y “egun on” creo que nos hubiera hecho entendernos mucho mejor de lo que nos entendemos ahora.

¿Se habrían limado así las cuestiones nacionalistas?

Claro, sólo eso nos hubiera hecho sentirnos más cerca. Viajar a Cataluña y decir “bona nit”, que es una gilipollez, ¿no?, pero es lo de siempre. La educación y la cultura son lo más importante. Sólo con eso seríamos un país mucho más unido del que somos a día de hoy. Más cohesionado.