
Imagen de un TAC realizado antes de la implantación de una válvula aórtica a través de catéter.
El implante que soluciona sin cirugía el estrechamiento de la válvula aórtica
Una opción cada vez más frecuente para el tratamiento de la estenosis es la TAVI, que permite el reemplazo de la válvula aórtica sin necesidad de cirugía abierta.
Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en el mundo. En España son responsables de uno de cada tres fallecimientos y representan más de 230.000 muertes cada año. Su alta prevalencia está asociada a la amplia extensión de sus factores de riesgo, como la hipertensión arterial, el colesterol elevado, la diabetes, el tabaquismo, la obesidad y el sedentarismo. Pero la edad avanzada también juega un papel fundamental en el desarrollo de diversas patologías cardiovasculares, entre ellas la estenosis aórtica, la valvulopatía más frecuentemente diagnosticada en los países occidentales.
El envejecimiento paulatino de la población ha resultado un importante agente en el incremento de casos de esta patología. La estenosis supone el resultado de un proceso degenerativo que conlleva la calcificación progresiva de la válvula aórtica, que provoca que los velos (la parte de la válvula que permite el flujo de sangre) se vuelvan gruesos y rígidos. Esto provoca el estrechamiento de la válvula y reduce el flujo sanguíneo.
En las fases iniciales de la enfermedad, los síntomas pueden ser leves e incluso pasar desapercibidos para el paciente, pero si la estenosis progresa y provoca sensación de asfixia (disnea) y sensación de opresión o dolor en el pecho, podría generar un problema irreversible.
¿Cuándo se detecta una estenosis? ¿Cuáles son los riesgos y complicaciones potenciales de la enfermedad? ¿Cómo se determina el mejor tratamiento para el paciente? Todas estas cuestiones las aclaran el doctor José Ángel Cabrera, jefe del servicio de Cardiología del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid; el doctor Jorge Rivas Oyarzabal, cirujano de la Unidad de Cardiología; la doctora Esther Merino Lanza, rehabilitadora cardíaca de la Unidad de Cardiología y la doctora Rosa Lázaro García, jefa de servicio de la Unidad de Hemodinámica en el podcast Letra de Médico, en torno al caso real de un paciente de 67 años muy deportista al que le diagnostican una estenosis.
Una solución sin cirugía
Cuando se detecta una estenosis aórtica severa, existen dos principales opciones terapéuticas. El tratamiento tradicional, que consiste en una cirugía abierta para sustituir la válvula aórtica por una válvula artificial mecánica o biológica o, un método menos invasivo mediante el cual se implanta una nueva válvula por vía percutánea, es decir, a través de la piel.
Esta segunda opción, que no implica una intervención quirúrgica tradicional se conoce como TAVI (Implante de la Válvula Aórtica Transcatéter). Según explica el doctor Cabrera: “consiste en dirigir mediante un catéter la válvula artificial plegada al lugar donde se encuentra la válvula nativa dañada. Una vez en la posición correcta, se expande sustituyendo a la válvula defectuosa y la nueva válvula es la encargada de controlar el flujo sanguíneo de forma correcta”.
El reemplazo quirúrgico de la válvula aórtica era el tratamiento estándar para los pacientes con estenosis aórtica sintomática grave, pero en 2019 Mick Jagger hizo mundialmente conocida la TAVI. Para entonces, el equipo del doctor Cabrera ya tenía una larga experiencia en esta técnica, pues realizaron el primer implante de este tipo en 2012 en el Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, uno de los primeros que se colocaron en la medicina privada en España.

El doctor José Ángel Cabrera.
La TAVI podría compararse, apunta el cardiólogo, a “un stent en una arteria” y en los últimos años, explica el doctor Cabrera, “ha ido mostrando sus beneficios frente a la cirugía cardiaca en pacientes con estenosis aórtica sintomática de alto riesgo quirúrgico, estableciéndose como primera línea terapéutica en este tipo de pacientes”. Además, las investigaciones de los últimos años sobre esta técnica han permitido “extender las indicaciones a pacientes con riesgos moderados e incluso bajos”, añade.
Desde sus primeras experiencias con esta técnica, detalla el cardiólogo, “las indicaciones han variado mucho. La propia válvula ha ido cambiando su diseño en estos 10 años. Ahora tenemos válvulas de diferentes tamaños, composiciones, técnicas. Y luego los médicos hemos aprendido, aquí es muy importante tener experiencia a la hora de programar, diseñar, elegir el paciente adecuado y resolver el problema”.
En la última década, este implante “ha cambiado drásticamente el tratamiento de la estenosis aórtica, siendo la válvula cardiaca más tratada de todas, tanto quirúrgica como percutáneamente”, asegura el doctor Cabrera.
Si bien esta técnica se presentó desde sus inicios como una opción más segura para los pacientes más sensibles, existen posibles complicaciones como “el riesgo de indicación de marcapasos debido a la proximidad de la zona en la que implantamos la prótesis aórtica al sistema específico de conducción eléctrica del corazón”, describe el facultativo, y asegura que, “con el tiempo, seremos capaces de identificar con precisión los pacientes con mayor riesgo de requerir marcapasos y resolver así este problema”.
El futuro del tratamiento de enfermedades aórticas
En los próximos años se espera que la TAVI continúe mejorando y ampliando sus aplicaciones, entre las cuales serán claves la “indicación en pacientes con bajo riesgo quirúrgico, controlando los riesgos de implante de marcapasos y complicaciones de acceso vascular”.
También se prevé el progreso de nuevas soluciones mínimamente invasivas y nuevos diseños de prótesis para otras patologías valvulares. En este sentido, afirma el cardiólogo, “el tratamiento percutáneo de patologías valvulares tricúspide y mitral constituye en el momento actual un campo de enorme desarrollo en la cardiología intervencionista.
Los avances en la cardiología intervencionista permiten tratar las enfermedades aórticas con cada vez mayor seguridad y eficacia, aunque sigue siendo esencial adoptar hábitos saludables, como una alimentación equilibrada, hacer ejercicio de forma regular, evitar el tabaquismo y el estrés para reducir el riesgo de las enfermedades cardiovasculares. Si queremos mantener a raya la aparición de estas patologías, algunos indicadores sencillos son, según el doctor Cabrera, “mantener un peso adecuado, controlar la glucosa en sangre y vigilar la presión arterial”.