Un bocata con salchichón.

Un bocata con salchichón.

Nutrición

Elimina el bocadillo de salchichón de tu dieta: estas son las tres razones médicas

Pese a que ha formado parte de los almuerzos y meriendas de los niños de media España, se trata de un bocado muy poco recomendable. 

17 julio, 2022 02:45

Pocas cosas hay más versátil que los bocadillos, para merendar, para cenar o incluso de tapa. Son el complemento perfecto para comer cuando se va de escapada al campo o durante el Camino de Santiago. También son un recurso rápido para preparar la merienda de los niños o incluso para servir durante los cumpleaños infantiles. Entre las dos mitades de pan cabe todo, embutido, filetes, huevo, verduras, pescado, sin salsas o con aceite, que empape, que diría Ginés, el hortelano ubetense que triunfa en TikTok con sus bocadillos imposibles.

En varias ocasiones hemos desvelado que lo tradicional en la gastronomía no tiene porque equivaler a lo más saludable y los bocadillos no escapan de esa criba. Incluir en la dieta los bocadillos, especialmente si son de embutidos, es decir, consumirlos de forma habitual, no es algo muy recomendable. De hecho, en la propia entrevista que realizó EL ESPAÑOL a Ginés, este experto bocadillero revelaba que tiene un nivel de colesterol de 500 mg/dl cuando lo recomendable es estar por debajo de 200 mg/dl según la Fundación Española del Corazón.

El bocadillo es un preparado milenario cuyo origen en nuestro país parece estar en Andalucía y Castilla, siendo el primero de ellos de chorizo, según revela Borja Sacristán, historiador. "Los primeros bocadillos datan de la época del Antiguo Egipto y de Sumeria aunque estos se realizaban con tortas de cereal. No fue hasta el siglo XV cuando comenzaron a popularizarse los elaborados con pan con levadura, sobre todo los que contenían embutido en su interior", señala el historiador.

[Carne procesada: éste es el nuevo riesgo asociado a su consumo]

Hay muchas razones por las que el consumo de carne procesada, como la del salchichón, no es recomendable. De hecho, en 2015, la Organización Mundial de la Salud (OMS), a través de su Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC), puso este embutido en la lista negra. Esta decisión está apoyada en diversos estudios epidemiológicos recogidos por la entidad que sugieren que los aumentos en el riesgo de padecer varios tipos de cáncer pueden estar asociados a un alto consumo de carne roja o procesada.

En concreto, la carne procesada, categoría a la que pertenece el salchichón, fue adscrita al grupo 1, es decir, cancerígena. Un embutido que por ser más económico que otros, como el jamón serrano, es un habitual en el tapeo español. 

Muchos nutricionistas, como Concepción Martínez, coinciden en señalar que tal y como indica la OMS, el salchichón no es un alimento saludable, como cualquier otra carne procesada. "Que los bocadillos estén realizados con embutidos es algo que parece intrínseco, sin embargo, hay todo tipo de opciones más sanas e igual de ricas. Aunque el calificativo de saludable también depende del pan, si es pan blanco tradicional tampoco debería de venir acompañado del calificativo saludable", insiste Martínez.

Contiene mucha grasa y sal

Elaborado con carne magra de cerdo y algún contenido de tocino, el salchichón está condimentado con sal y algunas especias como pimienta, nuez moscada, clavo o cilantro. También es uno de los embutidos más calóricos, con más de 400 kilocalorías por cada 100 gramos y 38,1 gramos de grasa por cada 100, de los cuales aproximadamente 12 gramos son saturadas. Al día, no es recomendable obtener más del 25% al 30% de las calorías diarias de grasas, además debería limitar las grasas saturadas a menos del 10% de las calorías diarias, unas recomendaciones complicadas de seguir si se consume habitualmente salchichón.

Además contiene de media 3,3 gramos de sal por cada 100 gramos de producto y teniendo en cuenta que la recomendación de la OMS es de consumir menos de 5 gramos de sal al día, para un solo alimento es demasiada. Según la organización, sobrepasar este límite contribuye a la hipertensión arterial y aumenta el riesgo de cardiopatía y accidente cerebrovascular.

Pan refinado

Este es otro de los problemas de añadir a la dieta el bocadillo de chorizo. El pan blanco está elaborado principalmente con harinas refinadas. Las harinas, sean cuales sean, se obtienen tras moler granos de cereales, que se componen de tres partes: el salvado, el endospermo y el germen. Una harina que se obtiene de un grano completo se considera integral, aunque las más utilizadas son aquellas que están hechas únicamente con el endospermo, es decir, las refinadas o blancas.

Al prescindir del salvado y del germen, la harina pierde una gran cantidad de fibra, lo que a su vez hace que contengan una mayor cantidad de hidratos de carbono digeribles y sean poco saciantes. De ahí que el consumidor tenga que ingerir más cantidad de alimentos para paliar el hambre, además este tipo de harina aumenta el índice glucémico durante la digestión. 

Este proceso tiene lugar cuando los hidratos de carbono digeribles, en específico la amilopectina, se convierte con facilidad en azúcar y afecta los niveles de glucosa en la sangre. son descompuestos por el organismo hasta ser convertidos en azúcares, entonces pasan rápidamente a la sangre por la falta de fibra y el páncreas comienza segregar mucha insulina para que las células los almacenen. 

Entonces la insulina que no se utiliza, termina convertida en grasa que se acumula en el organismo. A parte, el índice glucémico alto, por encima de 70, se relaciona también con la aparición de enfermedades cardiovasculares, metabólicas e, incluso, con el cáncer. De hecho, según una investigación realizada por el Hospital La Paz de Madrid, los alimentos elaborados con harinas refinadas o azúcares refinados son uno de los responsables del aumento de peso corporal y las dificultades metabólicas.