Una persona vigila su nivel de glucemia en sangre.

Una persona vigila su nivel de glucemia en sangre. iStock

Nutrición

Así puedes saber si estás sufriendo un pico de glucosa: estos son los síntomas principales

Entre las hormonas más importantes que controlan este equilibrio se encuentra la insulina, que se encuentra 'alterada' en personas con diabetes.

10 mayo, 2022 03:45

Necesitamos a la glucosa para vivir. Es la "moneda de intercambio energético" en el cuerpo. Habitualmente los niveles de glucosa en sangre o la 'glucemia' se mantienen en un rango estrecho, debido a un equilibrio entre la producción hepática de glucosa, a la absorción intestinal de los diferentes alimentos, a la captación y consumo por parte de los tejidos periféricos, así como a la absorción y excreción renal de glucosa.

Así lo explica en una entrevista la doctora Cristina Tejera Pérez, médico especialista en Endocrinología y Nutrición, y miembro del Complejo Hospitalario Universitario de Ferrol, así como vocal de Comunicación de la Sociedad Española de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), quien recuerda igualmente que entre las hormonas más importantes y que controlan este equilibrio se encuentra la insulina, habiendo además algunos tejidos que son más dependientes del metabolismo de la glucosa para su funcionamiento como es el tejido cerebral.

A la hora de presentar un pico de glucosa, esta doctora señala que habitualmente no producen síntomas en personas sanas, si bien en las personas con diabetes sí que es más frecuente el tener síntomas como la polidipsia (aumento de la sed), la poliuria (aumento de la micción), las náuseas, los vómitos, o la sequedad de boca, entre otros.

"Estos síntomas se pueden asociar al hecho de que, pese a que haya una glucosa elevada en sangre, esta no entra dentro de la célula por una falta absoluta o relativa de insulina, y es entonces cuando el cuerpo tiene que echar mano de las grasas liberando en este proceso cuerpos cetónicos responsables de estos síntomas. También el tener la glucemia alta produce una deshidratación celular de ahí el aumento de la sed, y secundariamente hay una diuresis osmótica incrementándose la poliuria", agrega la endocrinóloga.

Peligroso en el largo plazo

En este punto, la doctora Tejera indica que en las personas sanas, tras la ingesta o bien tras una situación que active las vías metabólicas contrainsulares, como puede ser el estrés mantenido, pueden aumentarse las concentraciones de glucemia, aunque precisa que estas no suelen superar los 140 mg/dL, y habitualmente retornan a la normalidad en dos horas como máximo.

"Si estos picos son cada vez más frecuentes y más llamativos en cuanto a los valores alcanzados, de fondo puede haber una alteración en la secreción de insulina que no medie la supresión hepática de la glucosa entre comidas y no prepare al hígado y al resto de tejidos periféricos (fundamentalmente músculo y tejido adiposo) para la captación de glucosa", detalla.

Según la experta de la SEEN, este fenómeno, la elevación de la glucemia post prandial, puede elevarse de forma precoz en las primeras etapas del desarrollo de la diabetes tipo 2, y puede aparecer incluso años antes de que se diagnostique este tipo de diabetes.

"El tener valores fuera de rango de glucemia tras las comidas, se relaciona con una mayor variabilidad glucémica. A su vez, esta se traduce en un mayor riesgo de desarrollar complicaciones crónicas evolutivas asociadas a la diabetes", destaca la doctora Tejera.

Además, esta experta advierte de que unos valores por encima de los objetivos de glucemia tras las comidas se relacionan con un mayor riesgo de desarrollar estrés oxidativo, algo que produce un aumento de la fabricación de moléculas proinflamatorias para el cuerpo, y de otras moléculas que contribuyen al desarrollo de la enfermedad cardiovascular.

Sostiene igualmente que algunos estudios apuntan también a un mayor riesgo de deterioro cognitivo y a retinopatías. "Además de los valores elevados de glucosa, el hecho de desarrollar una hiper insulinemia tras las comidas puede acompañarse también de niveles elevados de triglicéridos y de ácidos grasos libres, los cuales superan la capacidad hepática para procesarlos con las lipoproteínas, algo que puede incrementar también el estrés oxidativo y el riesgo cardiovascular", resalta.

En las personas con diabetes, recuerda que la Sociedad Española de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición aconseja unos valores de glucemia postprandial a las 2 horas tras la ingesta, y que sean inferiores a 180 mg/dL.

"Para las personas con diabetes es muy importante limitar estas excursiones de glucemia porque, como hemos visto, pueden ser deletéreas si se mantienen en el tiempo. En el caso de las personas sanas también es importante prestar atención especialmente a la forma en la que comemos para evitar el riesgo fundamentalmente de desarrollar resistencia a la insulina y diabetes mellitus tipo 2", avisa.

Cómo aplanar las curvas

En este punto, la miembro del Complejo Hospitalario Universitario de Ferrol destaca que tanto las personas con diabetes, como las que no, debemos controlar nuestra forma de alimentarnos. "Entre los alimentos con hidratos de carbono debemos priorizar aquellos de bajo índice glucémico, es decir, aquellos que producen una absorción mucho más sostenida en sangre de glucosa, producen una mayor sensación de saciedad, y permiten a la insulina regular la glucemia en sangre", aconseja.

Entre estos alimentos se encuentran las verduras, las frutas, los alimentos integrales y las legumbres, apunta la especialista. Al mismo tiempo considera que se deben evitar alimentos de alto índice glucémico, aquellos que nos van a producir picos elevados de glucosa en sangre y se van a acompañar de picos de insulina como son los dulces, los refrescos, los cereales azucarados, el azúcar o los caramelos, entre otros.

A juicio de la doctora Tejera, algunos consejos importantes a tener en cuenta son consumir alimentos integrales, dado que son más ricos en fibra y limitan la absorción de glucosa; intentar hacer cocciones al dente; no olvidarnos nunca de nuestra ración de vegetales acompañando a nuestras comidas; e intentar siempre el hidrato de carbono en compañía de alimentos proteicos o con lípidos. "Podemos romper las moléculas de almidón del pan o de los tubérculos si previamente lo metemos en el congelador o en la nevera, al menos 4 horas", afirma.

A su vez, esta endocrinóloga cree que hay que evaluar de forma individual el consumo total de hidratos de carbono, puedes debe ajustarse en función de múltiples circunstancias: "Las dietas bajas en hidratos de carbono pueden ayudar a controlar algunos parámetros metabólicos; sin embargo, no se aconseja realizarlas de forma no supervisada, especialmente en personas con diabetes, gestación, insuficiencia renal o hepática, consumo concomitante de alcohol, o consumo de fármacos, entre otras circunstancias".

Recuerda a su vez que el ejercicio físico puede introducir glucosa dentro de la célula de forma independiente a la insulina, por lo que un paseo tras la ingesta puede ayudarnos en este sentido. Además, destaca que en el caso de las personas con diabetes es importante administrar de forma correcta su tratamiento farmacológico.