Aditivos alimentarios. EFSA.

Aditivos alimentarios. EFSA.

Nutrición

Un nuevo estudio vincula siete aditivos comunes en los alimentos procesados con el riesgo de infarto

El trabajo sobre el consumo de emulsificantes y la enfermedad cardiovascular ha contado con datos de más de 95.000 pacientes.

7 septiembre, 2023 03:09

Los aditivos alimentarios se encuentran tanto en los productos procesados, la mayoría de los envasados que adquirimos en los supermercados, como en los denostados 'ultraprocesados'. Si muchos de los primeros son considerados saludables -de las legumbres en conserva a determinados pescados en lata-, los segundos están considerados como uno de los principales problemas de la denominada como 'Dieta Occidental', al excederse con ingredientes nocivos como la sal o las grasas.

Los aditivos aparecen en el etiquetado alimentario identificados con un código que comienza con la letra E y que no siempre corresponde a un ingrediente químico desconocido para el consumidor: el E-300, por ejemplo, no es más que la vitamina C. Todos ellos han sido aprobados por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), aunque no es infrecuente que los niveles autorizados se revisen o que los productos se descarten, como ocurrió con el dióxido de titanio.

Un nuevo estudio publicado en The British Medical Journal se centra en esta ocasión en los emulsionantes alimentarios, empleados para mejorar la textura y la vida útil de los productos como los dulces, pastelería, helados, chocolates, pan y margarina. Incluyen las celulosas, mono y diglicéridos de ácidos grasos, almidones modificados, lecitinas, los carragenanos extraídos del alga roja, fosfatos, goma y pectinas.

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El consumo elevado de ocho grupos de ellos estaría relacionado con una mayor incidencia de enfermedades cardiovasculares, según un amplio estudio con datos de 95.442 adultos franceses. Los participantes se enrolaron en el estudio NutriNet-Santé entre 2009 y 2021, tenían 43 años de media, y no sufrían problemas de corazón previos. Los investigadores pretendían comprobar los indicios de relación entre los emulsionantes y la inflamación vascular.

Esto, a su vez, incrementa el riesgo de problemas cardíacos que abarcan del infarto a la enfermedad coronaria crónica, o los accidentes cerebrovasculares. Durante los dos primeros años de seguimientos, los participantes rellenaron como mínimo tres encuestas de alimentación online. Los investigadores desglosaron a continuación la concentración de aditivos en los alimentos consumidos a partir de tres bases de datos y de análisis de laboratorio.

El segundo dato registrado fue la aparición de eventos cardiovasculares o incluso de muertes a partir del registro nacional, y se tuvieron en cuenta riesgos asociados como la edad, el sexo, el Índice de Masa Corporal (IMC), tabaquismo, actividad física y consumo de alimentos insanos como sal, azúcar o alcohol. Transcurridos siete años, se identificó una relación entre el consumo elevado de celulosa (E460) y carboximetil-celulosa sódica (E466) con un mayor riesgo cardiovascular, y de enfermedad coronaria en concreto. 

El mayor consumo de monoglicéridos y diglicéridos de ácidos grasos (E471 y E472) se asoció con un mayor riesgo de todos los accidentes cardiovasculares abarcados. Más concretamente, los ésteres lácticos de monoglicéridos y diglicéridos de ácidos grasos (E472b) se vincularon con los infartos y los accidentes cerebrovasculares, y los ésteres cítricos de monoglicéridos y diglicéridos de ácidos grasos (E472c), con la enfermedad coronaria. Los fosfatos sódicos (E339) se relacionaron igualmente con esta última dolencia.

Ningún otro emulsificante llegó a relacionarse con estos problemas de corazón. Los autores admiten que se trata de un estudio observacional que no puede establecer una relación de causa y efecto, pero señalan que la muestra de participantes era lo bastante amplia como para determinar factores potenciales de influencia. Además, los resultados se mantuvieron sólidos tras varias revisiones.

Como conclusión, plantean que los resultados deberían replicarse en nuevos trabajos a gran escala para contribuir, llegado el caso, a una revisión de los límites aceptados de estos aditivos en los alimentos. Mientras tanto, instan a las autoridades a seguir insistiendo en el mensaje de evitar el consumo de ultraprocesados, así como el uso de aditivos "no esenciales y controvertidos" por parte de la industria alimentaria.