
El psicólogo Walter Riso. EFE
Walter Riso, psicólogo: "Si una persona te trata mal, aléjate, pero no salgas corriendo. La distancia no debe ser física"
Según el especialista, tomar distancia emocional permite recuperar el amor propio y evaluar si una relación es saludable o nos hace daño.
Más información: Lara Ferreiro, psicóloga, advierte sobre los amigos que tardan días en contestar un Whatsapp en España: "Suelen tener narcisismo"
El ser humano es, por naturaleza, un ser social. Desde la infancia, aprendemos a vincularnos, a establecer lazos afectivos y a buscar validación en los otros. Pero esa misma necesidad de conexión nos expone también al dolor de los apegos mal gestionados y a relaciones que pueden dañar nuestro bienestar psicológico.
Frente a esta situación, el psicólogo clínico Walter Riso plantea una alternativa sencilla pero profunda: tomar distancia emocional. En un vídeo reciente publicado en su cuenta de Instagram, nos invita a reflexionar sobre cómo reaccionamos cuando alguien cercano nos ignora, nos rechaza o nos hace sentir mal. “Estás frente a una persona que te trata mal, te ignora o no te hace sentir bien... y tú habías puesto ahí muchas expectativas”, señala.
Riso no sugiere escapar ni generar una ruptura brusca, sino una acción sosegada y tranquila: “No te tienes que alejar hacia afuera… no es distancia física, es distancia emocional”, explica. En lugar de actuar hacia el exterior, propone una retirada hacia dentro, hacia el propio centro de estabilidad y autoestima.
“Ve hacia quién eres, hacia tu historia, hacia tu amor propio”, indica. Ese gesto de recogimiento -al que llama ir “a tu microcosmo, que es un gran cosmos interior”-permite reconectar con lo esencial mientras el otro sigue “ignorándote”. En ese momento, añade, uno puede estar “contigo misma, en el más profundo de los amores, que es el amor propio”.
Dependencia emocional: un patrón muy extendido
La propuesta de Riso cobra más sentido al analizarla desde el patrón de la dependencia emocional, presente en relaciones de pareja, familiares o de amistad. Este se define como una necesidad constante de afecto que se intenta satisfacer de forma desadaptativa. En España afecta a casi la mitad de la población y, en su forma más grave, al 8,6 %, según el Instituto Andaluz de Sexología y Psicología.
Para muchos, alejarse emocionalmente -como propone Riso- no es una opción sencilla. “La vida sólo se concibe dentro de una relación afectiva, en la cual, la otra persona es considerada como la fuente de satisfacción de necesidades emocionales”, advierten desde el Instituto. Esta visión, reforzada por mitos sobre el amor romántico, lleva a relaciones marcadas por la idealización, el miedo al abandono y la pérdida de identidad.
Los estudios académicos confirman que la dependencia emocional está relacionada con distorsiones cognitivas -como el pensamiento polarizado o la falacia del control- y con un uso reiterado del autoengaño como mecanismo de defensa. Un estudio publicado en la Revista Iberoamericana de Psicología y Salud, señala que “las personas con dependencia emocional reportan niveles significativamente más altos de autoengaño que quienes no presentan esta condición”.
Ese mismo autoengaño, como explica el artículo, puede traducirse en frases como “mi pareja me quiere, aunque a veces me trate mal” o “sin ella no soy nada”, que refuerzan la asimetría de roles y dificultan la salida de relaciones dañinas. En este sentido, lo que Riso llama “tu microcosmo que es un gran cosmos interior” es también el espacio terapéutico necesario para deconstruir estas creencias.
Señales que debemos tener en cuenta
La dependencia emocional suele pasar desapercibida porque muchos de sus síntomas se confunden con señales de afecto o compromiso. Sin embargo, puede adoptar muchas formas, pero suele compartir una base común: la dificultad para estar bien sin la otra persona. Estas son algunas señales frecuentes y los pasos básicos para iniciar un cambio:
-
Miedo intenso al abandono. La idea de perder a la pareja genera ansiedad desproporcionada, incluso en relaciones inestables o dañinas.
-
Idealización de la pareja. Se sobrevalora a la otra persona, atribuyéndole cualidades que justifican la propia sumisión o inseguridad.
-
Sumisión y renuncia personal. Se dejan de lado aficiones, amistades y decisiones propias para mantener la relación a cualquier precio.
-
Necesidad constante de afecto. Se buscan demostraciones permanentes de amor y atención como única fuente de seguridad emocional.
-
Baja autoestima. La persona dependiente no se siente valiosa por sí misma y necesita validación externa para sentirse aceptada.
-
Relaciones encadenadas. Tras una ruptura, se entra rápidamente en una nueva relación para evitar la soledad o el vacío emocional.
-
Dificultad para poner límites. Aunque haya maltrato o desinterés, cuesta alejarse por miedo al rechazo o a quedarse solo.