Antonio Villarreal Pablo Romero

Hace años, los médicos recomendaron al químico japonés Satoshi Ōmura que encontrara alguna actividad con la que relajarse, ya que había sufrido problemas de salud derivados del estrés laboral. Así, Ōmura encontró el golf.

Curiosamente, años más tarde, en una muestra del suelo de aquel mismo club de golf de Kasumigaseki halló la bacteria Streptomyces avermectinius, de la que se extrajo la avermectina, un poderoso tratamiento contra enfermedades infecciosas como la elefantiasis o la oncocercosis, también llamada "ceguera de los ríos".

Reacción de Omura al enterarse de su premio.

Reacción de Omura al enterarse de su premio. Reuters

Hoy, este descubrimiento le ha valido a este químico de 80 años para ganar el Nobel de Medicina y Fisiología 2015, compartido con William C. Campbell y Youyou Tu, primera científica china premiada con el Nobel, por descubrir una de las armas terapéuticas más eficaces contra la malaria: la artemisina.

En sus primeras declaraciones tras el anuncio, Ōmura comentó a la organización que "aceptaba humildemente" el premio, y recordaba divertido el descubrimiento del microorganismo en los bordes del club de golf. "A la gente le gusta creer eso porque soy un fan del golf, pero ahora no sé si el sitio pertenecía o no al club, podríamos decir que sí, que estaba dentro de los límites de su territorio".

Tras décadas de progreso limitado en el desarrollo de terapias duraderas para las enfermedades parasitarias, los descubrimientos de los ganadores de este año han cambiado radicalmente la situación y salvado cientos de miles de vidas en países en desarrollo.

Ivermectina y artemisina

Ōmura, experto en el aislamiento de productos naturales, se centró en un grupo de bacterias, Streptomyces, que viven en el suelo y se sabe que producen una gran cantidad de agentes con actividad antibacteriana (incluyendo la estreptomicina, descubierta por Selman Waksman, premiado con el Nobel de Medicina en 1952). Aisló nuevas cepas de esta bacteria y las cultivó con éxito en el laboratorio.

Dramatización del hallazgo de la bacteria Streptomyces en un campo de golf.

Dramatización del hallazgo de la bacteria Streptomyces en un campo de golf. Nobel Prize null null

A partir de aquí, William C. Campbell, de 85 años y experto en biología parasitaria, usó los cultivos de Streptomyces de Ōmura para explorar su eficacia, demostrando que uno de los componentes era muy eficaz contra los parásitos tanto en animales domésticos como de granja. Este agente bioactivo se sintetizó con el nombre de avermectina, que posteriormente fue modificada químicamente en un compuesto más eficaz, llamado ivermectina. Este compuesto funcionaba además, en humano, inaugurando una nueva clase de fármacos con extraordinaria eficacia contra enfermedades parasitarias.

William C. Campbell tras enterarse de su premio.

William C. Campbell tras enterarse de su premio. Reuters

Por su parte, el trabajo de Youyou Tu, 85 años, en China supuso un retorno a la medicina tradicional para hacer frente al reto de desarrollar nuevas terapias contra la malaria. Tradicionalmente, esta enfermedad ha sido tratada con cloroquina o quinina, compuestos que fueron perdiendo eficacia con el tiempo. A finales de 1960, los esfuerzos para erradicar la malaria habían fracasado y la enfermedad aumentó.

Youyou logró extraer con éxito el componente activo de la planta Artemisia annua y fue la primera en demostrar que este componente, más tarde llamado artemisina, era muy eficaz contra el Plasmodium falciparum, protozoo que causa la malaria, tanto en animales como en seres humanos infectados. La artemisina representó una nueva clase de agentes antipalúdicos, capaces de fulminar los parásitos de la malaria en una etapa temprana de su desarrollo. Se calcula que ha logrado reducir la mortalidad entre un 20 y un 30%, especialmente en niños, lo que se traduce en 100.000 vidas salvadas cada año en África.

Imagen de archivo de Youyou Tu.

Imagen de archivo de Youyou Tu. Reuters

Según ha declarado hoy el comité del galardón, "ambos descubrimientos han proporcionado a la humanidad nuevas y potentes formas de combatir estas enfermedades que afectan a cientos de millones de personas cada año". "Las consecuencias respecto de la mejora de la salud humana y la reducción de sufrimiento son inconmensurables".

"Una necesidad social"

Mariano Esteban, profesor de investigación del CSIC y jefe del grupo de Poxvirus y Vacunas del Centro Nacional de Biotecnología (CNB), explica a EL ESPAÑOL la importancia del desarrollo de este tipo de fármacos frente a enfermedades infecciosas. "Es un objetivo de la comunidad científica internacional luchar contra este tipo de enfermedades, que pueden afectarnos y no tenemos fármacos contra muchas de ellas", comenta, y añade: "Se trata de un reconocimiento a la labor de búsqueda y consecución de fármacos con capacidad para controlar enfermedades que causan una gran mortandad en la población".

Esteban considera que "existe una necesidad de encontrar nuevos fármacos que, solos o en combinación con otros, tengan mayor eficacia”, aunque conseguir una eficacia del 100% es algo muy raro para un compuesto, "generalmente debido a la resistencia que se produce con los agentes causales". 

El reconocimiento de la academia sueca a estos tres investigadores "demuestra que la investigación en nuevos fármacos más eficaces contra enfermedades infecciosas que tantas muertes causan es una necesidad y una obligación de nuestra sociedad", argumenta el investigador. "El sida causa 1,3 millones de muertes al año, entre el 1% y el 3% de la población europea está infectada de hepatitis C", recuerda Esteban, que apunta que "una de cada cinco personas en el mundo está expuesta al vector de contagio de la malaria, que es el mosquito Anopheles".

"Aunque se ha avanzado en la reducción de su mortalidad, esta enfermedad causa la muerte de 600.000 niños al año", concluye el virólogo del CNB.