La actriz Jane Fonda en la gala Dance Project, celebrada en Beverly Hills en 2021.

La actriz Jane Fonda en la gala Dance Project, celebrada en Beverly Hills en 2021. Xavier Collin Gtres

Salud Oncología

Así es el linfoma de no Hodgkin, el cáncer que sufre Jane Fonda y uno de los más comunes

En España, este tumor ocupa el puesto número siete en incidencia. Su pronóstico es favorable y el tratamiento ha mejorado en las últimas décadas.

9 septiembre, 2022 03:55

Jane Fonda (Barbarella, Klute, Descalzos por el parque) ha anunciado que padece cáncer. La actriz, de 84 años, sufre linfoma no Hodgkin, un tipo de tumor muy común. De hecho, en datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), ocupa el séptimo puesto en incidencia en nuestro país. En Estados Unidos, donde reside la intérprete, también es de los más frecuentes. 

El linfoma de no Hodgkin es un cáncer producido en el sistema linfático, que está constituido por la linfa (un líquido que contiene linfocitos B y T, un tipo de glóbulos blancos), los vasos linfáticos, ganglios linfáticos, bazo, amígdalas, timo y médula ósea. Como detalla la Clínica Mayo, en este tumor, lo que ocurre es que los linfocitos se desarrollan de manera anormal.

Según señala la SEOM, debido a las múltiples localizaciones del sistema linfático, la degeneración cancerosa "puede presentarse en cualquier parte del organismo con implicación de los órganos linfáticos". Asimismo, es capaz de aparecer en otras localizaciones orgánicas, como la piel, aunque es más raro.

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Para entender mejor a esta enfermedad, primero hay que explicar que existen dos tipos principales de linfoma, el de Hodgkin y el no Hodgkin. En el primero, sí que está claro el tipo específico de célula cancerosa que lo origina y, por lo general, comienza a afectar a los ganglios linfáticos del cuello o del mediastino (el área entre los pulmones y la zona posterior del esternón). Mientras, todo lo que no responda a esa descripción se denomina linfoma de no Hodgkin.

Diversos subtipos

Por eso, a día de hoy, no hay un consenso claro sobre la clasificación de los linfomas no Hodgkin. Hay una gran cantidad de variedades y, con el tiempo, se han ido reconociendo nuevas. Generalmente, los médicos los suelen separar en subtipos según el tipo de linfocito al que afectan y si es agresivo o de bajo grado de malignidad.

La última propuesta de clasificación data de 2008 (aunque se actualizó en 2016 y hay pendiente una nueva categorización) y proviene de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Según el organismo, hay tres grandes grupos: neoplasias de células B maduras, de células T y NK.

En el caso de Fonda, que no es la primera vez que se enfrenta a un cáncer hace años sufrió cáncer de mama, afecta a las células B (linfocitos B), pero no ha especificado más. Dentro de este grupo hay más de una decena de subtipos.

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Lo que sí ha comentado la actriz es que los médicos le han dado buenas expectativas de cara al tratamiento, que, como también señala el organismo español, ha avanzado muchísimo desde los años 90. Es más, se ha logrado bajar la mortalidad por linfoma no Hodgkin al 3% del total de fallecimientos por cáncer.

Buen pronóstico, pero cautela

No obstante, siempre hay casos donde la enfermedad se vuelve más grave, ya sea por su estadio o por la localización del linfoma, como fue el caso del actor español Antonio Ibáñez, que fallecía el pasado julio a causa del mismo cáncer.

Por eso, es muy importante estar atentos a los síntomas que anuncian la presencia de este tumor. Estos pueden ser muy variados, pero, como apuntan desde la SEOM, en más de dos tercios de los pacientes se presenta como un ganglio aumentando de tamaño. Además, un 40% de los casos tiene, de forma general, fiebre, pérdida de peso o sudoración no explicable por otras causas.

Más raro es que se manifieste con cansancio, falta de apetito, cefaleas, dolor óseo o abdominal, pero también están reconocidos como síntomas de este linfoma.

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En la mayoría de las personas no hay una causa conocida que explique la aparición de la enfermedad, aunque sí hay una serie de factores de riesgo, como la edad, tratamientos previos con agentes inmunosupresores, quimioterapia, radioterapia o el haber sido trasplantado de algún órgano.

Algunas infecciones, como la del virus Epstein-Barr o la hepatitis C, e, incluso, determinadas enfermedades gastrointestinales, como la enfermedad de Crohn o gastritis crónica por Helicobacter pylori, también se han relacionado con este cáncer.