Recreación de una sección transversal de Solarion arienae, el microbio recién descubierto.

Recreación de una sección transversal de Solarion arienae, el microbio recién descubierto. Universidad Carolina

Investigación

Científicos descubren un nuevo organismo que reescribe la evolución: "Revela una rama perdida de la historia celular"

Solarin arienae no encaja, por su anatomía, su ADN y sus extrañas mitocondrias, en ninguno de los grandes grupos eucariotas conocidos.

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Las claves

Científicos han descubierto Solarion arienae, un microbio que representa una nueva y profunda rama en el árbol evolutivo de los eucariotas.

El análisis genético y celular de Solarion revela que posee mitocondrias con características únicas, incluyendo la conservación de un sistema bacteriano ancestral.

Solarion forma parte de un nuevo filo, Caelestes, y un supergrupo llamado Disparia, junto a otros protistas raros como Provora, Hemimastigophora y Meteora sporadica.

El hallazgo sugiere que las primeras mitocondrias eucariotas eran más versátiles y conservaban rutas metabólicas bacterianas que se han perdido en la mayoría de los organismos actuales.

No todos los días se añade una rama nueva al árbol de la vida. Solarion arienae, un microbio diminuto descubierto casi por accidente, acaba de conseguirlo. Es como encontrar un linaje "primo lejano" de animales, plantas y hongos que se había quedado quieto, oculto entre cultivos de laboratorio.

Su anatomía, su ADN y, sobre todo, sus extrañas mitocondrias han llevado a los biólogos a proponer un nuevo filo y toda una rama profunda del linaje eucariota que no sabíamos que existía. La historia del hallazgo tiene algo de serendipia.

El equipo de Ivan Čepička llevaba años manteniendo en el laboratorio un cultivo de ciliados marinos recolectados en la costa de Croacia. Esos eran, en teoría, los protagonistas del experimento… hasta que el cultivo principal murió.

Al limpiar las placas, los investigadores vieron otra cosa: unas células diminutas, casi inmóviles, con una silueta que recordaba a un pequeño sol rodeado de radios. Eso que habían ignorado durante años era Solarion arienae.

Nueva e inesperada rama

Lo que empezó como una curiosidad microscópica ha terminado en la revista Nature. Al analizar su ADN y su posición en los árboles filogenómicos, Valt y colaboradores han concluido que Solarion no encaja en ninguno de los grandes grupos eucariotas conocidos.

Proponen para él un nuevo filo, Caelestes, y lo colocan dentro de un supergrupo recién definido, Disparia, junto con otros protistas rarísimos como Provora, Hemimastigophora y el misterioso Meteora sporadica.

No es un pequeño ajuste, es abrir una rama nueva en el esquema general de los eucariotas. Para entender el impacto del descubrimiento, conviene mirar el contexto.

En los últimos 15 años, "el nuevo árbol de los eucariotas" se ha ido reorganizando gracias a la filogenómica: largas matrices de cientos de genes que dejan ver parentescos profundos que antes eran invisibles.

Investigaciones como la de Fabien Burki en Trends in Ecology & Evolution muestran cómo hemos pasado de unos pocos "reinos" clásicos a cinco-ocho grandes supergrupos, y aun así seguían quedando linajes huérfanos sin colocar del todo.

Algunos de esos bombazos previos han sido, por ejemplo, Hemimastigophora, un grupo de protistas (organismos cuyas células tienen núcleo y no son animales, plantas u hongos) depredadores con dos filas de flagelos que en 2018 se colocó fuera de todos los grandes supergrupos conocidos.

También aparece Provora, unos microdepredadores descritos en 2022 que "muerden a trocitos" a sus presas y dieron pie a otro supergrupo nuevo.

Solarion llega para completar el cuadro: según el trabajo en Nature y análisis complementarios, los cuatro formarían juntos ese supergrupo profundo llamado Disparia, una especie de "continente perdido" dentro de la diversidad eucariota.

Un depredador microscópico insólito

Biológicamente, Solarion también es poco convencional. Es un protista heterótrofo de vida libre; es decir, no es parásito ni simbionte obligado: vive por su cuenta y se alimenta de otros microbios.

El equipo describe dos formas celulares distintas (una más "solar", otra flagelada) y un tipo nuevo de extrusoma depredador, una estructura que funciona como un arpón microscópico para atacar a la presa.

Todo ello en células de apenas unos micrómetros que, para colmo, se mueven poco y pasan fácilmente desapercibidas en cualquier muestra de agua de mar. Donde realmente rompe esquemas es en sus mitocondrias.

La teoría endosimbiótica sostiene que las mitocondrias eran originalmente bacterias alfa-proteobacterianas que fueron engullidas por otra célula y acabaron convirtiéndose en orgánulos.

Hoy, la mayoría de las mitocondrias tienen genomas muy reducidos: la mayor parte de los genes originales saltó al núcleo, y sólo queda un puñado, casi siempre relacionado con la respiración.

Solarion, sin embargo, ha guardado un recuerdo muy concreto de ese pasado bacteriano: el gen secA. Este gen forma parte de un sistema ancestral (SecYEG-SecA) que usaban las bacterias para exportar proteínas a través de la membrana.

En casi todos los eucariotas modernos ese sistema se perdió o quedó muy modificado, pero en Solarion sigue ahí, codificado en el propio genoma mitocondrial.

El caso recuerda a otro descubrimiento reciente: el protista Mantamonas, cuya mitocondria conserva un sistema Sec completo, algo que Moreira y colegas describieron en 2024 como "único entre los eucariotas conocidos".

En conjunto, estos hallazgos apuntan a una misma conclusión: la última célula ancestral eucariota con mitocondrias —el famoso LECA— probablemente tenía unos orgánulos mucho más versátiles de lo que vemos hoy.

Este descubrimiento subraya que la retención de rutas metabólicas bacterianas completas en linajes raros como Solarion indica que las mitocondrias primitivas podían manejar más tipos de respiración, transporte de proteínas y quizá metabolismos alternativos que las versiones "domesticadas" de animales y plantas.

Resulta que había toda una rama profunda de la historia eucariota escondida en unas pocas células transparentes.