Imagen de archivo de varias enfermeras atendiendo a un paciente con cáncer.

Imagen de archivo de varias enfermeras atendiendo a un paciente con cáncer. Javier Lizon EFE

Salud

La sustancia más picante del mundo emerge como remedio para el dolor intratable de cáncer: lo reduce en un 38%

Un reciente estudio ha demostrado que una inyección con pequeñas dosis de resiniferatoxina también podría disminuir el uso de opioides analgésicos.

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Los opioides se han convertido en la base del tratamiento del dolor oncológico. Aunque no en todos los pacientes con cáncer se han demostrado efectivos.

Se estima que al menos un 15% de ellos no consigue aliviar el dolor con estos fármacos. Un grupo de investigadores ha descubierto ahora que su solución podría encontrarse en una sustancia que nada tiene que ver con estos analgésicos.

Se trata de la resiniferatoxina (RTX), que se extrae de una planta, similar a un cactus, conocida como Euphorbia resinifera y que se encuentra en el norte de África.

Además de ser la sustancia más picante del mundo, según la escala de Scoville, también es una toxina, por lo que puede actuar contra el dolor, como han comprobado los científicos de los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos.

Su estudio, publicado en The New England Journal of Medicine (NEJM), ha demostrado que una única inyección con pequeñas cantidades de RTX podría disminuir en un 38% la intensidad del dolor más intenso en pacientes con cáncer avanzado.

"Son efectos inmediatos"

El autor principal del estudio, Andrew Mannes, reconoce que "los efectos de esta terapia son inmediatos". Cree que les da una oportunidad a los pacientes con dolor oncológico de recuperar cierta normalidad en sus vidas.

Tras el tratamiento, los pacientes pudieron volver a relacionarse con sus seres queridos, ya que "no necesitaban pasar largos periodos sedados", pues el uso de opiáceos analgésicos también se redujo en un 57%.

El vicepresidente de la Sociedad Española del Dolor, Carlos Goicoechea, asegura a EL ESPAÑOL que aún es pronto como para considerarla una alternativa.

Sí que la ve como "una opción" sobre la que se necesitan conocer más datos, puesto que el citado estudio es de fase I y participaron 19 pacientes.

Basa su escepticismo en anteriores ensayos en los que también se ha probado con la RTX para aliviar el dolor de pacientes con artrosis y "los resultados no fueron los esperados".

Por ello entiende que los opioides siguen siendo "los más eficaces" para tratar el dolor intenso en pacientes con cáncer. 

Aunque, a diferencia de lo que ocurre con estos fármacos, la RTX no genera ningún tipo de adicción por su mecanismo de acción.

"Cuando hablamos de un paciente oncológico lo más importante es quitarle el dolor. Y si se encuentra en las fases finales del cáncer, no nos preocupa que se pueda generar adicción", defiende Goicoechea acerca de los opioides.

El riesgo de toxicidad

La RTX actúa contra el TRPV1. Se trata de un receptor en el que están presentes las neuronas que producen el dolor. Y el papel de la RTX no es otro que el de disminuir la actividad de estas neuronas.

El problema es que el TRPV1 está presente en un gran número de neuronas. Por ello, si se administra de una manera generalizada, podría causar mucha toxicidad.

De ahí que, para Goicoechea, el aspecto más interesante del estudio publicado en NEJM sea la vía de administración.

La inyección se ha administrado directamente en la médula espinal. Los investigadores consideran que es la vía más eficaz para bloquear el dolor, ya que al impedir que llegue a esta parte, también se evita que alcance el cerebro, donde se percibe el dolor.

Además, su efecto se reduce a la médula espinal. En cambio, si se administrara por vía oral, el riesgo de toxicidad podría ser mayor.

El inconveniente, eso sí, es que se trata de un método incómodo para los pacientes, ya que a veces requiere la utilización de una bomba subcutánea con la que se libera el fármaco en la médula.

Por este motivo, el catedrático de Farmacología de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid cree que de utilizarse la RTX, sólo se haría "en aquellos casos en los que realmente sea importante", pues la vía oral es la más sencilla a la que recurrir.

Insiste en que lo primero será contar con un mayor número de estudios (así como de participantes). Con ellos se demostrará también si "aunque no generen adicción, tampoco causan otros efectos tóxicos".

Los investigadores defienden que lo único que elimina es la sensación de calor, además de la del dolor. También han podido comprobar que, al contrario de lo que sucede con los anestésicos locales, no se produce un adormecimiento generalizado.

Creen que el potencial de esta terapia va más allá del dolor refractario por cáncer. Confían en que también se podría utilizar para el dolor causado por un neuroma, una cirugía o por la neuralgia del trigémino.  

Aun así, son conscientes de que "los próximos pasos incluyen ensayos clínicos de mayor envergadura para que la RTX avance hasta conseguir la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de EEUU".