Los generosos triunfan.

Los generosos triunfan. iStock

Salud Psicología

Si eres altruista, tendrás más sexo

Los individuos más generosos son más atractivos tienen más parejas sexuales y tienen relaciones con más frecuencia.

9 agosto, 2016 01:57

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"Orden y progreso" es la frase que se puede leer en la bandera del país que acoge los Juegos Olímpicos estos días. Pero el lema original en el que se basaron los brasileños tenía otra palabra. Altruismo. Su creador fue el filósofo francés Auguste Comte y su significado original es dar sin recibir nada a cambio. Sin embargo, gracias a la ciencia hoy sabemos que ser altruista puede ofrecer ciertas recompensas, algunas de ellas tan insospechadas como poder disfrutar de más sexo.

Esta la conclusión de un reciente estudio que ha sido publicado en la Revista Británica de Psicología. Según su principal autor, el profesor de psicología de la Universidad de Nipissing (Canadá), Steven Arnocky, los resultados de su investigación ofrecen "la primera evidencia empírica de que el altruismo puede beneficiar el apareamiento entre los seres humanos que viven en la sociedad occidental" y asegura que existen diferencias de género en este comportamiento, ya que el altruismo "es una señal más eficaz para los hombres que para las mujeres".

Estos hallazgos apoyan los resultados de investigaciones anteriores sobre poblaciones de cazadores-recolectores, que muestran que los hombres que cazan y comparten la carne gozan de mayor éxito reproductivo. La hipótesis que está tras esta investigación se basa en que si el altruismo es algo generalizado en diversas sociedades, no solo humanas, es porque los beneficios de sus acciones deben ser superiores a su coste.

Los primeros acercamientos al altruismo desde un punto de vista científico se centraron en lo que se conoce como teoría de reciprocidad, según la cual, las personas se comportan de forma aparentemente desinteresada para recibir algún beneficio en el futuro. Sin embargo, "los comportamientos que hemos medido implican una probabilidad muy baja de la reciprocidad, lo que nos ha motivado a considerar explicaciones alternativas para la evolución del altruismo", explica Arnocky a EL ESPAÑOL.

Efectivamente, estudios posteriores han concluido que esta teoría quizás no pueda explicar por sí sola todos los comportamientos altruistas observados. Algunas hipótesis se han centrado en que el altruismo podría funcionar como una demostración de cualidades que de otra forma permanecerían ocultas, lo que se conoce como teoría de señalización costosa. Por ejemplo, un individuo que comparte una gran pieza de caza no sabe si todos los miembros de la comunidad le van a corresponder, como indicaría la teoría de la reciprocidad, sin embargo, el cazador está demostrando ante todos que tiene buenas habilidades para la caza, es decir está proporcionando información sobre sus cualidades.

Los investigadores plantean que este tipo de demostraciones podrían ayudar a los individuos a encontrar pareja, basándose en que los altruistas pueden ser vistos como más atractivos en comparación con aquellos que no lo son, lo que explicaría el éxito reproductivo de los buenos cazadores en este tipo de sociedades.

"Nuestros resultados apoyan esta hipótesis", explica Arnocky, ya que "el altruismo hacia los no parientes puede haber evolucionado como una estrategia de señalización de una cualidad para potenciales parejas y, consecuentemente, aumentar el éxito del apareamiento".

Los experimentos

Para tratar de determinar si efectivamente el altruismo ofrece alguna ventaja, los investigadores idearon dos experimentos. En el primero, se realizaron una serie de cuestionarios anónimos en los que se le preguntaba a 302 participantes sobre lo altruistas que eran, el número de parejas sexuales que habían tenido, la cantidad de veces que practicaban sexo con sus parejas, etc. Los datos mostraron que aquellos que se puntuaban más alto en altruismo también se consideraban más deseables para el sexo opuesto, y aseguraban tener más parejas sexuales y tener relaciones sexuales con más frecuencia.

Sin embargo, resulta evidente que este primer estudio tiene una limitación importante y es que depende de las descripciones que hacen los participantes de su propio altruismo. Para tratar de minimizar este sesgo, los investigadores incluyeron una serie de variables para controlar el nivel de narcisismo o del deseo de quedar bien de los participantes y, según explica Arnocky, "estadísticamente el control de estas variables no influyó en los resultados".

Otros de los inconvenientes de este acercamiento es que uno podría interpretar los resultados asumiendo que las personas que tienen más sexo tienen más tendencia a declararse altruistas. Para tratar de abordar este problema, los investigadores desarrollaron un segundo experimento que incluyó a 335 estudiantes universitarios en el que se media su altruismo con una prueba estándar en la que se ofrecía a los participantes la oportunidad de donar los 100 dólares que habían recibido por participar en el estudio.

De nuevo, los resultados de esta prueba mostraron que los participantes que estaban más dispuestos a donar sus ganancias eran los aseguraban haber tenido más parejas sexuales en su vida, más parejas sexuales ocasionales y más parejas sexuales en el último año.

Por último, los propios investigadores señalan otro inconveniente de su estudio; la dirección de la causalidad. A raíz de los datos, que indican que los más altruistas tienen más sexo, los autores han concluido que es el ser altruista lo que causa que se tengan más relaciones sexuales. Sin embargo, estos mismos datos también se podrían interpretar en sentido opuesto, es decir, tener más sexo anima a la gente a ser más altruista.

El propio Arnocky reconoce esta limitación y afirma que el próximo paso será "realizar una investigación longitudinal, probablemente desde la adolescencia temprana, para aclarar la direccionalidad de los hallazgos".

¿Existe realmente el altruismo? 

Pero más allá de las posibles limitaciones del estudio, los resultados que ofrece tampoco están exentos de discusión y encierran un debate aún más profundo sobre si realmente existen las acciones totalmente desinteresadas o si toda acción obedece a un interés, aunque no sea directo, tal y como indica la teoría de la reciprocidad.

Consultado por este periódico, el profesor de la Universidad de Binghamton y autor del libro Does altruism really exist? (Yale University Press, 2015), David Wilson, ha asegurado que los resultados de Arnocky también parecen apoyar la teoría de la reciprocidad y que no entiende "por qué los autores interpretan el altruismo como una señal costosa de alguna cualidad deseable, cuando el altruismo es una cualidad deseable en sí misma".

Para Wilson, los resultados se podrían explicar porque siendo altruistas conseguimos el objetivo de resultar más atractivos para parejas potenciales y, por tanto, tener más sexo. "A la gente le gustan más las buenas personas que las malas, así que las primeras tienen más parejas sexuales. Por lo tanto, si nos resultan atractivas las buenas personas, escogeremos a alguien que parezca buena persona y eso no es una señal de una cualidad oculta", sentencia este investigador.

Arnocky, por su parte, entiende que "si el altruismo ha evolucionado como una señal para mejorar el éxito reproductivo, algunos podrían considerar que es esencialmente un acto de reciprocidad", pero insiste en que "este no es el caso, debido a que muchos actos de bondad se hacen de forma anónima y sin audiencia, y con la sola intención de querer ayudar a otra persona". Según este investigador, "aunque el apareamiento puede haber dado forma a nuestra generosidad, el altruismo existe como un deseo genuino de ayudar a los demás".

Queda claro que la existencia o no de un altruismo genuino en el que no se espera nada a cambio es un debate abierto en la comunidad científica. En cualquier caso, más allá de las diferencias entre los investigadores a la hora de interpretar los resultados o de las limitaciones del estudio reseñado, lo que sí parece demostrado es que el ser altruista es una cualidad que nos hace atractivos. Así que, si uno desea tener una vida sexual activa, sería recomendable ser generoso o, al menos, parecerlo.