Bernardo Rodríguez Martín es investigador en el Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona.

Bernardo Rodríguez Martín es investigador en el Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona. Cedida

Ciencia

El científico español que halló el "tesoro" de variantes genéticas: "Las posibles causantes de enfermedad se reducen a 200"

Bernardo Rodríguez Martín ha participado en un estudio cuyos resultados constituyen la visión más completa del genoma humano hasta la fecha.

Más información: Investigadores españoles lideran una revisión masiva del genoma humano: "Hallamos un tesoro de variantes"

Publicada
Actualizada

A sus 18 años, Bernardo Rodríguez-Martín tuvo que tomar una decisión que marcaría su futuro: continuar con el piragüismo o comenzar a estudiar Biología. De no haber elegido la segunda, como finalmente hizo, hoy no podría presumir de haber participado en el estudio más profundo del genoma humano.

Confiesa, en conversación con EL ESPAÑOL, que ya tiene ganas de cerrar este capítulo y pasar al siguiente, que también estará relacionado con las secuencias repetitivas en nuestro genoma.

Anteriormente se le conocía como ADN basura porque se pensaba que carecía de interés. En los últimos años se ha descubierto que no es así, y que podría tener importancia no sólo a nivel genético.

"En el grupo que dirijo estamos muy interesados en entender su relevancia en las enfermedades, así como en la evolución del propio genoma", dice Rodríguez-Martín, investigador Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona.

Para que se haga una idea de su potencial, más de la mitad de la diversidad en el código genético descubierta en el citado estudio se encuentra en tramos altamente repetitivos de ADN que alguna vez se descartaron como basura.

Ampliar las variaciones genéticas

La ampliación del catálogo de la variación genética humana se ha publicado en dos estudios distintos en la revista Nature.

En uno de ellos se ha secuenciado de manera muy profunda el genoma de 65 individuos de 28 poblaciones distintas, mientras que en el otro se ha hecho lo mismo, aunque con menor profundidad, con 1.019 personas de 26 poblaciones de cinco continentes.

En ambos casos se ha aplicado "una tecnología puntera" como es la secuenciación larga, en la que se ha utilizado inteligencia artificial, la cual tendrá, según Rodríguez-Martín, "mucho impacto en futuros trabajos".

El problema de la secuenciación basada en lecturas cortas es que dejaba regiones sin poder cubrir. También sirve para conocer mejor a otras regiones (en este caso, geográficas).

Y es que la mayoría de la información genética que se disponía del genoma humano era de ascendencia europea, por lo que había muy baja representación de otras poblaciones.

Al encontrar este "tesoro oculto de variación genética en estas poblaciones", se ha duplicado la cantidad conocida de variación estructural en el pangenoma humano, una referencia que agrupa el ADN de muchas personas en lugar de disponer de un solo genoma.

Se trata de "un paso importante" con el que se reduce el sesgo que existía "durante mucho tiempo" y "se allana el camino para que las terapias funcionen igual de bien para personas de todo el mundo".

Del pajar al cubo

Los nuevos hallazgos dan una información sin precedentes de la variación genética que cada individuo hereda de sus progenitores, la cual influye en los rasgos físicos de una persona.

Pero también es de gran utilidad para facilitar el diagnóstico tanto de enfermedades raras como de otras patologías como el cáncer.

Cuando se secuencia el genoma de un paciente, se obtienen cerca de 25.000 variantes estructurales. La mayoría de ellas son benignas, pero un pequeño número (a veces, sólo una) son relevantes en la enfermedad.

Con la herramienta que ha desarrollado el equipo de Rodríguez-Martín se pueden cribar decenas de miles de estas variantes que son únicas de la genética de una persona, consiguiendo que "las posibles causantes de la enfermedad se reduzcan a unas 200".

El científico asturiano lo compara con el problema de buscar una aguja en un pajar a tener que hacerlo en un cubo de la playa en el que hay paja.

Los peligrosos "genes saltarines"

Los segmentos repetitivos de ADN incluyen unos elementos móviles que se conocen como "genes saltarines". Los investigadores han descubierto que entre los miles de ellos que hay en el genoma, la mayor parte se deriva de la actividad de unas pocas docenas.

Esto es, son secuencias repetitivas que se pueden activar en el genoma de un individuo a lo largo de su vida, saltando de un punto a otro, pudiendo causar cambios en el ADN.

Aumentan su actividad secuestrando a los interruptores que regulan el genoma, una estrategia infravalorada que podría ayudar a impulsar enfermedades como el cáncer.

"En estudios anteriores ya vimos que estos 'genes saltarines' se desregulan en ciertos tumores, produciendo cientos y miles de mutaciones genéticas en el tumor", apunta Rodríguez-Martín.

Dificultades del joven investigador

Buena parte de 'culpa' de que el CRG aparezca como una de las cuatro instituciones que colidera esta investigación internacional la tiene Rodríguez-Martín, quien consiguió montar su propio laboratorio en Barcelona hace un año.

Anteriormente, había trabajado en el Laboratorio Europeo de Biología Molecular (EMBL) con Jan Korbel, coautor principal de los dos citado estudios y el investigador por el que se sumergió en este proyecto después de que le contactaran para contribuir en el análisis de los genomas.

A su regreso a España, a donde siempre tuvo la ilusión de volver, consiguió que se mantuviera su contribución a este trabajo, en el que también ha participado otro investigador de su grupo, Emiliano Sotelo Fonseca.

Ambos pertenecen a uno de los centros científicos más punteros de nuestro país. Por ello, como apunta Rodríguez-Martín, son "unos privilegiados" por las condiciones que tienen.

Bernardo Rodríguez-Martin y Emiliano Sotelo-Fonseca en el Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona.

Bernardo Rodríguez-Martin y Emiliano Sotelo-Fonseca en el Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona. Omar Jamshed

Aun así, a las nuevas generaciones les recomienda que tengan paciencia porque ser investigador joven en España no es nada fácil: "Tienes que demostrar mucho".

De ahí que tenga que ser "algo vocacional", como cualquier otra profesión en la que te exija dar el máximo nivel.

Pero que no se confundan, que "la ciencia no es lo único que van a tener en su vida". En su caso, y aunque decidió no dedicarse a ello cuando cumplió la mayoría de edad, siempre que va a cualquier sitio trata de encontrar un club de piragüismo.

En Barcelona está apuntado a uno, aunque no va tanto como le gustaría porque debe dirigir a su equipo. Y en el laboratorio, como en el kayak, "cuando las cosas no fluyen, es cuando empiezan a crearse las turbulencias".