Una intersección.

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Salud

Por qué apenas hubo accidentes durante el apagón si los semáforos no funcionaban: así es la psicología de la percepción

El arquitecto Pedro Torrijos ha señalado que el cerebro opera a través de una interpretación de la información que recibe de los cinco sentidos.

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J. Rodríguez
Publicada

El tránsito por carreteras y por ciudad fue uno de los grandes retos que dejó el gran apagón de este lunes en España y Portugal. El corte de electricidad dejó sin funcionamiento a los semáforos y provocó multitud de desplazamientos y atascos. A pesar de que se movilizaron agentes para mediar en algunas intersecciones, en muchos lugares el respeto a los turnos de paso quedó en manos de los ciudadanos. Y la jornada fue tranquila en este sentido.

Si bien hubo preocupación por posibles choques de automóviles y atropellos, la Dirección General de Tráfico (DGT) ha destacado la ausencia de incidencias relevantes durante la jornada sin energía. "Las mayores incidencias se produjeron en los accesos de las grandes ciudades, por la interrupción de los semáforos, que generaron un mayor tráfico en las vías de circunvalación", explica la página web del Ministerio del Interior.

De hecho, el organismo lamenta que ayer se produjeron tres accidentes mortales en carretera —en Murcia, en Baleares y la provincia de Barcelona—, pero ninguno de ellos estuvo relacionado con el apagón de energía. Pero, ¿cómo es posible que ante la ausencia de semáforos no se produjeran accidentes? Algunos expertos apuntan a que un fenómeno de la psicología estaba detrás de que el lunes nos volviéramos más prudentes al volante.

Este fenómeno al que se refieren es la percepción, que va mucho más allá del simple hecho de captar información a través de los cinco sentidos. Precisamente, es el proceso por el que el cerebro elabora una interpretación del entorno que nos rodea a partir de esa información que le dan los sentidos. Vamos, que crea una visión en nuestro cerebro de nuestra realidad y que, por tanto, es subjetiva; hay muchas maneras de interpretar lo que percibimos.

Y esto es lo que parece que sucedió ayer. Así lo ha explicado el arquitecto y divulgador Pedro Torrijos en su perfil de X en un hilo en el que ha definido la percepción como "una fuerza invisible que gobierna todos nuestros movimientos". Y destaca: "Nuestro cerebro está constantemente analizando inconscientemente espacios y dimensiones" y opera en consecuencia a reglas que a menudo no tienen que ver con ninguna realidad física, sino con nuestra percepción psicológica de los espacios".

Por esta razón, cuando de repente el lunes observamos que los semáforos no funcionaban y que el paso por cada intersección dependía de nosotros mismos, nuestro cerebro hizo una nueva interpretación de las calles por las que circulamos. No podíamos confiar en los turnos que asignan los semáforos y, por eso, moderamos la velocidad y fuimos parando el coche cada vez que nos encontrábamos a un peatón u otro coche.

La autoridad del semáforo había desaparecido y "nuestro cerebro ejerce la responsabilidad de negociar con los demás", explica Torrijos. Esta es la razón por la que el arquitecto y divulgador señala que una calle en la que pueden circular coches y peatones sin límites que separen el circuito de unos y otros puede ser más segura que una calzada con bordillos, bolardos y semáforos. En la segunda, confiamos en esos elementos.

"Cuando no hay una diferencia de altura, y mucho más cuando no hay ninguna diferencia de pavimento, nuestro cerebro va a ejercer toda la responsabilidad de la conducción. Vamos a estar atentos a lo que pasa porque percibimos que esa calzada puede ser invadida", señala Torrijos. "Y es exactamente la misma razón por la que, durante el apagón, la gente condujo con un cuidado exquisito".

Torrijos finaliza con una reflexión y es que en algunos países se está planteando con más frecuencia hacer intersecciones sin la mediación de semáforos. Debido a que potenciar esa negociación entre conductores también puede aumentar la atención al volante.