Antonio Damasio.

Antonio Damasio. Sara Fernández EL ESPAÑOL

Ciencia

Antonio Damasio, neurólogo: "La gente debe entender que la felicidad consiste en escuchar al cuerpo y en la vida bien vivida"

"El sentido de la felicidad es lograr una vida bien vivida y seguir adelante. No hay más" / "La infelicidad se hace más patente cuanto más hablamos de ella" / "Nuestra capacidad de sentir dolor es lo que nos ha llevado a desarrollar un sistema ético. Una máquina es incapaz".

Más información: Ignacio Morgado, catedrático de psicología: "La felicidad según la ciencia llega cuando deseas lo que realmente está a tu alcance"

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Las claves

Antonio Damasio destaca que la felicidad consiste en escuchar al cuerpo y en vivir una vida bien vivida, basada en la homeostasis o equilibrio interno.

El neurólogo explica que la consciencia humana surge de los sentimientos homeostáticos, sensaciones que nos indican el estado de nuestro cuerpo y guían nuestras acciones.

Damasio advierte que la Inteligencia Artificial, aunque avanzada en lenguaje, carece de sentimientos corporales y, por tanto, no puede desarrollar consciencia ni moralidad como los humanos.

El científico subraya la importancia de hábitos saludables y de atender las señales del cuerpo para lograr bienestar y una vida más longeva.

Antonio Damasio (Lisboa, 1944) es neurólogo, neurocientífico, director del Instituto del Cerebro y la Creatividad en la Universidad de California, y autor de obras divulgativas capitales como El error de Descartes o Y el cerebro creó al hombre. Sin embargo, de pequeño soñaba con ser poeta o cineasta, confiesa a su paso por Madrid para presentar Inteligencia natural y la lógica de la consciencia.

El Premio Príncipe de Asturias 2005 aborda en esta obra el fenómeno de 'homeostasis', el equilibrio del organismo, y cómo nuestro sistema nervioso se comunica con nuestra mente mediante 'sentimientos homeostáticos', las sensaciones de lo que va bien y mal en nuestro interior. Todo lo cual deriva en la consciencia humana, un concepto a reivindicar ante la Inteligencia Artificial.

¿Uno de los principales avances de la neurociencia es haber superado el dualismo cartesiano? ¿Ya no concebimos la mente sin el cuerpo?

Efectivamente, la mente existe en el cuerpo. De hecho, la consciencia es la operación mediante la que localizamos nuestra mente en nuestro cuerpo. Es algo muy bello, y se realiza a través de sensaciones básicas en lugar de procesos cognitivos elevados.

Yo rechazo la idea de que la consciencia sea una función muy compleja y sofisticada que se origina en el cerebelo. No, eso es incorrecto, se origina en los sentimientos homeostáticos que nos indican el estado de nuestro cuerpo. Es un sistema de alerta muy importante para ayudarnos a saber qué va bien y qué no en nuestra vida.

Son espontáneos, y te ayudan a orientar tu vida: si tienes hambre, sed o dolor, son signos de que hay algo de lo que tienes que ocuparte. Te dirigen en la buena dirección, a alcanzar el bienestar diciéndote que puedes investigar el mundo en tu beneficio.

¿Se ha menospreciado el estudio de los sentimientos homeostáticos como algo intuitivo y poco preciso, en lugar de una evidencia empírica de que algo está pasando?

Bueno, hay un sesgo en la ciencia hacia lo más complejo y elaborado. Si echas un vistazo a los últimos 50 años de investigación sobre la mente, se han centrado sobre lo más sofisticado en lugar de los simples sentimientos. Yo creo que ahora están cambiando las tornas. Pero, por supuesto, hay que trabajar con evidencias, y ahora las tenemos.

Ahora podemos demostrar que la consciencia depende de los sentimientos homeostáticos, y estos a su vez de la interocepción, que es la impresionante capacidad de nuestro sistema nervioso para procesar lo que ocurre en el interior de nuestros cuerpos y traducirlo en sensaciones.

¿La consciencia de los seres humanos difiere de la de los animales en que nos identificamos no solo como individuos, sino como seres totalmente únicos y subjetivos?

El mecanismo de la consciencia en sí es muy similar de una especie a otra, sea un elefante, un mono o nosotros mismos, y va a depender de los sentimientos homeostáticos. La diferencia está en la complejidad de la mente alrededor de la que se articula.

Nosotros hemos desarrollado una manera extraordinariamente rica de entender y representar cognitivamente el mundo que nos rodea. Y, muy importante, hemos desarrollado el lenguaje, que lo multiplica y amplifica todo. Podemos intercambiar entre nosotros mucha más información que el elefante o el mono.

Antonio Damasio durante la conversación.

Antonio Damasio durante la conversación. Sara Fernández EL ESPAÑOL

También es una diferencia, según explica, con la Inteligencia Artificial: domina el lenguaje, pero carece de sentimientos homeostáticos que completen su consciencia.

Efectivamente. La Inteligencia Artificial no está viva, es un producto de nuestra Inteligencia Natural. Lo que quiero que entienda la gente con el libro es que no tendríamos la primera sin la segunda.

Y hay algo más: los principios básicos de la IA provienen del funcionamiento de nuestra corteza cerebral, la parte más evolucionada. Así que, de algún modo, lo hemos inventado dos veces a lo largo de nuestra historia.

En su libro cuenta que le escriben correos estudiantes contándoles que "ChatGPT se lo ha sugerido". ¿La IA influencia nuestras vidas mucho más de lo que imaginamos?

Sí, y tiene un efecto muy pernicioso, especialmente sobre los jóvenes que pasan su tiempo con dispositivos de este tipo. No creo que la IA vaya a controlarnos en un futuro cercano -puede que no lo haga nunca-, pero me preocupa que se están volviendo adictivas.

Como humanos, necesitamos pasar el tiempo con otros, dedicarles nuestra atención. Tenemos una gran capacidad para reconocer y resolver problemas sociales, de hacer el bien a los demás. De reconocer que son vulnerables tal y como lo somos nosotros. Una máquina no puede hacer eso.

Aunque pueda sonar a ciencia ficción: ¿Si la IA quisiera seguir evolucionando, tendría que crearse un cuerpo?

¡Exactamente! El hecho de que no tenga corporalidad viva es la diferencia crítica. No hay discusión posible sobre el enorme potencial de la IA, puede ayudarnos a mejorar la investigación, y en ese sentido, la apoyo completamente.

Pero no está basada en nada vivo. Lo que yo critico es la relación de dependencia peligrosa que está creando en la gente joven.

El libro explica que la IA no puede manejar conceptos como la moral o la ética porque estos son indisociables de la interocepción, nuestra percepción interna.

Así es. El mismo concepto de comportamiento moral está vinculado a la posibilidad de sufrimiento implícita en nuestro cuerpo. Nuestra capacidad de sentir dolor es lo que nos ha llevado a desarrollar un sistema ético.

Todo ello requiere un cuerpo, porque es lo que determina nuestra relación con lo más importante para nosotros, la vida: si la hemos vivido bien o, en cambio, entre padecimientos. No hay nada de eso en la IA, es un mundo completamente diferente que hemos creado nosotros.

Usted se preguntó una vez 'qué sentido tiene la felicidad', y se contestó: 'la vida'.

Exacto. El sentido de la felicidad es lograr una vida bien vivida y seguir adelante. No hay más.

Hemos relacionado la homeóstasis con el bienestar, pero, ¿eso no es exactamente lo mismo que la felicidad, verdad?

No, la felicidad tiene que ver con ciertas cualidades de tu vida de las que tienes que ser consciente. Un momento en el que las cosas van un poquito mejor que bien, y más importante todavía, que son prometedoras. La felicidad no solo consiste en vivir bien ahora, sino en tener la promesa de que seguirán así de ahora en adelante.

La tristeza, por el contrario, llega cuando no tenemos sensación de futuro, cuando estamos agotados y hemos perdido a los nuestros. Todo gira en torno a la salud y a la continuidad de la vida, y lo percibimos de nuevo a través de la interocepción. Es parte del sistema nervioso que tiene la tarea de decirnos cómo se encuentra nuestra corporalidad.

Antonio Damasio durante la conversación.

Antonio Damasio durante la conversación. Sara Fernández EL ESPAÑOL

Esto se relaciona con una problemática actual: vivimos más tiempo, y tenemos el reto de mantenernos felices, y por lo tanto sanos, hasta edades avanzadas.

Así es, y esto se debe a que una salud mental positiva se relaciona con una vida positiva percibida en el cuerpo. Después de todo, no puedes tener una buena mentalidad si tu cuerpo se cae a pedazos, ¿verdad?

Creo que lo importante es que la gente entienda que su felicidad va en relación con la vida bien vivida y con escuchar a sus cuerpos. No es egoísmo, porque cuando haces ese trabajo, te das cuenta que lo mismo le ocurre a los demás, y puedes hacer el bien.

Hoy en día se habla de una 'epidemia de infelicidad'. ¿Está de acuerdo con el diagnóstico? ¿Qué la puede estar causando?

Es una pregunta difícil de contestar. De primeras, diría que no hay más que ver la inestabilidad en el mundo occidental para encontrar una relación. Pero también es posible que esa inestabilidad sea fruto de la infelicidad.

No tengo grandes certezas sobre causas o soluciones, prefiero limitar mis reflexiones a las materias que domino. Pero estoy de acuerdo, estamos atravesando tiempos convulsos. Y al mismo tiempo, tenemos una sobreabundancia de recursos. Es conflictivo. Y no creo que la presencia de la IA en la comunicación esté ayudando. La infelicidad se hace más patente cuanto más hablamos de ella.

¿Y esa sobreabundancia no puede ser parte del problema? Estamos estresados, sobreestimulados por las pantallas, sobrealimentados con comida insana...

Me parece perfectamente posible. En teoría, la abundancia debería traernos la felicidad. Pero no lo hace, porque como hemos visto antes, tiene que tener ciertas cualidades asociadas.

La epigenética nos dice que podemos modular la velocidad de nuestro envejecimiento mediante los hábitos de vida. ¿El concepto de homeóstasis se relaciona con esto?

Yo no investigo el envejecimiento, pero me parece razonable pensar que si prestas atención a la homeóstasis en la manera en la que vives tu vida a largo plazo, eso tendrá efectos positivos sobre tu longevidad.

Hay una gran parte que está predeterminada por los genes, personas que están destinadas a sufrir enfermedades crónicas y envejecer más rápidamente. Pero hay que contarlas como excepciones. Si llevas una vida sana, alimentándote bien, haciendo ejercicio y respetando la homeóstasis física y mental, puedes esperar buenos resultados naturales.

¿Cómo puedo saber yo si estoy cuidando correctamente de la homeóstasis de mi cuerpo?

Lo esencial es escuchar a tus sentimientos. Y cultivar sentimientos positivos. Si tienes sensaciones negativas sobre una situación o una persona, en lugar de alimentarlo, contraprográmalo. Es un buen consejo. ¡Ojalá me fuera tan fácil seguirlo! [Risas].

Sí, es difícil, pero es la realidad. Cultivamos nuestra homeóstasis al reducir los malos sentimientos y ayudando al cuerpo a mantenerse lo más sano posible. Dicho de otro modo, no bebas demasiado, no fumes, no te drogues, evita la comida basura, haz ejercicio... Y con suerte, evitarás muchas enfermedades.

Antonio Damasio.

Antonio Damasio. Sara Fernández EL ESPAÑOL

¿Tendemos a ignorar estos avisos que nos da nuestro propio sistema nervioso?

Sí, porque tendemos a favorecer las cosas que nos reportan un placer inmediato. Es fácil decir que quieres llevar una vida sana, pero implementarlo es más complicado. Vivir bien es una carrera de fondo, y hay múltiples variables en nuestro entorno.

No tenemos un control completo sobre nuestras vidas: puedes ser la persona más feliz del mundo hasta que sufres una pérdida devastadora. La vida es un problema. Pero, por supuesto, es mejor haber vivido que no hacerlo.

¿Qué porcentaje de nuestra vida diría que queda bajo nuestro control?

Es una buena pregunta, y no creo tener la respuesta. En el mejor de los casos, diría que controlamos el 50%, la mitad de nuestra vida. Mi madre vivió muy mayor y sin deterioro cognitivo. Pero mi padre, que era médico, murió de cáncer. Quizás fue por el tabaco, pero quizás tenía genes que le predisponían a la enfermedad. Y serían los mismos genes con los que he vivido yo toda la vida.