Un ejemplar de ballena picuda, emparentada con la nueva especie encontrada.

Un ejemplar de ballena picuda, emparentada con la nueva especie encontrada. Matthew Grammatico

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Descubren una nueva especie de ballena

Un grupo de investigadores de Estados Unidos confirman el descubrimiento de una nueva especie de ballenas al norte del Pacífico

27 julio, 2016 18:00

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El océano es un mundo aparte dentro del nuestro. Esa sensación nos da el desconocimiento de lo que sucede en aguas profundas, en las fosa de las Marianas o, como es el caso, el descubrimiento de nuevos animales tan visibles como las ballenas.

Tras numerosos indicios de que se trataba de un tipo desconocido, un grupo
de investigadores estadounidenses ha conseguido demostrar que efectivamente se ha descubierto una nueva especie.

Hasta ahora, el género de ballenas Berardius había sido dividido en dos únicas especies: Baird y Arnoux. Sin embargo, los pesqueros japoneses tradicionalmente han diferenciado, dentro de las primeras, las ballenas "grises" y las ballenas "negras", de menor tamaño.

El nuevo estudio, publicado en la revista marina Mammal Science, recoge que los ADN mitocondriales de las ballenas grises y las negras muestran una diferencia que evidencia la existencia de una especie desconocida, que por ahora no ha sido bautizada con ningún nombre.

A pesar no haber sido demostrado hasta ahora, las conjeturas sobre esta ballena Berardius provienen de la década de los 40, cuando un grupo de balleneros en Japón
aseguraron haber capturado una extraña ballena "picuda", término coloquial de la familia Ziphidae a la que pertenecen estas especies. En 2004, en la costa de Alaska apareció el cadáver de otro ejemplar que volvió a levantar las sospechas de que no se trataba de un animal ya conocido.

Finalmente, en 2014, una profesora de biología encontró el cuerpo de una de estas ballenas en las islas Pribilof (Alaska), ubicadas en el mar de Bering. En un principio afirmó que se trataba de una ballena picuda de Baird, pero la examinación posterior reveló que tenía la piel muy oscura y la aleta dorsal demasiado grande y flexible
en comparación con dicha especie. Además, su tamaño, que indicaba que era una cría, no se correspondía con lo desgastado y amarillento de sus dientes.

Esta muestra es la que han utilizado los investigadores del nuevo estudio, junto con otras 178 de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus
siglas en inglés). "No sabemos cuántas son ni dónde habitan, pero vamos a empezar a investigarlo", cuenta a National Geographic Phillip Morin, genetista molecular
en la NOAA.

"Cada vez dañamos más el medio ambiente y no somos capaces ni de empezar a conservar la biodiversidad que sabemos que está ahí afuera", añade Morin, "pero todavía hay muchas más cosas en nuestro mundo que ni siquiera entendemos".