El Dr. Robert Waldinger, psiquiatra y director del Estudio de Desarrollo Adulto de Harvard.

El Dr. Robert Waldinger, psiquiatra y director del Estudio de Desarrollo Adulto de Harvard. Javier Ocaña

Salud

Waldinger, el sabio de Harvard que ha hallado la fórmula de la felicidad tras 84 años de estudio

"No hacen falta millones para ser feliz, pero sí algunos recursos" / "El 50% de nuestra felicidad depende de la genética" / "Se nos da mejor prestar atención a cosas que no están bien".

13 abril, 2023 02:43
Madrid

Los periodistas tendemos a añadir títulos a los investigadores referentes que van más allá de lo académico, pero despiertan la imaginación: 'sabio', 'maestro', 'gurú'... En el caso de Robert Waldinger, está justificado: además de profesor de Psiquiatría en la Escuela de Medicina de Harvard y director del Centro de Terapia Psicodinámica e Investigación del Hospital General de Massachusetts, es maestro zen. Meditar le otorga una perspectiva existencial, explica, y le ayuda a "escuchar mejor", algo que agradecen tanto sus pacientes como su mujer.

Preguntarse qué nos hace felices no es una cuestión en absoluto esotérica: es el objetivo del Estudio sobre Desarrollo Adulto de Harvard, el ensayo longitudinal más antiguo de los que siguen en vigor y que ahora dirige Waldinger. Comenzó en 1938 con estudiantes de la misma universidad y con adolescentes de barrios desfavorecidos de Boston. A lo largo de las décadas, mediante detalladas entrevistas, han visto crecer y envejecer a los participantes, escuchando sus anhelos, lamentos y satisfacciones. En muchos casos, sus hijos han recogido el testigo.

Tal y cómo relata en su libro Una buena vida [Planeta] escrito junto a su amigo y codirector Marc Schulz, el estudio es a estas alturas un catálogo de vidas fascinante. Algunos nacidos en familias desestructuradas, con padres abusivos y ausentes, y forzados a trabajar desde pequeños, alcanzaron en la madurez un alto grado de satisfacción con su vida y su comunidad. Otros, criados en el privilegio y coronados con el éxito social y económico, se confesaban en sus últimos días insatisfechos, arrepentidos y cargados de rencor hacia los suyos.

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"El 50% de nuestra felicidad depende de la genética, un 10% de la circunstancias particulares del momento, y el 40% restante es lo que podemos controlar. ¡A mi me parece que podemos cambiar muchas cosas!", explica el psiquiatra en el castellano con dulce acento que aprendió en sus prácticas en la jungla de Colombia. "Hay muchas causas de infelicidad: personas que tienen pareja, hijos y riqueza, sufren pese a todo de depresión o nunca se sienten adecuados. Pero al estudiar miles de vidas, hemos encontrado que la mejor fuente de felicidad es una red social activa".

Efectivamente: las personas felices que identificó el estudio de Harvard habían logrado establecer una red significativa y positiva con miembros de su familia, amigos e incluso en el ámbito profesional. "Somos mejores trabajadores cuando tenemos amigos en el trabajo", apunta el psiquiatra. Y por supuesto, no hay una fórmula única: ni es necesario pasar por el altar para desarrollar una relación afectiva valiosa, ni una persona introvertida tiene por qué relacionarse en exceso. "Depende de nuestro temperamento individual", valora. "Pero como norma general, consideramos que necesitamos mantener por lo menos una o dos relaciones buenas".

Un experimento recogido en el libro planteó a un grupo de voluntarios lo que para muchos sería una pesadilla: entablar conversación con un extraño en un viaje en lugar de mirar el móvil. En general, los participantes quedaron positivamente sorprendidos. "Tenemos un prejuicio sobre entablar contacto, no entendemos exactamente por qué", reflexiona Waldinger. "Creemos que se debe a que las relaciones son difíciles de predecir. Hay una posibilidad de sorpresa, pero también de peligro al hablar con un extraño. Pero cuando la superamos, en la mayoría de casos nos hace más felices".

Soledad e inflamación

Lo que subyace tras la necesidad humana de relación, adaptada a la idiosincrasia de cada cual, es fruto de una adaptación evolutiva según la principal hipótesis que maneja el estudio. Vivir en comunidad ofrece protección mientras que la soledad es un estresor que mantiene al organismo en alerta ante potenciales amenazas. Es un factor de muerte prematura como la obesidad o el tabaquismo. "Si el cuerpo sufre estrés crónico, aumenta la inflamación, afectando a muchos sistemas como el cardiovascular, dañando las articulaciones o provocando diabetes", explica.

El psiquiatra de Harvard Robert Waldinger.

El psiquiatra de Harvard Robert Waldinger. Javier Ocaña

"La hipótesis que manejamos es que las buenas relaciones nos ayudan a regular el estrés", prosigue. Y esto es especialmente dramático cuando los traumas proceden de la infancia. "Como psiquiatra, trabajo con pacientes cada día, y sé que lo difícil no es solamente el trauma específico, sino la creación de una expectativa según la cual el mundo no es de fiar. Pero también sabemos que mucha gente pueden cambiar estas expectativas en la edad adulta haciendo amigos o encontrando parejas mejores".

Así, la época entre los 16 a 24 años, la adolescencia y la edad adulta joven, estaría marcada por los mayores niveles de soledad percibida. "Pero también sabemos que nos volvemos más felices con la edad, a partir de los 45 o 50 años", ilustra. Este pico se vería interrumpido por la aparición de problemas físicos y dolor crónico, por lo que Waldinger subraya la importancia de prevenirlos con hábitos saludables, evitando el tabaco y el alcohol, y haciendo ejercicio. "Cuando yo era joven, creía que la vejez sería terrible. ¡Pero no lo es, y eso una buena noticia también para mí!".

La fórmula de la felicidad

¿El dinero no da, por lo tanto, la felicidad? El estudio no peca de ingenuo. "No hacen falta millones, pero sí un nivel básico de seguridad económica", confirma Waldinger. El dinero es uno de los "recursos" implicados en la resolución de los "desafíos" inevitables en la vida, junto a los factores familiares, intelectuales y físicos. Las personas desfavorecidas, confirma, tienen una desventaja de partida para alcanzar la felicidad. Pero el estudio está repleto de instancias en las que uno o dos apoyos emocionales -una hermana, una tía- fueron fundamentales para encaminar una vida.

La felicidad se encuentra así en los espacios entre desafíos. "Uno de mis maestros me dijo que la felicidad es un accidente. Ahora estoy bien, pero dentro de una hora podría pasar algo horrible". Entre los rasgos de la personas más felices identificadas por el estudio estaba la capacidad de reconocer que la felicidad no es siempre un estado de euforia sino también el equilibrio, incluso la ausencia de sufrimiento. Cualidades que nos permiten apreciarlo son la percepción activa, la empatía y la gratitud: reconocer lo bueno que nos aportan los demás y no darlo por sentado.

"Se nos da mucho mejor prestar atención a las cosas que no están bien, que nos resultan insatisfactorias. Pero la práctica de la gratitud consiste únicamente en pensar activamente en todas las cosas que nos rodean y no son un problema: un techo sobre nuestras cabezas, comida sobre la mesa, no estar sufriendo dolor en este momento... Está demostrado científicamente que ser conscientes de estas cosas nos hace felices", ilustra el psiquiatra.

Las relaciones, finalmente, plantean "conflictos naturales" que las cualidades anteriormente enunciadas ayudan a resolver, resaltando los aspectos valiosos a preservar. Cuántos más vínculos de esta naturaleza, mayores probabilidades de felicidad. Pero de nuevo, no hay lugar para la ingenuidad. "Hay conflictos que no es posible resolver", sentencia. "Por ejemplo, cuando hay violencia doméstica. Puede ser difícil determinar cuándo hay que separarse de una persona. Pero si se llega a una situación imposible, entonces lo mejor es separarse".