El carcinoma hepatocelular en microscopio.

El carcinoma hepatocelular en microscopio. iStock

Salud

Golpe español al cáncer de hígado: descubren por qué este tumor escapa a la quimioterapia

Investigadores españoles han revelado una de las causas por las que el tumor primario de hígado más común es tan agresivo.

6 febrero, 2023 14:04

El cáncer de hígado acaba con la vida de más de 800.000 personas en el mundo cada año. Estas cifras lo convierten, además, en el sexto tumor más común a nivel global. En la escala nacional, la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) estima que el pasado año en España se diagnosticaron 6.604 nuevos casos de este tumor maligno del hígado.

El hígado es un órgano, junto con el pulmón, en el que más afecta la metástasis derivada de tumores originados en otras localizaciones. Aunque los tumores primarios del hígado también preocupan a los expertos. De todo ellos, el más frecuente es el conocido como hepatocarcinoma o carcinoma hepatocelular, que se da entre el 80 y 90% de los tumores primarios.

Las causas de este cáncer de hígado se vinculan a factores como el consumo de alcohol o a la inflamación en personas que padecen enfermedades hepáticas crónicas. Sin embargo, los síntomas del hepatocarcinoma suelen aparecer cuando el tumor se encuentra en una fase muy avanzada de la enfermedad.

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En caso de que se detecte a tiempo, cuando el tamaño del tumor es aún pequeño, se puede realizar un trasplante de hígado. "Se trata de la única cura para el hepatocarcinoma que existe a día de hoy", puntualiza María Purificación Fortes, investigadora del Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA) de la Universidad de Navarra.

La doctora Fortes habla con conocimiento de causa, pues lleva años investigando acerca de este tumor y cómo influyen las moléculas en su evolución. En unos de sus trabajos ha revelado, en colaboración con científicos del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y el Centro Nacional de Biotecnología (CNB), una de las causas por las que este tipo de cáncer de hígado resulta tan agresivo.

Que la célula 'falle'

Para comprender la importancia de un descubrimiento como el de Fortes y compañía, antes es necesario conocer cómo actúa el organismo cuando se aplica un tratamiento para acabar con el hepatocarcinoma. Como si se tratase de los clásicos juegos de arcade, la quimioterapia por establecer un ejemplo ataca a las células tumorales con el fin de romper su ADN.

Se puede pensar que una vez roto el ADN de estas células, el cáncer también muere. Pero no es así: las células tumorales son capaces de reparar ese ADN roto de una manera muy eficaz. Por este motivo, que la célula no sea 'perfecta' sería una buena señal, ya que significa que el ADN sigue roto y, por consiguiente, el tratamiento puede causar su efecto deseado.

Una de las encargadas de esta eficacia en la reparación del DNA no es otra que una molécula de ARN (ácido ribonucleico), de nombre Nihcole. A esta conclusión llegó el equipo de Fortes en un estudio que publicaron en octubre de 2021: "Esta molécula aumenta drásticamente la eficiencia con la que actúa la maquinaria de la célula que repara el ADN roto". Aquella publicación también desveló que casi la mitad de los pacientes de hepatocarcinoma producían la molécula Nihcole. "Es muy significativo que los pacientes que no producían esta molécula tenían un mayor índice de supervivencia", asegura Fortes a EL ESPAÑOL.

"Tras este trabajo inicial, quedaba pendiente conocer el mecanismo mediante el cual Nihcole ayuda a que el ADN se repare". Quien habla en esta ocasión es el investigador Fernando Moreno Herrero, que ha liderado al equipo del CNB. Bajo una técnica de pinzas magnéticas, consiguieron descubrir que la molécula ejercía de grapa con los dos extremos del ADN roto. De esta forma, la longitud del propio ADN estirado se convierte en una respuesta para conocer si los extremos rotos se han reconstituido o, por el contrario, persiste la fractura.

Este trabajo también pone en entredicho a aquellos que cuando se produjo la secuenciación del genoma humano determinaron que tan sólo el 2% de nuestro ADN contenía genes. "La pregunta evidente era qué hace el porcentaje restante entonces", apunta Moreno. Hubo expertos que incluso catalogaron a esta parte como "ADN basura".

Aunque, en realidad, de inútil tiene bien poco esta parte del genoma. De hecho, en los últimos años hay investigaciones que ya han demostrado que en una parte de este porcentaje restante se producen ARNs no codificantes largos como, por ejemplo, Nihcole. "Estas moléculas tienen funciones importantes tanto en el cáncer como en otros procesos celulares".

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Por su parte, Fortes ironiza con que ha habido momentos en los que se sentía como los conquistadores cuando Cristóbal Colón descubrió un nuevo contienente, con un nuevo territorio inmenso donde investigar. Una comparativa que no anda del todo desencaminada si se tiene en cuenta que, al menos en cifras, ya se han superado los genes descubiertos hasta la fecha en ese 2% del genoma humano. En este porcentaje encontramos prácticamente a los 20.000 genes que producen proteínas. Sin embargo, hay más de 35.000 que producen ARNs no codificantes largos.

Cuáles serán las mejoras

Más allá del descubrimiento genético, la pregunta es más que obligada: ¿En qué beneficia esta investigación a los pacientes de este tumor maligno del hígado? Tanto Fortes como Moreno se muestran cautelosos en este sentido, pues no dejan de ser experimentos de laboratorio, y no ensayos clínicos. Además, como coinciden ambos investigadores, acabar con la molécula no significaría la cura definitiva para este cáncer.

Aun así, la investigadora del CIMA propone que en aquellos pacientes donde se detecte esta molécula inyecten inhibidores de Nihcole. Así, si se realiza junto con un tratamiento de radioterapia o quimioterapia, la eficacia de estos podría resultar mayor. "Al tratarse de un inhibidor específico para esa molécula —el resto del hígado no produce Nihcole—, tal vez tuviera pocos efectos secundarios".

Romper esta molécula supondría una tarea "sencilla", según Fortes, puesto que Nihcole tiene una composición muy parecida al DNA. Lamenta, eso sí, que no vayan a poder realizar modelos preclínicos naturales. Y es que esta molécula no existe en ratones, es exclusiva de humanos.

Moreno, por su parte, califica este trabajo como "un granito de arena más" que puede aportar nuevas pistas para poder diseñar estrategias terapéuticas contra este cáncer.