
La entrenadora María Amador.
María Amador, experta en pérdida de grasa: "Esta es la mejor cena para perder barriga en España sin pasar hambre"
La especialista añade este alimento a sus comidas a menudo ya que se trata de un producto con muy pocas calorías y muy saciante.
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Desde una perspectiva nutricional, el tomate destaca no solo por su escaso aporte calórico, sino por su elevada capacidad saciante. Esto lo convierte en un aliado estratégico para quienes persiguen la pérdida de grasa. La nutricionista María Amador sintetiza esta cualidad diciendo: “Los tomates son uno de los mejores carbohidratos para tu pérdida de grasa. Y es que, si eres un pozo sin fondo como yo, son ideales porque contienen muy pocas calorías, pero son muy saciantes”.
Esta afirmación se refrenda en diversos estudios que apuntan a cómo alimentos de elevada densidad hídrica y baja densidad energética promueven una reducción significativa de la ingesta global.
La capacidad saciante de este alimento no hay que entenderla de forma aislada: reside en su combinación de agua abundante y fibra, elementos que aconsejan ralentizar el vaciado gástrico y prolongar la sensación de plenitud.
Un ensayo clínico realizado durante ocho semanas en Taiwan demostró que participantes que incorporaron tomate fresco a su dieta presentaron disminuciones significativas en peso corporal, masa grasa, circunferencia de cintura y cadera comparativamente con un grupo control.
Añade a ello un metaanálisis y estudios de intervención identificados en la literatura: se confirma que el consumo diario de tomate o jugo de tomate reduce los niveles de colesterol total, triglicéridos y presión arterial, al tiempo que eleva el colesterol HDL, gracias a la sinergia entre licopeno y fibra soluble.
De forma complementaria, un estudio reciente presentado en la ‘American Physiology Summit’ revela que el licopeno actúa rápidamente en el metabolismo hepático, favoreciendo una mejor oxidación lipídica tras solo una semana de consumo regular. Este dato es relevante porque evidencia que los efectos metabólicos beneficiosos del tomate pueden manifestarse en períodos sorprendentemente cortos.
Es importante subrayar que los beneficios de este alimento no se reducen al licopeno en sí, sino a la matriz alimentaria completa. Una exhaustiva revisión publicada en ‘Nutrition Research Reviews’ concluye que los productos de tomate entero (crudo, cocido, zumo) demuestran efectos antiinflamatorios y metabólicos superiores a los obtenidos únicamente con suplementos de licopeno.
De hecho, esta vegetal constituye también una fuente importante de antioxidantes variados (vitamina C, β‑caroteno, ferúlico, flavonoides), cuyos efectos sinérgicos ofrecen una capacidad antioxidante notable—mucho mayor que la del propio α‑tocoferol—lo que reespalda los datos de mejora de biomarcadores de inflamación en plasma, como IL‑6.
Hay evidencias adicionales en estudios de corta duración, por ejemplo, sobre la ingesta de jugo de tomate en mujeres jóvenes: después de solo una semana se observaron descensos en circunferencia de cintura, colesterol y marcadores inflamatorios , lo cual respalda la idea de que incluso intervenciones rápidas con tomate pueden ser efectivas.
También existe evidencia de que consumir tomate antes de la comida puede modular de manera favorable los niveles posprandiales de glucosa, triglicéridos, colesterol y ácido úrico, según un ensayo con el tomate portugués “rama” durante cuatro semanas en mujeres jóvenes.
En este contexto científico, cobra especial relevancia la propuesta culinaria de María Amador, quien detalla cada paso de su preparación: “Yo empecé cortando los tomates en rodajas… quité la pulpa del centro… la pulpa la vamos a picar muy bien… mezclar con un par de huevos… podéis añadir los toppings de vuestra preferencia.” Esta práctica aprovecha el tomate en diversas formas (crudo y cocinado), lo que optimiza la biodisponibilidad del licopeno al combinarlo con huevo y grasa.
Además de su efecto sobre el metabolismo lipídico y cardiovascular, el tomate también parece ejercer un impacto positivo en la microbiota intestinal, un factor cada vez más vinculado al control del peso y la inflamación sistémica.
De hecho, la inclusión diaria de tomate en la dieta promueve el crecimiento de bacterias beneficiosas como Akkermansia muciniphila, implicada en la integridad de la barrera intestinal y la mejora de la sensibilidad a la insulina. Este efecto prebiótico podría explicar en parte los beneficios observados sobre la circunferencia abdominal y los perfiles lipídicos.
Además, ingerir tomate en la cena, en comparación con su consumo en el desayuno, mejoraba los ritmos circadianos de secreción de melatonina y cortisol, facilitando un descanso más reparador y una mayor oxidación de grasa durante la noche. Esto convierte al tomate en una opción interesante no solo por su composición, sino por su potencial sincronizador del metabolismo.
El plato se completa con el toque cálido de María: “Llevamos la parte externa de nuestros tomates a la sartén con un chorrito de aceite… tapamos… después le añadimos queso mozzarella… Un poquito de orégano… decoramos con un poco de pan…” Precisamente, la presencia de aceite facilita la absorción del licopeno y la cocción aumenta su biodisponibilidad.
Concluye María: “Te puedes tomar esta sartén entera estando en pérdida de grasa… no puede estar más buena ni parecerse más a una pizza muy baja en calorías.” Su enfoque se alinea con estudios que demuestran que iniciar una comida con alimentos saciantes de baja densidad energética, como el tomate, regula el apetito y reduce la ingesta global del resto del platillo.