Angela Downey, médico de familia.

Angela Downey, médico de familia.

Nutrición

La doctora Angela, médico de familia, alerta sobre este cítrico en España: "Puede causar acumulaciones tóxicas"

El pomelo es una fruta muy saludable, pero puede ser contraproducente si estás tomando ciertos medicamentos muy populares en España.

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Durante décadas, el pomelo ha sido símbolo de salud: bajo en calorías, rico en antioxidantes, vitaminas A y C, fibra, potasio, ácido fólico y hasta un pequeño aporte de hierro, magnesio y tiamina. Un alimento ideal para quienes cuidan su salud cardiovascular o buscan adelgazar.

Pero como alertan hoy médicos y farmacólogos, este cítrico puede actuar como un agente invisible de toxicidad cuando se combina con ciertos medicamentos comunes. No se trata de una advertencia menor: sus efectos pueden alterar el metabolismo de más de 85 principios activos, según una revisión de la Canadian Medical Association Journal, con consecuencias potencialmente graves.

Tal como explica Jared L. Ross, médico de urgencias y profesor en la Universidad de Missouri, "una gran cantidad de medicamentos interactúan con el pomelo y el zumo de pomelo". La causa se encuentra en unas sustancias vegetales llamadas furanocumarinas, presentes también en otros cítricos como las naranjas de Sevilla o los pomelos asiáticos, pero en concentraciones mucho más bajas.

Estas moléculas bloquean la actividad de la enzima CYP3A4, clave en el hígado y el intestino para la descomposición y eliminación de numerosos fármacos. "Esto puede hacer que el medicamento se vuelva ineficaz o, más grave aún, que el cuerpo no lo elimine correctamente, provocando efectos tóxicos", advierte Ross.

Por su parte, Angela Downey, médica de familia y divulgadora sanitaria, lo resume con claridad: "Cuando esa enzima está bloqueada, el fármaco se acumula en el sistema. En lugar de recibir una dosis normal, el cuerpo recibe una más alta de la que debería". Esto puede traducirse en desde somnolencia excesiva hasta problemas musculares, presión arterial peligrosamente baja o arritmias.

Según un estudio, una dosis normal de felodipino (un antihipertensivo) acompañada de zumo de pomelo puede triplicar sus niveles en sangre. El mismo fenómeno ha sido descrito con estatinas como simvastatina, atorvastatina o lovastatina, utilizadas para reducir el colesterol.

La interacción del pomelo con estatinas es una de las más documentadas. Según el American Journal of Medicine, el consumo habitual de este cítrico puede multiplicar por 15 los niveles de simvastatina en sangre. Esto aumenta el riesgo de rabdomiólisis, una ruptura del tejido muscular que puede llevar a insuficiencia renal.

"Comer pomelo mientras se toman estatinas puede tener efectos graves, como descomposición muscular, hipotensión grave o arritmias cardíacas", confirma la doctora Downey. En pacientes mayores o con otras enfermedades crónicas, estas complicaciones podrían ser incluso mortales.

Pero las estatinas no son las únicas afectadas. Los inmunosupresores como la ciclosporina —clave en pacientes trasplantados— también están en la lista. El aumento de su concentración puede causar toxicidad hepática o renal, con consecuencias devastadoras.

Interferencias peligrosas

Algo similar ocurre con medicamentos para arritmias como la amiodarona o con benzodiacepinas utilizadas para la ansiedad y el insomnio. En estos casos, el riesgo es una sedación profunda, desorientación o incluso depresión respiratoria. Según el Journal of Clinical Psychopharmacology, el pomelo puede prolongar la acción de estos sedantes mucho más allá de lo previsto.

El problema, además, no se limita al momento puntual de la ingesta. Las furanocumarinas pueden seguir bloqueando la enzima CYP3A4 más de 24 horas después de haber consumido pomelo o su zumo. Por eso no basta con espaciarlo en el tiempo con la medicación.

"Si se come accidentalmente un poco de pomelo o se bebe zumo mientras se toman estos medicamentos, lo más probable es que no pase nada grave", matiza el doctor Ross. "Pero es importante estar alerta a síntomas como dolor muscular, sedación excesiva, bradicardia o hipotensión. Y si aparecen, buscar atención médica inmediata".

¿Qué ocurre si el paciente no quiere renunciar al pomelo? Hay opciones. "La Asociación Americana del Corazón recomienda evitar el zumo de pomelo si se toman estatinas", recuerda Ross. Pero también señala que "quizá sea seguro consumir medio pomelo algunas mañanas si el fármaco se toma por la noche".

En cualquier caso, lo fundamental es consultar al médico. Algunas estatinas, como la pravastatina o la rosuvastatina, no presentan interacción con el pomelo. "Son alternativas más seguras si el pomelo es innegociable", subraya Downey. También existen antihistamínicos y ansiolíticos sin esta interacción.

En ese sentido, el consejo de los expertos es claro: "Si alguien come pomelo y está tomando una medicación con riesgo de interacción, debe llamar a su médico o farmacéutico, sobre todo si se siente mal", advierte Downey. El cuerpo puede tardar más de un día en metabolizar el efecto del pomelo, por lo que actuar a tiempo es esencial. A veces se necesita ajustar la dosis o incluso posponer la siguiente toma.

Este fenómeno, que podría parecer anecdótico, en realidad pone sobre la mesa un problema más amplio: la falta de información que muchos pacientes tienen sobre las interacciones entre alimentos y medicamentos.

Una revisión publicada en Food and Chemical Toxicology destaca que más del 60% de los encuestados en varios países desconocía por completo que el pomelo pudiera alterar el efecto de sus fármacos. Este vacío informativo subraya la necesidad de campañas educativas dirigidas tanto al público como a los profesionales sanitarios.

Lo que este cítrico nos enseña es que no basta con elegir alimentos saludables, sino que también es crucial comprender cómo interactúan con el contexto terapéutico de cada persona. Lo que es beneficioso para uno, puede ser perjudicial para otro.

Lo cierto es que en ese delicado equilibrio entre alimentación y medicación, la ciencia y el criterio médico deben guiar cada decisión. Porque, como han advertido los doctores Ross y Downey, incluso lo más natural puede tener un lado inesperadamente peligroso.