Ecografía de un tumor testicular bilateral.

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Salud

El triángulo del cáncer de testículo en España: por qué en Badajoz, Huelva y Sevilla hay un mayor riesgo de muerte

El riesgo de fallecimiento por esta enfermedad en estos territorios de la península llega a superar en un 60% la media nacional.

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Las claves

Un estudio revela que las provincias de Badajoz, Huelva y Sevilla presentan el mayor riesgo de mortalidad por cáncer de testículo en España, formando un "triángulo" de mayor incidencia.

Factores como la dispersión rural, la distancia a centros sanitarios y un menor nivel económico se citan como principales causas del incremento de riesgo en estas regiones.

Otros territorios como Segovia, Zamora, Soria, Toledo, Ciudad Real, Cáceres y Córdoba también muestran tasas de mortalidad superiores a la media nacional.

La detección precoz es fundamental, pero las dificultades en el acceso a atención primaria y la falta de concienciación dificultan el diagnóstico temprano en áreas rurales.

El tratamiento del cáncer ha mejorado sustancialmente en las últimas décadas. Opciones como la inmunoterapia, los tratamientos con células CAR-T o los fármacos inmunoconjugados han permitido, en muchos casos, curar a pacientes que antes hubieran estado desahuciados y, en otros, cronificarlos para que puedan tener una larga vida.

Esto ha permitido reducir la mortalidad en muchos casos. Uno de los casos en los que ha ocurrido es el cáncer de testículo, que lleva descendiendo desde la década de 1980. En España la mortalidad está por debajo de 1 de cada millón de habitantes. 

Sin embargo, aunque la situación general es buena, hay algunas provincias que destacan por tener un mayor riesgo de mortalidad. Se trata de un triángulo formado por las provincias de Badajoz, Huelva y Sevilla, donde el riesgo de mortalidad por este cáncer es superior. 

Así lo muestra un estudio que ha mapeado las disparidades regionales en la mortalidad por esta causa en España y que se ha publicado recientemente en la revista Actas Urológicas Españolas. Según estos resultados, la provincia extremeña está a la cabeza con un riesgo un 60% seguida de Huelva (47%) y Sevilla (40%).

En el otro extremo, se encuentran las provincias de Madrid y Barcelona, con un riesgo un 73% y un 64% por debajo de la media respectivamente, según los datos de esta investigación. Para conseguirlos, los autores evaluaron la mortalidad por cáncer de testículo en España entre 2004 y 2023.

Los investigadores encontraron otro grupo con mayor riesgo de mortalidad por esta patología formado por Toledo, Ciudad Real, Cáceres y Córdoba, lo que puede indicar que esa mayor probabilidad puede extenderse a territorios fronterizos.

Por otro lado, otro triángulo que destaca esta investigación es el conformado por Segovia, Zamora y Soria, que muestran una tasa de mortalidad superior a la media. 

Si en Madrid y Barcelona (con la menor tasa) la mortalidad es de 0,66 y 0,55 pacientes por cada millón de habitantes, Segovia encabeza este ránking con 2,64 y le siguen Zamora con 2,58 y Soria con 2,39.

Viendo estos datos, surge la pregunta de qué es lo que tienen unos territorios frente a otros y por qué en un país con sanidad pública universal puede haber más riesgo de morir por esta enfermedad dependiendo de dónde se viva.

La respuesta a esta cuestión no es sencilla, como explica Juan Alonso Cabo, jefe de Urología en el Hospital Universitario de Badajoz (HUB) y miembro de la Asociación Española de Urología (AEU). El sanitario apunta a la dispersión rural y la ubicación geográfica como factor principal.

La provincia de Badajoz, ejemplifica el especialista, cuenta con muchos pueblos pequeños en el entorno rural, que muchas veces tienen los consultorios colapsados. Lo mismo ocurre con los tres territorios de Castilla y León. Esto retrasa la citación de los pacientes en atención primaria, el primer paso para lograr un diagnóstico.

La hipótesis de Cabo va en línea con la de los autores del estudio publicado hace unos meses. El trabajo, además de elementos demográficos como este, señalaba también un nivel económico menor en provincias como esta. 

Sin ir más lejos, en la provincia extremeña se encuentra el quinto pueblo con menor renta per cápita de España, Higuera de Vargas, según los datos de este año del Ministerio de Hacienda. La lista tiene más municipios pacenses, como Zahínos, Algarinejo y Cambil. 

Ocurre lo mismo con los territorios andaluces. Los dos tienen varias poblaciones con una renta media inferior a 20.000 euros anuales. Como La Campana y Alcolea del Río en Sevilla o Almonte y Villalba del Alcor en Huelva.

En entornos más rurales también es muy importante tener en cuenta la distancia hasta los centros sanitarios, sostiene Cabo. Por ejemplo, en el HUB el pueblo más lejano al que prestan servicio está a 110 kilómetros, lo que puede dificultar que los pacientes acudan al especialista.

Frete a esos, en otras provincias más urbanas como Madrid y Barcelona, sus habitantes suelen vivir más cerca de los hospitales porque no hay tanta dispersión geográfica.

Además, también hay que tener en cuenta el peso de la estadística, cuanto más dispersos los pueblos, menos habitantes tienen y en localidades más pequeñas el impacto es mayor. "No es lo mismo contar la mortalidad en una ciudad de 5 millones de habitantes que en un pueblo de 500".

Otros factores que señalan los autores del estudio es la exposición ambiental. En regiones como la suroccidental, que abarca los territorios de Extremadura y Andalucía, sectores como la agricultura, con el uso de pesticidas, o la industría y la minería pueden ser focos de riesgo. "Representan posibles fuentes relevantes de riesgo ambiental", reza el texto.

Un gran desconocido

Marta González, oncóloga médica referente en el HUB en este tipo tumores y miembro de la Sociedad de Cancerología de Extremadura (SOCAEX) dice que es difícil sacar conclusiones claras en cuanto a factores de riesgo y prevención de cáncer de testículo.

Reconoce que existe la hipótesis de la exposición ambiental, pero todavía no se ha podido demostrar esta relación casual, expone. "Todavía no está bien estudiada la enfermedad", indica.

Sí que se sabe que entre el 1% y el 3% de los casos de cáncer de testículo se debe a factores genéticos. "Los hermanos y los hijos de los pacientes tienen hasta 10 veces más riesgos de desarrollar esta enfermedad", cuenta la oncóloga. 

Puede que en estos territorios haya algún factor genético, que no ha salido aún a la luz y los expertos no conocen, que esté influyendo en estas cifras, agrega la sanitaria.

Los picos de mortalidad

Otro dato a destacar es que el cáncer de testículo tiene dos picos de mortalidad: entre los 35 y los 39 años y a partir de los 85. En el primer caso, no se sabe por qué ocurre, cuenta González. De hecho, ella lo achaca a una cuestión estadística más que fisiológica. 

En el segundo caso, la oncóloga desarrolla que los pacientes de más de 85 años no suelen recibir tratamiento o lo reciben en muy pocos casos debido a su avanzada edad. "Necesitan tratamientos quimioterápicos intensivos y no se pueden ofrecer de forma completa", desgrana.

Los dos especialistas coinciden en que esta enfermedad tiene altas tasas de curación si se detecta en fases tempranas, por encima del 90%. Por eso, animan a las personas a que, ante cualquier sospecha, acudan a su médico de cabecera para salir de dudas.

Sin embargo, muchas veces el problema está aquí, explica Cabo. Los médicos de cabecera son la primera línea en la detección precoz, pero muchas veces las consultas están colapsadas y los pacientes deben esperar un tiempo para poder conseguir cita.

También hay otros factores personales que atañen a los propios pacientes, dice el especialista de la AEU, como la vergüenza, la falta de conocimiento o el miedo a que se les realicen pruebas invasivas o dolorosas para detectar la enfermedad. 

Tanto él como González insisten en la importancia de concienciar a los jóvenes sobre la importancia de la autoexploración para detectar las señales lo antes posible y poder tratarlo. Sobre todo, teniendo en cuenta que es el tumor más frecuente en hombres entre los 15 y los 35 años. "El conocimiento y la educación son la clave", señala la oncóloga.