Un perro investiga a cangrejos de los cocoteros, los artrópodos más grandes.

Un perro investiga a cangrejos de los cocoteros, los artrópodos más grandes.

Ciencia

La evolución no para de transformar a animales en cangrejos en varios continentes, y la ciencia ha revelado la causa

"Todo evoluciona hacia el cangrejo" se ha convertido en un meme de moda, pero la historia de la evolución convergente es más compleja de lo que parece.

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La evolución tiene su sentido del humor, y uno de sus chistes favoritos es este: distintas familias de crustáceos, separadas por millones de años y océanos, han terminado pareciéndose a un cangrejo.

A ese proceso —evolucionar una y otra vez hacia un 'cuerpo de cangrejo' (caparazón ancho, pinzas prominentes y cola recogida bajo el abdomen)— la zoología lo llama carcinización, un término acuñado por el zoólogo L. A. Borradaile hace más de un siglo y revisitado desde entonces por generaciones de especialistas.

El meme de moda ("todo evoluciona hacia el cangrejo") simplifica una historia más rica: sí, hay convergencia, pero también pérdidas del plan corporal tipo cangrejo, rutas evolutivas alternativas y límites biomecánicos que marcan hasta dónde puede llegar la forma.

En conjunto, es un caso de libro de cómo la selección natural y las restricciones del desarrollo pueden empujar a soluciones parecidas sin necesidad de un 'destino' prefijado.

¿A qué nos referimos exactamente con 'cuerpo de cangrejo'? Los especialistas suelen señalar un paquete de rasgos que aparecen juntos: caparazón ancho y aplanado, abdomen (pleón) muy reducido y plegado bajo el tórax, esternitos (las placas del vientre) fusionados, y una forma de moverse pensada para mantener un centro de gravedad bajo.

Este fenómeno no delata una única línea familiar, sino una solución morfológica a la que distintos grupos han llegado por su cuenta al menos cinco veces dentro de los decápodos, tanto en los 'cangrejos verdaderos' (Brachyura) como en los 'falsos cangrejos' (Anomura, como algunos ermitaños y 'cangrejos reales'). Lo que confirma una convergencia repetida pero no parentesco directo.

En España, en cuanto a diversidad, el catálogo de referencia para la Península Ibérica recoge 140 especies de cangrejos braquiuros, cifra que integra las costas españolas peninsulares junto a las portuguesas.

Si ampliamos la mirada a todos los decápodos presentes en aguas ibéricas (incluidos los cangrejos y otros grupos como gambas y langostinos), las actualizaciones sitúan el total alrededor de 448 especies. Por lo que nuestra península tampoco ha escapado a esta cangrejización.

Dividir el panorama en Brachyura y Anomura ayuda a orientarse. En los anomuros —cangrejos porcelana, langostillas, cangrejos rey— el cuerpo de cangrejo ha aparecido varias veces partiendo de ancestros más alargados, con abdomen funcional y cola en abanico.

En paralelo, los braquiuros —los 'cangrejos de verdad'— fijaron ese plan corporal (bauplan) hasta dominar buena parte de la diversidad de decápodos.

Carcinización en estado puro

Las filogenias modernas que combinan morfología y genética llevan más de una década afinando este mapa de transiciones repetidas, mostrando idas y venidas hacia (y desde) el aspecto de cangrejo.

El caso más famoso —y a la vez contraintuitivo— es el de los cangrejos rey (Lithodidae): enormes y espinosos, pero descendientes de cangrejos ermitaños. Los análisis moleculares —clásicos desde 1992 y confirmados después— los colocan dentro del árbol de los ermitaños, y el cuerpo aún delata ese pasado: por ejemplo, la asimetría del abdomen, típica de quienes vivían en una concha.

Lo que vemos es carcinización en estado puro: un abandono gradual de la vida con casa, con endurecimiento del caparazón, acortamiento y plegado del abdomen bajo el tórax, hasta parecerse a un cangrejo… sin serlo en sentido estricto (siguen siendo anomuros, no braquiuros).

Para entender por qué distintos linajes llegan a soluciones parecidas, ayuda mirar fuera del mar. La evolución paralela está bien documentada: en Australia, los marsupiales han generado equivalentes a lobos, topos o gatos placentarios porque vivían bajo presiones ecológicas similares, aunque sus historias evolutivas fueran distintas.

Con los cangrejos ocurre algo parecido: fondos litorales, grietas y roquedos batidos favorecen un cuerpo bajo, compacto y blindado (caparazón ancho y abdomen recogido), que mejora la estabilidad, el ocultamiento y ciertas defensas. La convergencia no es magia: es la ecología repitiéndose sobre materiales distintos.

No todo es coraza: el interior cuenta tanto como la carcasa. Los estudios comparativos muestran que los rasgos externos e internos van de la mano. Si el caparazón se ensancha y el abdomen (pleón) se pliega bajo el tórax, también se reordenan de forma coordinada los esternitos (las placas del vientre), la musculatura, partes del sistema nervioso y los apéndices.

Esa integración morfológica explica por qué aparece como un todo: no es solo una silueta, es un conjunto de piezas interdependientes. Y, a la vez, los biólogos insisten en evitar lecturas finalistas: no hay una escalera hacia el cangrejo; hay múltiples rutas evolutivas que, en ciertos contextos, convergen en una forma compacta y reconocible.

La caricatura del meme se desmonta aún más si miramos el reverso: la decarcinización. Es decir, casos en los que se pierde el 'cuerpo de cangrejo'. La misma literatura que suma carcinizaciones independientes registra retrocesos en cuanto a esta tendencia evolutiva en varios linajes, a veces ligados a vidas excavadoras (por ejemplo, cangrejos topo de playas y ranínidos o 'cangrejos rana') o a retornos a morfologías alargadas.

Una revisión de 2021 calculó que el plan 'cangrejo' se ganó al menos cinco veces y se perdió al menos siete, un buen recordatorio de que la evolución prueba —y también deshace— soluciones según el ambiente.

¿Es el cuerpo de cangrejo mejor? La tentación de decir que sí —porque aparece muchas veces— es grande, pero engañosa.

Los análisis críticos recuerdan que no hay un diseño superior para todo: su éxito depende del contexto ecológico y convive con estrategias igualmente válidas (langostas, camarones, cangrejos araña, etc.).

Incluso se habla de hipercarcinización para algunos porcelánidos que llevan el parecido con los cangrejos verdaderos al extremo; es una buena etiqueta descriptiva, no una cima evolutiva.

En suma, cuidado con el finalismo: aquí mandan las adaptaciones locales y las limitaciones del desarrollo, no una flecha evolutiva inevitable.

En cuanto al desarrollo (cómo se monta el cuerpo durante el embrión), los modelos discrepan en el orden de los cambios: ¿se ensancha primero el caparazón o antes se pliega el pleón (el abdomen) bajo el tórax?

También se pregunta qué módulos —conjuntos de rasgos que suelen cambiar juntos— están más acoplados y cuáles pueden variar por separado. La evidencia indica rutas múltiples, pero todas dentro de un espacio de formas limitado por la biomecánica del exoesqueleto y la segmentación del cuerpo.

Esta idea de restricciones fenotípicas —lo que es factible con el kit de piezas disponible— ayuda a entender por qué, cuando la selección natural se cruza con lo posible, la forma de cangrejo aparece una y otra vez.