La emoción de Belén Rueda en la boda de su hija, Belén Écija: un enlace 'boho' en Menorca con fiesta preboda en yate, invitados VIP y una sorpresa para la actriz

Era una de las bodas más esperadas del año. Belén Écija (31) y Jaime Sánchez (30) se han convertido en marido y mujer tras darse el 'sí, quiero' en una boda con cierto aire hippie e invitados muy conocidos en Menorca.

Después de seis años de noviazgo, la pareja se ha jurado amor eterno en una ceremonia sencilla celebrada en la iglesia de Sant Climent, una localidad rural situada en el municipio de Mahón.

Allí se han dado cita los amigos de la pareja. Desde Tomás Páramo (29) y su mujer, María García de Jaime (28), a las actrices Dafne Fernández (40), Carolina Rubio, Lucía Diez (28) y Ana Jara (29), o Álvaro Fontalba (31), todos compañeros en 4 estrellas de la recién casada.

Tampoco han faltado a la boda Emilio Aragón (66) y su esposa, Aruca Fernández-Vega (64), Francis Lorenzo (64) y Josefa Martínez, o los padres de la novia: Daniel Écija (62) y Belén Rueda (60). La actriz se ha dejado ver radiante en un vestido color mostaza. Y muy emocionada.

Y es que su hija ha celebrado una boda por todo lo alto en un lugar muy especial para la familia: el destino de vacaciones desde su infancia. La isla balear está cargada de buenos recuerdos para ella, y por eso ella y su recién estrenado marido han elegido este rincón.

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Belén Écija ha llegado a la boda enfundada en un vestido de inspiración griega confeccionado por la diseñadora Cristina Valenzuela.

Estaba tan radiante como en el vestido que eligió para su fiesta preboda, que tuvo lugar un día antes: un diseño de estilo 'boho' con encaje con el que organizó una gran fiesta a bordo de un yate privado surcando las aguas del Mediterráneo.

La familia ha tirado la casa por la ventana. Los festejos prenupciales dieron comienzo 24 horas antes del enlace. Arrancaron con un almuerzo en el restaurante del Club Náutico Binisafua. Y terminaron con una cena en el Som Sis de Binidalí, un bar con vistas al mar. 

Ya en las puertas de la iglesia, madre e hija se han fundido en un cálido abrazo. Finalizada la ceremonia religiosa, los novios y los invitados se han trasladado a una finca cercana. Allí ha tenido lugar un cóctel de bienvenida en un entorno absolutamente idílico: al aire libre, con vistas al mar y con música en directo. La pareja ha contratado a un grupo de jazz, así como un piano-bar, para dar la bienvenida a los asistentes.

Durante el banquete, la joven ha sorprendido a su madre con un regalo muy especial: la ha obsequiado con un ramo de flores. Un momento que ha dado pie a que ambas se fundieran en otro emocionado abrazo.

La fiesta y el baile, en el que los novios regalaron a sus seres queridos unas clásicas menorquinas de la firma Pons, se prolongó hasta altas horas de la madrugada.