Se cree que Abraham Lincoln es la persona con Marfan más famosa.

Se cree que Abraham Lincoln es la persona con Marfan más famosa.

Salud

Un medicamento contra la gota podría ser el primer fármaco específico para la enfermedad de Abraham Lincoln

El alopurinol, un fármaco comercializado desde hace 60 años para reducir el ácido úrico, puede tener una segunda vida para evitar aneurismas a pacientes con síndrome de Marfan.

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Una investigación española puede marcar un antes y un después en las personas con síndrome de Marfan, una enfermedad poco frecuente de origen genético que aumenta el riesgo de roturas en la aorta.

Se piensa que personajes famosos del pasado como Abraham Lincoln tuvieron Marfan porque el aspecto de las personas que lo padecen es muy característico: altas y delgadas, con grandes extremidades y dedos largos.

No hay una cura para este síndrome pero Gustavo Egea, catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona, cree haber hallado una terapia para prevenir y tratar su riesgo más grave, el aneurisma de la aorta, un ensanchamiento de la arteria que puede acabar en rotura.

Y lo ha encontrado en el lugar más insospechado: el alopurinol, un fármaco que se utiliza desde hace más de seis décadas para tratar la gota y exceso de ácido úrico.

"Nosotros estudiábamos los mecanismos moleculares implicados en el aneurisma aórtico en Marfan", explica Egea a EL ESPAÑOL. El estrés oxidativo juega un papel importante en su formación, por lo que "empezamos a analizar qué moléculas y enzimas estaban implicadas".

Hace ya casi tres años descubrieron que una de estas enzimas era la xantina oxidasa, implicada en la producción de ácido úrico. Y que existía un fármaco ya conocido, el alopurinol, que inhibía la acción de esta enzima.

Lo siguiente que hicieron fue dar distintas concentraciones de este medicamento a ratones que hacían de modelo para la enfermedad de Marfan, y "vimos que funcionaba muy bien, ni se formaba aneurisma ni, si lo había, progresaba".

Muchos fármacos prometedores en ratones fracasan porque al extrapolar la dosis al tamaño humano tiene una toxicidad que lo hace inviable pero, en este caso, "las dosis podían ser perfectamente aplicables a los pacientes con Marfan".

Egea y su equipo del grupo de Biología Celular Vascular del Idibaps (Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer, asociado al Hospital Clínic de Barcelona), junto a los investigadores del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Raras (Ciberer), Isaac Rodríguez-Rovira y Victoria Campuzano, no lo dudaron dos veces y acudieron a la Agencia Europea del Medicamento.

Esta acaba de conceder al fármaco una designación huérfana, que facilita los trámites burocráticos, los ensayos clínicos y la comercialización de medicamentos dirigidos a enfermedades poco frecuentes.

En caso de que salga adelante, sería el primero para tratar específicamente el síndrome de Marfan, que afecta a 7 de cada 100.000 personas en la Unión Europea.

Esta enfermedad está causada por mutaciones en el gen FBN1, que codifica una proteína esencial para las fibras de muchos tejidos conectivos del cuerpo.

Esto implica que una serie de problemas de salud, desde ceguera por desplazamiento del cristalino a problemas musculoesqueléticos y la característica altura y flacidez muscular de las personas con Marfan.

Abraham Lincoln es la persona más famosa que se cree que ha tenido Marfan, aunque hay ejemplos de celebridades actuales que han sido diagnosticados, como el nadador Michael Phelps.

"El Marfan es muy diverso, desde oftalmología nos llegan muchos casos de niños porque tienen el cristalino desplazado", explica Alicia Colino, vicepresidenta de la Asociación Española de Afectados por el Síndrome de Marfan (SIMA).

"Pero siempre ha sido una enfermedad que tarda en diagnosticarse, muchas veces la gente no lo sabe hasta que tiene un aneurisma". Problemas como cataratas, glaucoma o escoliosis también son muy habituales y a edades tempranas.

Prohibidas las emociones fuertes

El mayor problema, sin embargo, es el aneurisma, que puede ser fatal. Por eso se someten a cirugías preventivas, como implantar válvulas mecánicas. "Son importantísimas las revisiones anuales para controlar la dilatación de la aorta".

De hecho, el estrés y las emociones fuertes son contraproducentes para ellos, pues un aumento del ritmo cardíaco perjudica la integridad del tejido de los vasos sanguíneos.

De ahí que tengan que tomar medicamentos beta-bloqueantes o antihipertensivos que ayudan a prevenir males mayores.

Por eso, Colino cree que "sería magnífico" que se demostrara el beneficio del alopurinol para prevenir las complicaciones del Marfan.

Este no sería el primer medicamento que se reposiciona para una indicación que poco tiene que ver con su intención original.

"Esto está muy en boga en la actualidad, pero debería estarlo más", opina Francisco Zaragozá, catedrático de Farmacología de la Universidad de Alcalá de Henares y exvocal nacional de Docencia e Investigación del Consejo General de Farmacéuticos.

"Se trata de medicamentos ya conocidos y experimentados, por lo que se conocen sus efectos adversos y esto supone una gran ventaja".

El hecho de que un fármaco contra una enfermedad sirva para otra se explica porque "las rutas bioquímicas del organismo que pueden verse alteradas en una patología no son muchas, así que el medicamento que diseñes para un efecto puede extrapolarse a otros".

Hay muchos ejemplos: la aspirina, archiconocido antiinflamatorio, ahora se utiliza como anticoagulante; el minoxidil era un antihipertensivo antes de prevenir la caída del cabello; la doxilamina servía para prevenir el vómito en embarazadas y ha acabado siendo popular para inducir el sueño (es el nombre técnico de la Dormidina)...

La idea de Gustavo Egea va más allá de reposicionar el alopurinol para tratar el síndrome de Marfan. "Apostamos por una terapia combinada junto al losartán (un antihipertensivo). Son dos dianas moleculares distintas por lo que tendríamos una eficacia mayor que con cada uno por separado".

Está en contacto con las asociaciones de Marfan de varios países europeos, así como las unidades clínicas especializadas en su tratamiento, para impulsar ensayos clínicos, pero necesitan el apoyo de un laboratorio farmacéutico, ya que estos estudios son caros.

Ahí juega un papel importante la designación huérfana, ya que concede ciertas ventajas comerciales a quien asuma su desarrollo y comercialización.

Hay un plan B. "Estoy a la espera de una reunión con la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios para conocer cuáles serían los requisitos legales para que el médico pueda prescribir el fármaco fuera de la ficha técnica", afirma Egea.

"Los ensayos en aneurisma son largos, pueden durar de tres a cinco años hasta que ves efectos en la progresión, por lo que está esta posibilidad. Hay que ser prudentes y ver que lo que ha funcionado en animales lo hace en personas, pero sin duda es algo muy esperanzador".