Algunas de las revistas científicas más conocidas del mundo.

Algunas de las revistas científicas más conocidas del mundo.

Ciencia

Los científicos que buscan crear la revista 'Nature' española: "En tres o cinco años podría estar al primer nivel científico"

Publicar en acceso abierto en revistas de prestigio puede costar hasta 9.000 euros por artículo. Un grupo de investigadores quiere buscarle una solución.

Más información: Así se publica un estudio totalmente falso en una revista científica: "Si pagas, puedes contar el cuento de Caperucita"

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"El debate sobre la ciencia española se está haciendo en Nature. Eso es inaceptable". 

Quien dice esto es Isidro Aguillo, una de las personas que más saben en España sobre el funcionamiento –y la funcionalidad– de las revistas científicas, las tesoreras del conocimiento humano. 

"Cuando se habla de la ley de la ciencia, de universidades, de políticas de evaluación… la discusión se hace ahí o en Science. Cuando alguien quiere hablar de política científica en España, se publica y se discute fuera". 

Aguillo es vicedirector técnico del Instituto de Políticas y Bienes Públicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y experto en bibliometría, el estudio cuantitativo de la producción científica. 

Por eso, está convencido de que al panorama científico español le falta una pata muy importante para progresar y sobreponerse a uno de los grandes males de la ciencia. 

Esa pata es una megarevista científica seria y gratuita para los investigadores, donde puedan publicar sus hallazgos sin comprometer económicamente el proyecto ni arriesgarse al pozo sin fondo de la irrelevancia. 

Una Nature o una Science españolas, revistas de alto prestigio, pero sin pagar precios abusivos por difundir el conocimiento. También un lugar para debatir sobre la ciencia que se hace en España desde dentro. 

Pongámonos en antecedentes. La ciencia solo existe si se publica: es la forma que tiene el resto de investigadores de conocer un nuevo avance, analizarlo y ponerlo a prueba, es decir, de verificarlo. 

Para ello existían las revistas científicas, que eran exactamente iguales que el resto de revistas: solo se diferenciaban en el tipo de artículos que publicaban. "Hasta se vendían en el quiosco", apunta Aguillo. 

Las más veteranas, como Nature y Science, ambas con más de un siglo de historia, han ido adquiriendo un gran prestigio con el paso del tiempo. Lo que se publicaba ahí, en principio, era de gran calidad y referencia obligada para la comunidad científica. 

El problema es que suscribirse a estas revistas era cada vez más caro, de tal forma que muchas instituciones no se lo podían permitir. 

Y, si no tenían acceso al mejor conocimiento científico, nunca podrían aspirar a alcanzarlo. 

Huir del 'modelo MDPI'

La popularización de internet produjo un terremoto en la publicación científica: ahora se podía llegar a todo el mundo sin pagar el peaje de las grandes editoriales. 

Es lo que se llamaba open access o acceso abierto: revistas en línea para las que no hacía falta pagar una suscripción, eran gratuitas

Los gastos de edición, alojamiento en servidores, etc., serían sufragados por los investigadores que quisieran publicar en dicha revista. 

Se conoce como article processing charges o APC. Lo que parecía la solución al elitismo científico acabó convirtiéndose en un mal mucho mayor. 

Por un lado, las revistas de prestigio se apuntaron al carro del acceso abierto. Sus APC, sin embargo, pronto adquirieron el mismo tinte abusivo que las suscripciones: pueden cobrar hasta 9.000 euros por publicar un artículo en abierto. 

Paralelamente, se montó un negocio de revistas de acceso abierto en las que cualquiera podía publicar por un bajo coste. Es el "modelo MDPI", por la megaeditorial que ha llevado esta práctica al paroxismo.

MDPI tiene un gran número de revistas en las que se publica una cantidad inmensa de artículos: a más artículos, más ingresos. 

Pero esto pone en tela de juicio el criterio de selección de artículos y la revisión de los mismos antes de publicarlos. Un 'todo vale' en el que la cantidad se impone sobre la calidad. 

Consecuentemente, estas revistas tienen un prestigio tan bajo que nadie les hace caso. Consultoras que clasifican bibliométricamente las publicaciones científicas las están eliminando de sus listados. 

Por tanto, lo publicado ahí desaparece en un limbo. Y eso incluye una gran cantidad de investigaciones de científicos españoles. 

Tras la eliminación de más de 80 revistas de estos listados en 2023, algunos autores españoles estimaron el coste de las investigaciones que "desaparecían" por haber sido publicadas allí: 12 millones de euros de dinero público

"Hablando con responsables de la ANECA [Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación], me contaban que, cuando se han publicado más de 70.000 artículos españoles en revistas MDPI, es difícil revertir la situación", cuenta Aguillo. 

De ahí la propuesta de crear una revista española, de acceso gratuito, que no cobre cantidades abusivas a los investigadores y que garantice la calidad de lo publicado. 

Aguillo se ha aliado con la Oficina Española de Integridad en la Investigación (OEII), una asociación formada por científicos que luchan por implantar estándares éticos y de calidad en la investigación española, para lanzar esta propuesta. 

La revista sería fruto de un consorcio de universidades y organismos públicos de investigación, y contaría con el apoyo de agencias estatales (la ANECA y la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología) y autonómicas. 

Se financiaría con aportaciones estatales e institucionales, lo que permitiría pagar a revisores de artículos (una labor fundamental que casi siempre es gratuita). 

Sería bilingüe –español e inglés– y su comité científico estaría formado por personas de prestigio internacional, que rotarían frecuentemente. 

"La cosa es hacerla llamativa, atractiva, seria y con estabilidad, que sea una apuesta clara para que [los científicos españoles] se animen a publicar en ella", comentan desde la OEII. 

Cómo ganar prestigio

Al ser una revista nueva, no tendría índice de impacto, que se mide por las citas de otros trabajos a los artículos de una revista. Es lo que da prestigio a Science y Nature y lo que hace que todos quieran publicar ahí. 

Con todo, desde la OEII apuntan que este "es algo que vendrá por sí solo si se hace de forma consensuada, con presupuestos estables, etc." 

Para la oficina (y para Aguillo), esto tiene que hacerse desde arriba, como una iniciativa del Ministerio de Ciencia que sea apoyada por los sucesivos gobiernos. 

"Si tiene ese apoyo", apuntan desde la oficina, "y con la confianza de los investigadores e investigadoras españoles, en tres o cinco años podría estar a un nivel de Q1 perfectamente". 

Q1 se refiere al primer cuartil, es decir, situarse en el 25% de revistas con mayor índice de impacto. 

Aguillo se muestra conforme con situarla en el primer cuartil: "No hace falta llevarla al primer decil [el top 10%, donde está Nature]". Y añade que la idea es también crear un foro de discusión de la ciencia española. 

"Sería algo mixto, con una parte puramente científica y otra con artículos, noticias, informes, etc. Si queremos que sea un referente, tiene que ser un sitio para discusiones". 

Pone un ejemplo: si hubiera que construir en España un acelerador de partículas, la revista sería el lugar idóneo para un debate abierto, sosegado y detallado. 

Aguillo reconoce que no hay nada parecido en el mundo editorial a la revista con la que sueña: una revista de acceso abierto impulsada por el Gobierno de una nación. Pero "este proyecto tiene que ser obligatoriamente top-down, de arriba a abajo". 

Por eso, cree que solo puede partir "de un modelo socialdemócrata más que de uno liberal". En otras palabras, "desde el punto de vista político, es algo de izquierdas". 

De momento, ni la OEII ni Aguillo han organizado una campaña para su creación más allá de comentarlo, de manera informal, en los foros adecuados y a los responsables de agencias involucradas. 

Sin embargo, entre los investigadores algo así sería bien recibido. "La propuesta de crear una gran revista interdisciplinar me parece buena", comenta el catedrático de Física de la Universidad de Navarra Joaquín Sevilla. 

Además, Sevilla es coautor —junto a Juan Ignacio Pérez Iglesias— de Los males de la ciencia, libro donde repasan las perversiones del sistema científico actual. 

"Con la llegada de internet (que no es de ayer) la difusión real de los contenidos científicos es fácil", explica. "Si las revistas se mantienen no es por la función de difundir el conocimiento, sino de 'certificarlo'". 

A cambio de esa certificación, "de valor verdadero muy dudoso en ocasiones", las editoriales "han montado un negocio espectacular y un cuello de botella importante para el sistema". 

Una revista institucional que incorporara "mecanismos de certificación decentes" y fuera aceptada por los sistemas de evaluación de investigación "podría ser un actor estupendo en ese sistema, que eliminara el poder de las editoriales tradicionales y comenzara a desmontar todo ese entramado que tan caro resulta y tantos problemas genera". 

Y señala: "No todos los males se resuelven con esa revista, pero sí que es un buen avance en el centro de uno de los problemas principales".