El secreto mejor guardado de los Valles Pasiegos para comer y beber de lujo

El secreto mejor guardado de los Valles Pasiegos para comer y beber de lujo

Reportajes gastronómicos

El secreto mejor guardado de los Valles Pasiegos para comer y beber de lujo

Las Piscinas, en Villacarriedo, es un lugar que apuesta por cocina casera con producto de temporada, una bodega de más de 300 referencias y un ambiente familiar que lleva tres décadas atrayendo a amantes de la buena mesa.

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No descubrimos la pólvora si afirmamos que en Cantabria se come francamente bien. Es algo sabido por todos. Pero siempre es una alegría poder encontrar lugares que mantienen esa seña, tan de la comunidad, como alma del proyecto.

Es allí, en un pequeño pueblecito en pleno corazón de los Valles Pasiegos, concretamente en Villacarriedo, donde se encuentra un restaurante cuyo nombre despista. Se llama Las Piscinas, porque está al lado de las municipales del pueblo, pero lo que ocurre dentro no tiene nada de banal.

Junto a las piscinas del pueblo

Fundado a inicios de los noventa, concretamente en 1991, cuando nació el proyecto familiar lleva más de tres décadas alimentando a vecinos, viajeros y sobre todo, amantes del vino, porque tiene una bodega de esas que merecen la pena el viaje.

Es un espacio que mezcla lo rural con lo gourmet, con un comedor extenso, una terraza acristalada por la que se divisa la naturaleza de alrededor y una zona de bar donde lo mismo puedes tomar una cerveza fría y unas patatas fritas, que una botella de vino difícil de encontrar.

Macarena Escrivá

El alma del lugar se reparte en tres patas indispensables. Ildefonso Fernández, al que todos conocen como Fonso, que junto a su hermano Juanjo se ocupa de la sala y, sobre todo, de la bodega. Mientras que María Jesús López, Chus lo hace de los fogones, da forma a una cocina de las de toda la vida que no necesita más que su buena mano para brillar.

Juntos han convertido un restaurante de pueblo en una parada imprescindible para los aficionados a la buena mesa -y el mejor beber- en Cantabria.

La cocina de Chus: producto y temporada

Cuando uno sale de allí, no puede dejar de repetirse, "qué bien se come en Las Piscinas". En un mundo lleno de propuestas de aquí y de allá, cuando se da con algo original y tradicional, con esa mano de cocinera de siempre, incluso llega a sorprenderse.

Macarena Escrivá

Lo que se come aquí tiene que ver con el entorno. La carta empieza por lo más cercano. Desde un doble octavillo de anchoas de Carlanmar, hasta unas rabas de chipirón que llegan directamente de la costa o unas gambas al ajillo memorables.

Siguen unas croquetas muy cremosas, de las que se deshacen en boca o un mítico de la casa, el bonito que preparan con un finísimo escabeche de vermut, con la acidez justa y un sabor novedoso y equilibrado. Mejillones en salsa, puerros a la plancha con queso picón... Un despliegue de producto y creatividad que vale la pena el desvío.

Macarena Escrivá

A partir de aquí, se lucen con otros platos más contundentes. Por simple que pueda sonar, preparan unos huevos con patatas y foie frito que salen en prácticamente todas las mesas. No se quedan atrás los callos de wagyu de Santarosalía, picantes y adictivos o unas albóndigas caseras con patatas fritas para quitarse el sombrero.

Las Piscinas

Cuando aprieta el frío, es el lugar perfecto para comerse un plato de judiones con hongos y jamón o un cocido montañés que preparan por encargo. ¿Y los pescados? Cachón en salsa, cocochas de bacalao, corvina a la sal o una merluza en tempura de las mejores de la zona.

Macarena Escrivá

En el apartado de carnes, la contundencia se impone. Chuletón de vaca vieja, chuletillas a la brasa, lechado y cochinillo asado o unas carrilleras de cerdo ibérico estofadas, delicadas y deliciosas.

Macarena Escrivá

Los postres siguen la misma línea. Tarta de queso o de galleta, un estratosférico flan de queso casero o unas natillas de turrón que devuelven a la infancia. Todos ellos cierran comidas abundantes y sabrosas, con raciones generosas que justifican su fama de buena relación calidad-precio.

La bodega acristalada de Fonso y Juanjo

Si la cocina es sobresaliente, la bodega es por lo que muchos eligen este lugar. Fonso y Juanjo han levantado una biblioteca líquida con más de 300 referencias que viajan por España y el mundo.

Allí conviven desde clásicos como Rioja y Ribera del Duero con albariños de Rías Baixas, godellos gallegos, jereces en rama, champagnes de pequeños productores franceses o tintos del Priorat. Y lo mejor de todo, es que lo hacen a precios más que razonables.

Macarena Escrivá

La selección no es casual. Hay clásicos, añadas antiguas, rarezas de pequeños viticultores y vinos naturales. Lo más interesante es que no existe una carta cerrada, así que lo habitual es dejarse guiar por estos dos ases. Siempre encontrarán algo que se ajuste a tus gustos o te sorprenderán con algo que no habías probado antes.

Además de esa colección, Las Piscinas cuenta con etiquetas propias. Piscinas, un verdejo ecológico sin filtrar elaborado por Bodegas Carraballas, fresco y directo. Y Alfonsina, un tinto ecológico monovarietal de uva Bobal, de la D.O. Manchuela. Dos vinos que se sirven en mesa y que también se pueden llevar a casa.

Un lugar que trasciende el pueblo

Por si fuera poco, en 2015 la familia abrió La Alfonsina, un pequeño hotel rural en Santibáñez de Villacarriedo, donde los desayunos pasiegos completan la experiencia. Es una extensión natural del proyecto, pero aquí el protagonismo lo sigue teniendo la mesa.

El ambiente es familiar, cercano, y eso explica en buena parte que todos quieran sentarse en su mesa. No sorprende que todos los alaben.

Tampoco que este verano se hayan sentado en sus mesas músicos como Leiva, Jorge Drexler o Leonor Watling, o actrices como Toni Acosta. Coincidencias que demuestran que el boca a boca funciona y que este proyecto, merece toda la fama que tiene.