Una mujer con dolor en la parte baja de la espalda.

Una mujer con dolor en la parte baja de la espalda. Gtres

Salud Medicina

Inútiles y caras: así son la mayoría de cremas para los dolores musculares

Las cremas analgésicas, cuyo objetivo es paliar dolores localizados, pueden adquirirse sin receta en España en muchos casos.

28 marzo, 2019 02:40

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Habitualmente, cuando se sufren dolores musculares localizados, como por ejemplo un dolor de espalda, cuello o rodilla, se tiende a utilizar cremas analgésicas para paliar dolores localizados, y en muchos casos como excusa para evitar la toma de fármacos en forma de pastilla. De hecho, este tipo de cremas, geles o ungüentos, en su mayoría, pueden adquirirse sin receta en España. Como en casi todos los fármacos, existen efectos secundarios, aunque en estos casos los efectos adversos mayoritarios suelen ser alergias dérmicas o aparición de lesiones tipo eczema.

Este tipo de fármacos tópicos se vanaglorian de poder paliar dolores de forma localizada, sin tener efectos sistémicos como sí los tendrían los fármacos en forma de cápsula o comprimido. Sin embargo, desde hace años se sospechaba que tales efectos son inútiles, dado que al ser fármacos que tan solo se absorben por la piel, es muy probable que no alcancen el punto exacto de dolor muscular. Y, de hecho, la evidencia científica era inexistente hasta el momento. Ahora, un nuevo estudio con más de 400 individuos lo ha confirmado: las cremas analgésicas son inútiles.

El estudio, publicado recientemente en Annals of Internal Medicine, a cargo del profesor de anastesiología Steven P. Cohen y sus colegas de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, ha querido desterrar el mito de que las cremas y geles analgésicos tienen utilidad alguna para paliar el dolor.

Solo en EEUU, un seguro médico destinado exclusivamente para militares en activo y retirados informó de que en 2013 se habían gastado más de 259 millones de dólares en cremas analgésicas, un gasto que aumentó hasta 746 millones en 2014. Otro seguro diferente informó de más de 500 millones de dólares de gasto en cremas en 2015, por lo que el Congreso de los Estados Unidos ha exigido una evidencia factible de estos fármacos tópicos.

Habitualmente, las cremas o geles son compuestos que contienen uno o más fármacos, que pueden ser de diverso origen, desde analgésicos o anestésicos, hasta sedantes, antidepresivos o relajantes musculares. Todos ellos en forma tópica y, supuestamente, sin efectos adversos sistémicos.

Casi 400 participantes

Para intentar detectar alguna evidencia al respecto, los investigadores realizaron un estudio entre agosto de 2015 y febrero de 2018, en el cual participaron 399 individuos de 18 a 90 años. Hasta el 43% de los participantes eran militares activos, mientras que los demás participantes eran jubilados o dependientes de dichos militares (como las parejas).

Se dividió a los participantes al azar en dos grupos: el primero usó una crema analgésica y el segundo una crema placebo, las dos con la misma consistencia y textura. Además, se dividió también a los participantes en tres subgrupos más, según el dolor crónico sufrido: dolor neuropático o de tipo "nervioso" (como el que se sufre a raíz de un herpes zóster o por diabetes mellitus avanzada), dolor nociceptivo (causado por contusiones, quemaduras o esguinces) y dolor mixto (una mezcla de ambos, como algunos dolores de espalda). Todos ellos tenían dolor localizado, en la cara, espalda, nalgas, cuello, abdomen, torax, ingle o en las extremidades; y todos ellos describían, de promedio, un dolor de 4 o más en una espalda del 1 al 10, con una duración media de 6,7 años.

Debían aplicarse las cremas tres veces al día y anotar su escala del dolor dos veces al día, dado que estos "diarios del dolor" se usarían para elaborar los resultados.

Según Cohen, tras el periodo de estudio, no se encontraron diferencias significativas en las reducciones del dolor entre las cremas analgésicas reales y los placebos.

Diferencia inexistente entre cremas analgésicas y placebos

Según los investigadores, hubo mejoras del dolor en todos los grupos, siendo indiferente el uso de fármacos o placebos. De hecho, en el primer grupo, el del dolor neuropático, hubo una mejoría de más de un punto en ambos grupos, pero la diferencia era que la crema analgésica disminuía un escaso 0.1 punto respecto al placebo. En el grupo del dolor mixto el caso fue similar, siendo la crema analgésica algo mejor, reduciendo 0.3 puntos el dolor respecto al placebo.

Por ello, Cohen afirma que, dado que todos los participantes mejoraron ligeramente independientemente del tipo de crema usado, podría concluirse la existencia del ya conocido efecto placebo, que en muchos casos ha demostrado ser incluso más potente que algunos tratamientos para el dolor.

Los investigadores achacan las pequeñas diferencias a algunas cremas que contenían dos sustancias: lidocaína (un anestésico) junto a algunos antiinflamatorios, como ketoprofeno y diclofenaco, que en estudios anteriores habrían demostrado cierta eficacia en forma de crema.

Por otro lado, existían otras sustancias en forma de crema usadas en el estudio: ketamina, gabapentina, clonidina, ciclobenzaprina y baclofeno. Se trata de antidepresivos, relajantes musculares y antiinflamatorios, muchos de ellos en forma combinada.

En España la lidocaína en forma de crema, y los antiinflamatorios (como el diclofenaco) son los más utilizados. De hecho la lidocaína también puede adquirirse en forma de parche, pero en tal caso sí requiere receta médica y solo puede recetarse para casos muy específicos. Las cremas analgésicas no suelen requerir receta comúnmente, e incluso existen algunas en forma de spray tópico actualmente en nuestro país. Sin embargo, aunque algunos trabajos han demostrado cierta eficacia, la evidencia al respecto es limitada.

Para finalizar, cabe destacar que el actual estudio tiene algunas limitaciones. Por un lado, la amplia variedad de dolores sufridos por los participantes. Por otro, la falta de uso de algunos compuestos tópicos, como es el caso de la capsaicina, un derivado de la pimienta que se usa en forma de crema contra el dolor muscular y articular y que sí ha demostrado cierta eficancia; sin embargo, su olor típico y la dificuldad para su aplicación habrían puesto en peligro el doble ciego del estudio (los pacientes habrían reconocido el compuesto). 

Aún así, Cohen y sus colegas sugieren que, teniendo en cuenta el elevado coste y los beneficios escasos de las cremas, su uso rutinario no parece buena idea, sino más bien un malgasto de dinero.