Una anciana contando dinero de su monedero.

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Salud

La preocupación por la cesta de la compra y la vivienda ya es el primer factor de riesgo cardíaco: "Eleva la adrenalina y el cortisol"

Los Determinantes Sociales de Salud (DSS) son un factor de mortalidad cardiovascular más grave que los considerados tradicionalmente.

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Las claves

La preocupación por la economía, la cesta de la compra y la vivienda se ha convertido en el principal factor de riesgo cardíaco, superando a los tradicionales.

Un estudio de la Clínica Mayo con más de 280.000 adultos muestra que la tensión financiera y la inseguridad alimentaria aceleran el envejecimiento del corazón.

El estrés crónico generado por problemas económicos y de vivienda eleva los niveles de cortisol y adrenalina, causando inflamación, arteriosclerosis y arritmias.

Especialistas recomiendan recuperar la dieta mediterránea, hacer ejercicio y escuchar música para combatir los efectos negativos del estrés en la salud cardíaca.

Los factores sociales como la preocupación por la marcha de la economía, la dificultad en el acceso a la vivienda, la inseguridad alimentaria que provoca el encarecimiento de productos frescos o el endeudamiento son factores de riesgo cardiovascular más graves incluso que los considerados tradicionalmente. Así se desprende de un estudio de la Clínica Mayo en EEUU.

El estudio se centró en los llamados Determinantes Sociales de la Salud (DSS). Incluyó a más de 280 000 pacientes adultos que rellenaron cuestionarios sobre nueve áreas: estrés, actividad física, conexión social, inestabilidad habitacional, dificultades económicas, inseguridad alimentaria, necesidades de transporte, nutrición y educación.

"Por 'inseguridad alimentaria' nos referimos a la percepción de no poder acceder a los alimentos frescos", explica Manuel de la Peña, cardiólogo y presidente del Instituto Europeo de Salud y Bienestar Social. "Esa pérdida de confianza transfiere un nivel de angustia muy alta, que se traduce en el consumo de comida rápida, precocinada y ultraprocesada".

El objetivo consistía en medir la edad cardíaca usando un algoritmo de electrocardiograma con IA (ECG-IA) y modelos de ecuaciones estructurales para establecer la relación entre los DSS, los factores de riesgo convencionales y la diferencia de edad cardíaca. Este último parámetro establece que si el corazón es biológicamente más viejo que el individuo, el riesgo cardíaco aumenta.

"El corazón es un órgano noble, y el estrés lo somete a un trabajo y un esfuerzo inadecuado", explica De la Peña. "Dispara la liberación de cortisol y adrenalina, aumentando la frecuencia cardíaca, la tensión arterial y el gasto cardíaco. Al mismo tiempo, el consumo de ultraprocesados y el estrés crónico causan una mayor inflamación. Aceleran la arteriosclerosis y las arterias coronarias pierden elasticidad".

Cuando este estrés crónico se mantiene en el tiempo, prosigue el cardiólogo, "las cavidades del corazón empiezan a crecer". Si la que crece es la aurícula, que genera el ritmo sinusal normal del corazón, "pueden aparecer latidos irregulares e incluso la fibrilación auricular, que es la principal causa del ictus. Es imprescindible por tanto frenar el aumento de cortisol, las catecolaminas y la inflamación".

Corazones envejecidos

Los resultados evidenciaron que la interacción de los DSS es el determinante más influyente del envejecimiento cardíaco en comparación con los factores de riesgo clínicos tradicionales. Entre todos los DSS, la tensión financiera y la inseguridad alimentaria fueron las más impactantes en el análisis general de la población y estratificado por sexo.

Determinantes como las tensiones financieras y la preocupación por la vivienda igualaron o superaron a elementos como la inactividad física y ciertos factores de riesgo de mortalidad convencionales. Pero hay que abordarlos como un fenómeno multifactorial, ya que muchos de los hábitos de vida nocivos para el corazón tienen origen precisamente en las dificultades económicas.

"Cuando dedicamos solo 10 minutos a comer de las 24 horas que tiene el día, esto conlleva estrés, angustia y ansiedad. Y es un círculo vicioso que provoca estrés crónico", valora De la Peña. Apresurar las comidas lleva a que recurramos con mayor facilidad a los ultraprocesados. "No tienen ninguna calidad nutricional, ni antioxidantes ni vitaminas C o D, y eso aumenta el envejecimiento del corazón".

La inseguridad alimentaria es superior en EEUU, que se enfrenta a los 'desiertos alimentarios' en los que los consumidores no encuentran productos frescos asequibles. Pero el médico avisa: "En España ya hay un 55% de personas con sobrepeso y obesidad, en Estados Unidos ya casi son un 60%, y la causa es el malestar que lleva a dedicar poco tiempo a la comida y al consumo de ultraprocesados".

"El mejor antídoto es rescatar y potenciar la dieta mediterránea", apunta De la Peña. "También hacer ejercicio físico, lo único que elimina la angustia y la ansiedad. Lo que hace es liberar el Factor Neurotrófico Derivado del Cerebro (FNDC) que permite relajar el corazón. Otro antídoto es la música que libera todos los neurotransmisores de la felicidad y nos relaja".

"Si no lo hacemos, si llegamos a casa después de una jornada de incertidumbre económica y de inseguridad alimentaria que nos ha disparado todas nuestras alarmas, o lo combatimos y lo neutralizamos con estas tres medidas o nos vamos a ver a ver abocados al riesgo de ictus y de infarto", concluye el especialista.