Salud

Las nuevas inyecciones contra el cáncer: "Cuesta creer que 15 min. tengan el mismo efecto que 6 horas"

Las formulaciones subcutáneas de anticuerpos monoclonales están reduciendo los tiempos de administración y mejorando la comodidad de las terapias.

2 septiembre, 2023 03:22

El cáncer es una carrera de fondo. A medida que los tratamientos oncológicos han permitido aumentar la supervivencia de los tumores, el hospital se ha vuelto una constante en las vidas de pacientes y familiares: pruebas, tratamientos, revisiones, nuevos tratamientos, más pruebas… Por eso, los avances que permiten mejorar la calidad de vida son agradecidos por los pacientes, sobre todo cuando permiten reducir el tiempo en el hospital de varias horas a tan solo unos minutos.

"A algunos les cuesta entender que algo que te ponían en seis horas hace el mismo efecto que algo que te ponen en un cuarto de hora", explica Begoña Barragán, presidenta del Grupo Español de Pacientes con Cáncer, Gepac. Las nuevas presentaciones, en forma de inyección, de medicamentos administrados hasta ahora por vía intravenosa, evitan que los pacientes se pasen el día en el hospital.

Es el caso de trastuzumab, aprobado por primera vez en España hace más de dos décadas como tratamiento para el cáncer de mama HER2 positivo, un subtipo agresivo que afecta principalmente a mujeres jóvenes. Hace ahora diez años apareció su versión subcutánea, que permitía reducir el tratamiento de 90 minutos a cinco.

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A finales de esta primavera llegó, por primera vez, una combinación con otro fármaco, pertuzumab. Si la combinación por vía intravenosa (el famoso gotero) podía prolongarse hasta nueve horas, la primera sesión, y más de cinco las siguientes, ahora se ha reducido a apenas diez minutos.

Reino Unido acaba de aprobar la primera inmunoterapia en inyección, atezolizumab, pensada para diversos tipos de cáncer de pulmón, mama, hígado o vejiga. En esta ocasión, los tiempos de cada sesión se reducen de los 30 a 60 minutos de la formulación intravenosa a siete en la subcutánea.

Son los primeros casos de anticuerpos monoclonales inyectables en tumores sólidos, pero hay más por llegar: según el sitio web ClinicalTrials.org, que recoge ensayos clínicos de todo el mundo, hay más de 300 investigaciones activas con fármacos inyectables para el cáncer, de las que una veintena son anticuerpos monoclonales, incluyendo las inmunoterapias pembrolizumab y nivolumab, que han revolucionado el tratamiento del melanoma y el cáncer de pulmón, entre otros.

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Las anticuerpos monoclonales han supuesto la mayor revolución de los tratamientos contra el cáncer en lo que va de siglo y se administran en combinación con quimioterapia o por sí solos.

Como su nombre indica, se trata de suministrar al paciente anticuerpos cultivados de forma industrial que son capaces de bloquear las células cancerígenas o –en el caso de la inmunoterapia– señalizarlas para que el sistema inmune acabe con ellas.

Primero en linfomas y leucemias

Desde la industria farmacéutica apuntan a EL ESPAÑOL que "las inyecciones subcutáneas que se están administrando frente al cáncer son un avance en innovación que plantea mejoras en la administración de los fármacos".

En general, explican, "su administración es menos dolorosa para el paciente y requiere menos tiempo de estancia en el centro hospitalario. Esto redunda además en un menor riesgo a nivel de seguridad y un menor coste para el sistema. En definitiva, es una forma de aplicación más óptima tanto para el paciente como para el sistema sanitario".

Estas versiones más cómodas de anticuerpos monoclonales llegaron primero a los cánceres hematológicos. Rituximab, uno de los más veteranos, se hizo inyectable hace cinco años para linfomas foliculares, linfomas difusos de células B grandes y leucemias linfocíticas crónicas. Más recientemente, en 2020, llegó la forma subcutánea de daratumumab, un fármaco aprobado en Europa en 2017 para mieloma múltiple.

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Barragán, diagosticada en 2001 de un linfoma, sabe bien lo que es tirarse horas y horas enganchada a un gotero. "Mi primera infusión de anticuerpos monoclonales me provocó una lisis tumoral: se destruyeron muchas células tumorales a la vez y eso hizo que mi organismo reaccionase. Me tuvieron que parar el tratamiento para estabilizarme y luego estuve 24 horas enganchada".

Tras este primer encuentro, se sucedieron otras largas sesiones. "Las posteriores fueron como mínimo de 12 horas, muy lentas. Luego, ciclos de en torno a las 6 horas, me tuvieron que hacer un trasplante de médula y me tenían que purgar bien las células antes de hacerlo".

Por eso, muchos pacientes al principio sospechaban de que el efecto de una simple inyección fuera similar al del goteo intravenoso. "Hicimos un estudio sobre el tema y nos llamó la atención que causaba cierta inquietud. Para el que empieza de nuevo con un tratamiento no le causa problema, el tema es que quien ya lo estaba recibiendo y le cambian la forma de administración le cuesta adaptarse".

"Las venas sufren con la quimio"

Sin embargo, otras investigaciones muestran una amplia aceptación de las inyecciones subcutáneas frente a las versiones intravenosas. Un estudio –que se realizó en Reino Unido y estuvo financiado por Roche, la farmacéutica propietaria que desarrolló el fármaco– con unas 300 pacientes de cáncer de mama las dividió en dos: unas recibieron primero trastuzumab intravenoso y después en inyección, y en las otras el orden fue el contrario. Tras un año, el 91,5% del total de pacientes prefirió la administración subcutánea por solo un 6,8% de la intravenosa.

Curiosamente, entre los sanitarios la victoria de la inyección frente al gotero no fue tan aplastante: solo el 73,8% eligió la formulación subcutánea. Eso sí, la inmensa mayoría de los profesionales restantes (el 24,3%) no mostró preferencia por una u otra.

La clave, opina Barragán, está en la información. "Las inyecciones son bien toleradas pero, en algunos pacientes, el desconocimiento les causa confusión. Hay que informar al paciente de los cambios para que pueda adaptarse a ellos".

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La presidenta de Gepac ve ventajas más allá del tiempo de tratamiento. "No te tienen que coger las venas. Las venas sufren con tanta quimioterapia", señala. Además, "las estancias en los hospitales son menores y suponen un ahorro para el sistema".

De hecho, un análisis de la rentabilidad que supone pasar de la formulación intravenosa de trastuzumab a la subcutánea en Reino Unido calculaba un ahorro de 3.832,74 euros por un tratamiento completo de 18 ciclos.

"La administración subcutánea de trastuzumab se asociaba con una reducción sustancial del tiempo de los profesionales sanitarios, del tiempo del paciente en el sillón [del hospital de día], del tiempo de la unidad y del coste general", concluyen los autores, que afirman no tener conflicto de intereses.

"Este tiempo y coste podría utilizarse para incrementar la capacidad de los recursos existentes en una unidad de oncología atrevida y operativa", finalizan.

Begoña Barragán, por su parte, lo resume así. "Todo lo que sea normalizaar, permitirte una vida lo más parecida posible a cuando no tienes la enfermedad, es bienvenido".