Una enfermera de la UCI del Complejo Hospitalario de Navarra atiende a un paciente ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos. EFE / Jesús Diges.

Una enfermera de la UCI del Complejo Hospitalario de Navarra atiende a un paciente ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos. EFE / Jesús Diges.

Salud Covid-19

Las vidas que no podrán salvar las vacunas: los factores en común que tienen el 70% de fallecidos

Aunque la mortalidad en grupos de riesgo es mínima tras recibir la pauta completa de vacunación, el porcentaje de defunciones insta a protegerlos.

22 julio, 2021 02:44

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El bálsamo de Fierabrás era un preparado recurrente en los libros de caballerías, de origen carolingio, del que se hacía eco Miguel de Cervantes en el Quijote. Tal bálsamo valía para todo, estaba compuesto por aceite y vino, y en cuanto se echaba sobre una herida, esta sanaba automáticamente.

Tal vez no se ha hecho pedagogía suficiente desde las autoridades ni desde los medios de comunicación para explicar que las vacunas son productos científicos y no bálsamos milagrosos. Que lo que esperábamos de ellas era incluso menos de lo que nos están dando y que no son un pasaporte a la inmunidad ni a la inmortalidad. Simplemente, protegen. Y, como veremos, no es poca cosa.

Puede que en el intento de defenderse de los antivacunas -que en España son muy pocos, pero en Estados Unidos son legión- se hayan exagerado los efectos de las mismas. También puede haber influido el largo período de bonanza entre mediados de marzo y finales de junio que atribuíamos sin más a los incrementos en las pautas de vacunación cuando había otros factores que, sin duda, ayudaban.

Cuando se nos dijo que las vacunas protegían de la infección en un 85-90% según estudios de laboratorio, lo que nos querían decir era exactamente eso: que no se podía garantizar el 100%, que habría excepciones y que una minoría de ellas se complicarían y acabarían en hospitalización o defunción.

Según los últimos datos del ministerio de Sanidad, el 94,5% de los casos detectados en las pasadas cinco semanas se han dado en no vacunados o parcialmente vacunados. Solo el 5,5% se han dado en población con pauta completa. El éxito es rotundo porque hablamos de cantidades exorbitantes, imposibles de reproducir en un laboratorio.

En estas cinco semanas -entiendo que Carolina Darias se refiere a las que van del 14 de junio al 19 de julio- ha habido 420.083 positivos. Un 5,5% de ese total supondría 23.104 contagios entre personas vacunadas. Si tenemos en cuenta que en este período ha habido una media de vacunados en torno a quince millones, esto implica que se han contagiado el 0,15% de vacunados… por el 1,24% de no vacunados, una incidencia diez veces mayor.

Evolución de la incidencia acumulada a 14 días por grupos de edad.

Evolución de la incidencia acumulada a 14 días por grupos de edad.

En otras palabras, tienes diez veces menos posibilidades de coger la Covid-19 si te vacunas. Ahora bien, ¿la puedes coger? Sí, quince de cada mil se han contagiado en estas cinco semanas. El asunto es ver qué ha pasado con ellos, cómo ha progresado su estado de salud. Desgraciadamente, no hay datos en España de hospitalizados según pauta de vacunación… pero sí los hay por edad y eso nos puede servir para hacernos una idea.

En esas mismas cinco semanas referidas por el Ministerio, los informes del Centro de Salud Carlos III recogen 8.699 hospitalizaciones totales y 822 en UCI. En este mismo período, habrían muerto -estas cifras suelen llevar un cierto retraso pero son suficientemente indicativas- 707 personas.

Sabemos que desde el mismo 14 de junio, el 99% de los mayores de 70 años están vacunados, así que vamos a echar un vistazo a cuántos han pasado por el hospital y cuántos han fallecido. Según estos mismos informes del ISCIII, hablaríamos de 1.870 ingresos en esa franja de edad, de los cuales 133 habrían acabado en UCI, con 504 defunciones.

Este es el número mínimo que sabemos que seguro que estaba vacunado y aun así se ha complicado su enfermedad. Con respecto al total de infectados, vemos, como ya sabíamos, que suponen una parte mínima del total de los ingresos (21,49%), que muy pocos ingresan en UCI (16,18%)… pero que siguen representando la mayor parte del número de defunciones (71,29%).

Recordemos cuantas veces haga falta que esto son cifras relativas, es decir, se calculan sobre el total de afectados. Si hacemos el cálculo sobre el total de vacunados mayores de 70 años, hablamos de una mortalidad del 0,007%, para que nadie se alarme.

Estas cifras nos cuadran, además, con las que actualiza diariamente Cataluña, el epicentro de la quinta ola en España. Según los datos de la Consejería de Salud, en la última semana han fallecido 46 personas, de las cuales 39 tenían más de 70 años, es decir, en principio, estaban completamente vacunadas desde hace tiempo.

Defunciones en Cataluña de personas de más de 50 años.

Defunciones en Cataluña de personas de más de 50 años.

¿Quiere esto decir que las vacunas no impiden que la gente se muera? Exacto. ¿Es eso una estafa? Al contrario, los números son mucho mejores que los que veíamos en laboratorio… pero los grupos de riesgo siguen siendo grupos de riesgo y por lo tanto vulnerables.

Al tratarse de un compuesto científico y no de un bálsamo de novela, la vacuna protege, pero no hace milagros. De ahí que llevemos tanto tiempo alertando de la altísima incidencia, que este miércoles llegó a los 644,50 casos por cien mil habitantes.

Un 5,5% de vacunados contagiados es, en sí, un número buenísimo. El problema es cuando juntas 600.000 positivos en un mes. A partir de ahí, todo se descoloca, y sí, los primeros afectados son los jóvenes porque llevan más vida social y sus casos se complican, claro, incluso pueden llegar a fallecer (tres de las defunciones de la semana pasada en Cataluña fueron de menores de 39 años).

Sin embargo, el problema sigue siendo que contagien a alguien de riesgo y justo esa persona no esté suficientemente inmunizada. En resumen, la ciencia nos ha protegido haciendo un trabajo impresionante. Ahora, tenemos que cumplir nosotros. ¿Cómo? Ahí está la cuestión.

Más allá de las medidas sociales que a cada administración se le ocurran -y parece mentira que dieciséis meses después de que esto empezara no haya un consenso al respecto de lo que funciona y lo que no-, tenemos que apelar al sentido común. No es cuestión de seguir aislando a nuestros mayores, pero sí de exponerles lo justo y necesario. El virus sigue suelto y sigue siendo peligroso. Jugársela a que lo coja alguien mayor y flojo de salud es un riesgo poco aconsejable.

Con extremar las precauciones, debería valer. Repetir "es que solo mueren diez personas al día" es absurdo. Probablemente, la media de esta semana supere los treinta, lo que ya anticipa unos mil muertos al mes. De seguir así, todo irá a más; de hecho, probablemente, ese aumento ya sea inevitable.

Busquemos el punto medio entre el alarmismo y la dejadez e instalémonos a vivir ahí todo lo que nos dejen. No deleguemos responsabilidades en una vacuna que ya está haciendo mucho más de lo que nunca habríamos soñado.