El nutricionista Pablo Ojeda.

El nutricionista Pablo Ojeda.

Nutrición

El aviso del nutricionista Pablo Ojeda a los que toman leche sin lactosa en España: "Tú solo te has buscado una intolerancia"

El experto en nutrición, Pablo Ojeda, explica cómo puede perjudicar realmente la toma de leche sin lactosa en la alimentación sin una intolerancia real.

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"La leche es una de las principales fuentes de calcio, y junto con la vitamina D y la lactosa, favorece una absorción más completa", así lo destaca la Fundación Española del Corazón y también una reciente investigación biomédica de la Universidad de Granada. Se trata de un alimento con un alto valor nutritivo que mantiene un buen equilibrio en sus macronutrientes, aportando ácidos grasos de cadena corta y media para facilitar su digestión, proteínas lácteas de alto valor biológico y un hidrato de carbono principal: la lactosa.

Este azúcar, que debe evitarse en casos de intolerancia real, ha sido objeto de debate en los últimos años, especialmente debido a la creciente tendencia de consumir leche sin lactosa como una opción supuestamente más saludable o eficaz para la pérdida de peso.

Según el nutricionista Pablo Ojeda, en su colaboración con el programa de radio 'Las Mañanas KISS', es cada vez más común que muchas personas afirmen que toman leche sin lactosa porque "engorda menos". Sin embargo, el experto aclara que esta creencia es completamente errónea. Algo que ya han demostrado también otros estudios recientes como el realizado por el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Chile, en el que además, 12 estudios concluyeron que consumir lácteos estaba asociado a un menor riesgo de sobrepeso u obesidad.

"La leche sin lactosa tiene las mismas calorías que la leche normal y contiene la misma cantidad de azúcares", explica Ojeda. Algo que también trata un reciente estudio publicado en la Revista Chilena de Nutrición, donde se ha analizado la respuesta glucémica de la leche sin lactosa en comparación con otros alimentos y teniendo esta última un índice glucémico incluso más alto que el de la leche con lactosa normal. La diferencia que enfatiza el nutricionista entre ambas bebidas, radica en que la lactosa es una molécula compuesta por dos azúcares unidos, y el cuerpo humano necesita una enzima específica para descomponerla y digerirla.

Si una persona sin intolerancia deja de consumir lactosa sin necesidad, su organismo reduce la producción de estas enzimas de manera progresiva. "¿Qué pasa si a ti no te pasa absolutamente nada y no tomas lactosa? Pues que las enzimas se van 'desafilando', así que cuando de repente tomas otra vez lactosa, puede molestarte aún más en el estómago", advierte Ojeda. En otras palabras, eliminar la lactosa sin motivo puede llevar a desarrollar una intolerancia que antes no existía.

El problema de eliminar el gluten sin necesidad

Algo similar ocurre con el gluten según el especialista. Existen personas que lo eliminan de su dieta sin ser celíacas ni sensibles al gluten, sin saber que este cambio puede afectar la capacidad de su organismo para procesarlo.

"Cuando no le metes el gluten y a ti no te pasa nada, las enzimas digestivas se desafilan y llega un momento en que te puede molestar", señala el experto. Pero hay otro aspecto clave que muchas veces se pasa por alto: "Sí, es verdad que no es lo más interesante del mundo, pero el gluten aporta mucha fibra, saciedad y muchas vitaminas".

De hecho, muchas veces, los productos sin gluten disponibles en el mercado son alternativas ultraprocesadas. "Las opciones sin gluten que hay en el mercado suelen ser magdalenas sin gluten, bollitos sin gluten... Suelen ser ultraprocesados que están metiendo muchas más calorías", advierte Ojeda.

Un contexto en definitiva, en el que las tendencias alimentarias y la desinformación en redes sociales pueden generar confusión y en el que es fundamental comprender que no todo lo que parece más saludable realmente lo es. La eliminación de ciertos alimentos sin una razón médica justificada no solo no aporta beneficios, sino que puede derivar en problemas digestivos y elecciones alimentarias menos saludables.