Virginia Sanz, española en Australia (virgsanz)

Virginia Sanz, española en Australia (virgsanz)

Salud

Virginia, española de 31 años en Australia, revela cuánto se cobra por entrar en ensayos clínicos: "9.000 dólares por nueve días"

En España existen organismos que trabajan para garantizar que los ensayos con personas no suponen una amenaza para sus derechos.

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La búsqueda de oportunidades laborales en el extranjero ha llevado a muchos jóvenes españoles a realidades distintas. Es el caso de la gaditana Virginia Sanz (@virgsanz94), que reside en Australia, y ha sorprendido en TikTok hablando de “otro trabajo random en Australia”, al contar que a una amiga suya le ofrecieron participar en un ensayo farmacológico.

En sus redes sociales, Sanz explicó que una amiga suya, donante de sangre habitual, recibió una oferta inesperada de un hospital. El centro la contactó para proponerle participar en un ensayo farmacológico, ya que "tienen su número en el hospital y la llaman cada 2 por 3". El caso evidencia el tirón del incentivo económico.

La cantidad ofrecida fue llamativa, según relató en sus redes. "¿Sabéis cuánto le decían que le pagaban por tenerla 9 días en el hospital testeándole toda la sangre y todo esto dándole medicamentos?". La respuesta era clara: "9.000 dólares australianos, 1.000 dólares por día". La cifra, por encima de 5.500 euros, sorprendió a muchos usuarios.

La amiga de Sanz rechazó la propuesta y la influencer lo celebró públicamente. "Qué locura, pero vamos, más locura me parece decir que sí. Mi amiga ha dicho que no, obviamente", señaló. Su reacción refleja el dilema de quienes sopesan la necesidad económica frente a los riesgos médicos, especialmente en contextos de precariedad o migración.

Virginia Sanz expresó su rechazo ético, sin negar la necesidad de investigar. "No está bien ni que experimenten ni con animales, ni con personas". Y agregó, en tono retórico: "¿cómo experimentamos? Pues no lo sé, no sé cuál es la solución, señores. Pero no hagan esto, por Dios".

@virgsanz Alguien en la sala que lo haya hecho? 🙄 #workandholidayaustralia #australia #trabajarenaustralia #vivirenaustralia ♬ sonido original - virgsanz94

El peligro del “cobayismo”

La tensión entre ciencia y moral tiene una larga historia. El Código de Núremberg (1947) nació tras los crímenes de la Segunda Guerra Mundial y marcó un antes y un después. Después llegó la Declaración de Helsinki (1964), que consolidó estándares internacionales para la investigación biomédica con humanos y orienta hoy a los comités de ética.

Estos marcos establecen pilares como el respeto a las personas, la beneficencia y la justicia, tal y como resume el Informe Belmont. Ese principio de justicia obliga a que los beneficios de la investigación se distribuyan equitativamente, evitando que solo las clases privilegiadas accedan a avances, y que los riesgos recaigan desproporcionadamente sobre colectivos vulnerables.

El alto pago ofrecido en algunos ensayos ha reavivado el debate sobre el "cobayismo", término que reduce a las personas a animales de experimentación. Aunque ese estigma ha menguado, la ACEB (Asociación Catalana de Estudios Bioéticos) advierte de que ciertos estudios suscitan críticas cuando los sujetos no comprenden plenamente las implicaciones. La protección efectiva exige información suficiente y evaluación independiente rigurosa.

La importancia y el control en los ensayos clínicos

Para entender el proceso científico conviene recordar qué son los ensayos clínicos. La Fundación Pasqual Maragall subraya que se trata de estudios controlados que evalúan seguridad y eficacia de tratamientos, medicamentos o intervenciones. Su diseño sigue condiciones estrictas y éticas para obtener resultados válidos y salvaguardar a los participantes, desde la selección hasta el seguimiento posterior.

El desarrollo de un fármaco atraviesa varias fases. La Fase I, con voluntarios sanos, busca establecer seguridad y dosis adecuadas, asumiendo el mayor riesgo inicial. La Ley del Medicamento define estos ensayos por su fin: "Poner de manifiesto sus efectos farmacodinámicos" o "Establecer su eficacia para una indicación terapéutica", bases del proceso de validación.

La participación siempre es voluntaria y debe ser meditada, recuerdan las guías divulgativas de la Fundación Pasqual Maragall. Los sujetos pueden acceder para usar nuevos tratamientos o contribuir al desarrollo científico. La decisión exige información clara, comprensión de riesgos y expectativas realistas sobre beneficios, sin confundir investigación con atención clínica estándar o con un servicio asistencial.

El consentimiento informado es el pilar ético que materializa la autonomía del participante. Debe garantizar voluntariedad, información y comprensión. La voluntariedad puede verse comprometida por persuasión, manipulación o coerción; la presión económica desmedida es un factor de riesgo que el proceso ético debe vigilar, con límites de compensación y evaluación independiente del equilibrio beneficio-riesgo.

La seguridad recae en los Comités de Ética de la Investigación con Medicamentos (CEIm), organismos independientes y multidisciplinares que examinan y aprueban protocolos antes del inicio. Verifican la adecuada protección de datos, el balance riesgo-beneficio y el cumplimiento de las Normas de Buenas Prácticas Clínicas (BPC), así como la idoneidad de investigadores, instalaciones y procedimientos.

Las Buenas Prácticas Clínicas constituyen el estándar para garantizar integridad científica y protección de los sujetos. Se consideran hoy "el punto de partida de la asistencia, la investigación y la ética clínica" en nuestro entorno, según la ACEB. Su aplicación estricta sustenta la confianza pública y permite que la innovación avance sin sacrificar derechos fundamentales.