
Una investigador manipula un cultivo de bacterias.
De los salarios a la falta de estabilidad: por qué España es un país poco atractivo para la élite científica internacional
La forma en la que está hecho el sistema español complicado asegurarles a los investigadores una estabilidad para su carrera.
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La capacidad de España como potencia científica es un tema que ha sido objeto de debate en innumerables ocasiones. Las quejas de los investigadores por la precariedad y las dificultades para desarrollar sus carreras profesionales son de sobra conocidas. También lo es la fuga de cerebros que sufre el país. Aunque muchos se marchan, el Ministerio quiere que España sea por fin un lugar al que quiera venir a trabajar la élite científica internacional.
La pasada semana, la ministra Diana Morant anunció la tercera convocatoria del programa Atrae. La iniciativa pretende contratar en España a investigadores que están trabajando en el extranjero y que son líderes mundiales en sus respectivos campos. Este año, además, la cartera que dirige Morant ha aumentado hasta los 45 millones de euros la partida que dedicará al programa.
La apuesta más ambiciosa por el programa, hasta la fecha, destinará 135 millones de euros en los próximos tres años. Cada científico contará con un millón para que pueda desarrollar en España su proyecto y su grupo de investigación.
La apuesta llega en medio de la crisis que está sufriendo la ciencia en Estados Unidos por los recortes y los cambios en el sistema que está haciendo el gobierno de Donald Trump. De hecho, la cartera de Morant quiere aprovechar la situación para intentar atraer a España a los investigadores estadounidenses que se plantean abandonar su país.
Desde el Ministerio han dicho que el programa pone un "foco muy especial" en estos casos y por eso ofrece una financiación adicional de 200.000 euros para los que se incorporen desde el país norteamericano. Ahora cabe preguntarse cuál es la capacidad de España para atraer a todo ese talento y cómo de atractiva y competitiva puede ser frente a otras potencias.
Si se busca información para conocer la situación actual, no hay una cifra concreta que contabilice la cantidad de investigadores de fuera que hay en el país ahora mismo. Sin embargo, sí que se pueden ver algunos datos para hacerse una idea. En 2023, el 30% de los investigadores que se beneficiaron de un contrato Ramón y Cajal del Ministerio de Ciencia eran extranjeros, según el organismo.
EL ESPAÑOL también ha preguntado a varios de los grandes centros de investigación. En el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares Carlos III (CNIC), los científicos extranjeros suponen el 12% de la plantilla. En el caso del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) la cifra era del 10% en 2023, el último año del que disponen datos.
Lluís Montoliu, investigador en el Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC) expone que esta es una cuestión complicada, ya que, tradicionalmente, España es una potencia exportadora. "No importamos el talento que nos gustaría", lamenta. Estas dificultades para atraer a la excelencia se basan en tres pilares: falta de confianza a nivel internacional, la dificultad para estabilizar a los investigadores y unos salarios que, en general, no son competitivos.
Se paga poco
"No somos atractivos a nivel salarial", cuenta Montoliu. Las nóminas que ofrece España son, por lo menos, dos veces inferiores a las que serían equivalentes en cualquier otra institución científica, aclara el científico. "Muchas veces la diferencia es mucho mayor".
En Estados Unidos, por ejemplo, el salario mínimo para un investigador postdoctoral es de 70.000 dólares (unos 61.655 euros), por encima de lo mínimo que puede cobrar un catedrático de universidad en España (unos 60.000 euros), cuenta Antonio Herrera, secretario de la Oficina Española de la Integridad en la Investigación (OEII).
Por otro lado, Joaquín Sevilla, catedrático de la Universidad Pública de Navarra, no cree que ofrecer salario sea un motivo de peso para que los investigadores extranjeros rechacen el país como opción. Se paga menos, pero tampoco se necesita tanto dinero. "En otros sitios ganas el doble, pero también lo gastas", expone en referencia a los países en los que hay que pagar, entre otros, la sanidad.
Montoliu se muestra en desacuerdo y explica que España ya no es un sitio barato, como hace años. "Ahora somos tan caros como otro [país] europeo". Esto se debe al problema de vivienda que atraviesa la nación, con precios elevados y escasas oportunidades para encontrar una casa asequible, entre otros.
Es cierto que España cuenta con centros de investigación bien dotados, con infraestructuras, con equipos sofisticados de última generación, dice el investigador del CNB-CSIC. "En eso sí podemos ser competitivos, pero a nivel salarial, no", sentencia.
Una estabilización muy complicada
La forma en la que está diseñado el sistema español hace que sea complicado asegurarles a los investigadores que vienen de fuera que vayan a poder desarrollar aquí toda su carrera una vez que se acabe el programa Atrae.
Para conseguir un puesto en una institución pública, ya sean universidades o centros de investigación, hay que pasar por procedimientos internos de estabilización. Se convocan plazas públicas a las que hay que concursar con una metodología muy establecida basada en los méritos, explica Montoliu.
Para todo eso, primero tiene que haber hueco y, generalmente, cuando se crea es para perfiles junior, agrega Sevilla. "Aunque viniera una persona con el Premio Nobel a mi universidad, no habría una figura con la que contratarle", ejemplifica. No ofrecer cierta seguridad a medio y largo plazo puede hacer que muchos investigadores descarten España como destino.
Jorge Barrero, director general de la Fundación Cotec, cree que, sobre todo en el caso de los estadounidenses, esa poca estabilización no pesaría tanto si las instituciones españolas ofrecieran un mercado laboral más flexible. Sería suficiente con que tuvieran la certeza de que cuentan con opciones una vez que se acabara el programa. "Quieren oportunidades", defiende.
A pesar de cómo es el sistema, el propio Gobierno se ha comprometido en este plan a la estabilización por parte de las instituciones receptoras. Cuando acabe el contrato inicial de hasta cuatro años, estas ofrecerán puestos de trabajo estables a los científicos que vengan.
Herrera, de la OEII, no confía en esa promesa y teme que acabe cayendo en saco roto. No es de extrañar, teniendo en cuenta precedentes recientes. Ya les ocurrió a los investigadores españoles que habían regresado con los contratos María Zambrano del Ministerio de Ciencia. Tras años fuera del país, volvieron con la esperanza de que contarían con una plaza al acabar esa etapa, pero la realidad es que muchos se han quedado en el paro.
Una 'prima de riesgo' muy elevada
Barrero tiene claro que el factor que juega más en contra de España a la hora de atraer a los mejores científicos es que su sistema no transmite confianza. La inversión en ciencia no es estable y muchas veces cambia según el signo político que gobierne.
Entre 2003 y 2010 fue la etapa en la que más se invirtió en investigación. Sin embargo, esta etapa dorada se truncó por los efectos de la crisis económica de 2008, desgrana. Esto hizo que toda la expectativa que se había generado se truncara y el país perdiera credibilidad. "Nuestra 'prima de riesgo' se elevó mucho después de eso", dice, haciendo un símil con el término económico.
Para resolver ese problema no basta con hacer programas como Atrae, que para Barrero es una gran oportunidad. También hay que garantizar una continuidad. Ahora existe la oportunidad de recuperar ese prestigio. Los fondos de los que dispone el Gobierno no tienen precedente, señala el director general de la Fundación Cotec. "La inyección que ha supuesto Europa es algo inaudito", resalta en referencia a los fondos Next Generation.
Barrero también sostiene que el dinero invertido hasta ahora "es necesario, pero no suficiente". En este sentido, Íñigo Olaizola, Director Gerente de la Sociedad de Fomento de San Sebastián, destaca que la inversión nacional en ciencia sigue estando "muy por debajo de la media europea".
Otro factor que puede ayudar a conseguir una posición competitiva a nivel internacional es apostar por las disciplinas de nicho con "altísimo potencial", como la que se ha hecho en el País Vasco con "la cuántica y las biociencias", explica Olaizola.
Herrera expone que, para todo esto, hace falta conciencia real por parte de los políticos para creer e invertir en ciencia a largo plazo. El secretario de la OEII recuerda que el año pasado la mayoría de partidos políticos firmaron el pacto por la ciencia, pero todavía no se ha tomado ninguna de las medidas contempladas.
Montoliú está de acuerdo con ambos y defiende la necesidad de una inversión a medio y largo plazo si España quiere ser una potencia competitiva para captar a los mejores a nivel internacional. "No nos valen fogonazos. Necesitamos una apuesta seria y de verdad".