Anne Igartiburu.
El único alimento que Anne Igartiburu, 56 años, toma a diario para desayunar: "Soy muy cuidadosa con mi cuerpo"
La popular presentadora sigue desde hace años un estilo de alimentación que protege contra el sobrepeso y el envejecimiento prematuro.
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Las evidencias sobre los beneficios para la salud de la práctica del ayuno no dejan de acumularse en los últimos años. Los ensayos clínicos han demostrado que el cuerpo humano no solo está preparado para pasar periodos extendidos de tiempo sin ingerir alimentos sólidos, sino que ayunar regula el metabolismo de forma saludable. Y aunque pueda parecer duro, es cuestión de acostumbrarse, como demuestra la presentadora Anne Igartiburu (Elorrio, 1969).
El patrón dietético que se denomina 'ayuno intermitente' tiene distintas modalidades. Hay personas que optan por ayunos semanales, en los que pasan un día o incluso más sin ingerir alimentos y comen de manera habitual el resto, pero no es la modalidad más recomendada por los expertos. Aparte de más difícil de seguir, puede llevar a desarrollar trastornos, como los atracones.
Una alternativa es la alimentación con restricción horaria, que implica comer todos los días, pero dejando suficientes horas de ayuno como para que los procesos metabólicos se activen. La ventaja de esta modalidad es que se puede amoldar a los hábitos diarios, adelantando la cena o retrasando el desayuno. Es precisamente el sistema que sigue Igartiburu, según confesó en Women's Health.
"Llevo una alimentación saludable", explicaba. "Soy muy cuidadosa con lo que meto en mi cuerpo y en mi mente. Hago ayuno intermitente a diario: ceno temprano con mis hijos y estoy entre 12 y 16 horas sin comer". Así, su desayuno consiste en "romper el ayuno" literalmente antes de almorzar con "un café o una infusión".
Ese primer café del día, tras un mínimo de 12 horas con el estómago vacío, no es baladí en absoluto para el popular rostro televisivo. "Soy muy maniática con la elaboración del café con leche porque me gusta con una proporción de leche muy concreta", revelaba en La Vanguardia. Su cocina, además, prioriza los alimentos vegetales, que provienen de su propio huerto. "Tengo huerta en casa, soy muy de hierbas".
La importancia de incorporar esta restricción horaria a los hábitos diarios es mayor aún teniendo en cuenta que nuestro país lo pone más difícil que otros vecinos europeos. En España, la mayoría desayuna entre las 7,00 y las 8,00 horas, y cena entre las 21,00 y las 22,00 horas, lo que supone entre doce y catorce horas de alimentación.
Otros países, en cambio, concentran todas las comidas del día en una ventana horaria más breve y más acompasada con los ritmos circadianos de amanecer y anochecer. Así, adelantar la cena y retrasar el primer café del día hasta la hora de almorzar como hace Igartiburu es una estrategia que permite alcanzar las 16 horas de ayuno diario, aprovechando para lograrlo las horas de sueño.
Seguir el patrón '16-8' (dieciséis horas de ayuno por ocho en las que se ingieren todas las calorías del día) tiene efectos sobre los procesos que ayudan a la longevidad. Por ejemplo, fomenta la autofagia, el proceso de destrucción de las células senescentes (o 'células zombi') que han terminado su ciclo vital pero permanecen, secretando compuestos que inciden en el envejecimiento biológico.
Con un ayuno de dieciséis horas, además, se contribuye a la pérdida de peso. El organismo habrá agotado para entonces las reservas de glucosa como fuente de energía, y empezará a "quemar grasas" en su lugar, lo que se conoce como cetosis. Al mismo tiempo, este proceso ayuda a regular el mecanismo de metabolización de los azúcares, protegiendo contra la diabetes.
La producción de cetonas es asimismo un factor antiinflamatorio y saludable para el organismo en general, especialmente para el cerebro. Las personas que siguen el patrón 16-8 han logrado mejores puntuaciones cognitivas y de concentración en los ensayos, además de reportar una mayor energía durante el día.
Finalmente, hay indicios de que estos hábitos de restricción horaria de la alimentación ayudan a regular la producción de melatonina, lo que mejora el descanso nocturno. "Duermo muy bien, profundamente y parece que no es algo habitual, porque mucha gente con la que hablo se queja de que duerme mal", se sorprendía la propia Igartiburu.