Ben Lamm (izquierda) y George Church.

Ben Lamm (izquierda) y George Church. Colossal

Ciencia Investigación

El "científico loco" que quiere resucitar mamuts en cinco años para salvar el Ártico

"No estamos desextinguiendo especies sino trayendo diversidad", explica la leyenda de la ingeniería genética George Church.

18 octubre, 2021 01:56

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Cuando hace unas semanas George Church anunció que recrearía mamuts para que ayudaran a conservar la tundra ártica muchos pusieron objeciones pero nadie pensó que iba de farol. Primero, porque su prestigio científico no tiene mácula: a nadie le hubiera extrañado que le dieran el Premio Nobel. Segundo: porque no es el primero en pensarlo pero sí quien tiene más músculo financiero detrás.

"Estamos trabajando con el Pleistocene Park, en el norte de Siberia, hemos hablado con un equipo en Canadá y esperamos abrir docenas de centros para iniciar las migraciones", explica el científico norteamericano a EL ESPAÑOL. Efectivamente, no va de farol.

Que Church quiere desextinguir (es decir, hacer regresar a la vida a una especie desaparecida del planeta hace tiempo) mamuts lanudos es algo conocido en el mundo científico. Este biólogo, nacido en Florida en 1954, ya explicaba en una conferencia de 2013 cómo estos animales podrían frenar la descomposición del permafrost, el suelo permanentemente congelado de las regiones árticas que habitaban hace 10.000 años estos parientes lejanos del elefante. ¿De qué manera? compactándolo con sus pisadas y evitando que se libere a la atmósfera todo el CO2 enterrado en él.

Esa era una de sus principales motivaciones para dedicarse a la edición genética. Desde la Facultad de Medicina de Harvard ha sido mentor de Jennifer Doudna y Feng Zhang, los dos principales impulsores de la técnica CRISPR, que está revolucionando este campo y cuyas aplicaciones apenas empezamos a vislumbrar. A la postre, Doudna recibiría el año pasado el Premio Nobel de Química por sus logros junto a la francesa Emmanuelle Charpentier. Church bien podría haber estado en la tríada ganadora.

En su biografía de Doudna, El código de la vida, el periodista científico Walter Isaacson describe a Church con el aspecto "tanto de un amable gigante como de un científico loco, lo que de hecho es". Con una poblada barba y gafas de montura metálica no es difícil imaginarle como un hippy. Algo de ese anhelo de paz universal puede haber en él: Isaacson señala que es vegano y "el menos competitivo de todos los científicos de la carrera por CRISPR".

Para conseguir su propósito conservacionista ha fundado una empresa que tiene el apropiado nombre de Colossal. Inversores como los gemelos Winklevoss, famosos por denunciar a Mark Zuckerberg por robarles la idea para Facebook, han apoyado el proyecto, que cuenta con un músculo financiero de 15 millones de dólares.

Los primeros mamuts, en seis años

Ben Lamm, CEO y cofundador de Colossal, explica a este medio que la idea es tener "nuestras primeras crías de mamut lanudo en 4-6 años". A pesar de que CRISPR está en pañales, Lamm y Church confían en sus ajustados plazos.

La idea consiste en extraer ADN de restos de mamut conservado, precisamente, bajo el permafrost. Encontrar mamuts es bastante frecuente en estas latitudes y hay 'cazadores furtivos' de sus gigantescos colmillos que, tras arrancárselos, dan el chivatazo a los científicos para que se queden lo demás. Es habitual encontrar piel y pelo, pero no lo es tanto hallar material genético, pues este se degrada rápidamente.

A eso está muy acostumbrado David Díez del Molino, investigador del Museo de Historia Natural de Estocolmo que participó en la extracción de las muestras de ADN más antiguas jamás encontradas, de entre 700.000 y 1,2 millones de años. Concretamente, de antecesores del mamut lanudo.

"Descubrimos que más del 80% de las adaptaciones típicas del mamut lanudo para sobrevivir al frío siberiano -por ejemplo, la sensación térmica, el crecimiento del pelo y los ritmos circadianos- ya estaban presentes hace un millón de años, mucho antes del origen de la especie".

El estudio de muestras de hueso de moa (una especie de avestruz neozelandesa) ha permitido datar la vida media del ADN en 521 años, "lo que significa que, en ese tiempo, la cantidad de ADN de una muestra se reduce a la mitad".

Los mamuts se extinguieron hace entre 4.000 y 10.000 años.

Los mamuts se extinguieron hace entre 4.000 y 10.000 años.

Sin embargo, su conservación depende de muchos factores, como el pH del suelo y la temperatura. Si es inferior a 0º es posible recuperar fragmentos tan antiguos como los que ha hallado su equipo, preservado en los depósitos de permafrost. "El problema es que la edad máxima de dichos depósitos es de unos 2,6 millones de años, por lo que este sería el máximo para recuperar ADN 'usable', al menos con la tecnología actual". Adiós a Jurassic Park.

Extraer ADN de una muestra de mamut de hace 4.000 años no es tarea fácil. "Habitualmente contienen una pequeña parte de ADN de mamut y el resto es ADN contaminante de bacterias, hongos y otros animales, incluidos todos los humanos que hayan tocado la muestra".

¿Mamuts o elefantes modificados?

Para detectarlo entre tanto material genético, secuencian todas las muestras y las comparan con las de los parientes más cercanos, como los elefantes africanos. Para ello necesitan superordenadores que realicen todo ese trabajo en un tiempo humanamente razonable. "En nuestro genoma de 1,2 millones de años tenemos solo 5 millones de secuencias de mamut, alrededor del 1,5% del tamaño del genoma".

La idea de Church en aquel lejano 2013 era obtener tejidos bien preservados, donde hubiera células de mamut intactas. "De esta forma se podría hacer un proceso similar al de la oveja Dolly o el bucardo de los Pirineos", comenta Díez del Molino, "insertando el núcleo de una célula de mamut en un óvulo donante de una especie emparentada y no extinta".

El problema es que no se han encontrado restos tan viables como para hacer eso, así que la siguiente técnica era la de encontrar los que se podría llamar 'genes importantes de mamut' e insertarlos en gametos (células reproductoras) de elefante asiático mediante la tecnología CRISPR. Se crearía así algo muy parecido a un mamut aunque, muchos han criticado, no se le podría dar ese nombre. "Ni siquiera estoy seguro de que esto se pueda considerar desextinción", opina Díez del Molino.

De hecho, el propio Church reniega ahora de esa palabra. "No estamos 'desextinguiendo' especies sino usando ADN de especies extintas para ayudar a introducir diversidad en especies en peligro y ayudar al secuestro (conservación en el permafrost) de carbono ártico", explica el científico a EL ESPAÑOL. No obstante, en la página web de su empresa lo pone bien claro: "La solución es la des-extinción" indica en gran tamaño, y luego nos invita a descubrir "la ciencia y las tecnologías que revivirán al mamut".

Si se trata de CRISPR, poca gente como Church para sacarle partido. Su laboratorio ha estado modificando genéticamente cerdos para poder trasplantar sus órganos a humanos evitando el rechazo, lo que se conoce como xenotrasplante. Aunque no lo han conseguido todavía, sí que se han hecho pruebas esperanzadadoras entre cerdos y monos. "Tenemos alrededor de 50 cerdos saludables altamente editados (42 ediciones) en ensayos preclínicos actualmente", comenta por correo electrónico.

Si la tecnología está lista, solo queda extraer esos 'genes importantes de mamut' e introducirlos en el genoma de un gameto de elefante asiático, gestarlo en un útero artificial y que nazca un elefante con rasgos resistentes al frío. Hay muchos restos de ADN de mamuts lanudos de buena calidad repartidos entre los numerosos especímenes encontrados. El problema es que no sabemos exactamente cuáles son esos genes importantes.

Church sostiene restos de un mamut.

Church sostiene restos de un mamut. Colossal

Church afirma que ya han encontrado un par de ellos que son "convincentemente resistentes al frío". Ben Lamm, el CEO de Colossal, señala que se han identificado exitosamente "los 60 genes resistentes al frío del mamut lanudo. Nuestros equipos de investigación, actualmente, están caracterizando y verificando las adaptaciones resistentes al frío que se expresan en estas células de elefante". Los críticos le indican, no obstante, que no se sabe qué otros genes necesitan para que se expresen de la forma correcta. Según sus propios plazos, Colossal tiene seis años para averiguarlo.

Pisotear el permafrost

Muy bien, pero ¿por qué mamuts? Está claro que es la especie más carismática de la megafauna, esos mamíferos gigantes que acompañaron los primeros pasos del ser humano sobre el planeta miles de años atrás y que, probablemente, sucumbieron ante él.

"A día de hoy es uno de los fósiles más comunes entre los que se encuentran en depósitos de permafrost, pero hay otras muchas", explica David Díez del Molino. "Distintas especies de rinoceronte, caballo, oso, hiena, bisonte… que se extinguieron en los últimos 15.000 años". También podría ser candidata a des-extinción "cualquier especie que se haya extinguido por culpa de los humanos en los últimos 2.000 años", como el dodo o el lobo marsupial.

Lamm, que también ha contestado las preguntas de EL ESPAÑOL por correo electrónico, indica que traer de regreso al mamut "es una forma de enriquecer un ecosistema que ha sido, y continúa siendo, degradado gradualmente sin su presencia. A través de la extensión de especies, podemos acelerar la adaptación de los elefantes a un clima más frío".

El gran tamaño de los mamuts (perdón, de los elefantes adaptados al frío) también los harían ideales como apisonadoras del permafrost, según la teoría de Church. De hecho, se trataría de dar un paso más en lo que se conoce como re-wilding o reintroducción en ciertos ecosistemas de especies que vivían en el mismo antiguamente, como forma para conservar el propio ecosistema.

Ya se han reintroducido en esos ambientes animales como bisontes o caballos. "Se pretende recuperar parte de la cubierta de pastizal que había en la tundra siberiana hace miles de años y que hoy está cubierta de musgos, líquenes e incluso algunas plantas leñosas", explica José Manuel de Miguel Garcinuño, subdirector del Departamento de Biodiversidad, Ecología y Evolución de la Universidad Complutense de Madrid.

A través de la acción de los herbívoros se evitaría la aceleración de la descomposición de materia orgánica, que se oxida y emite CO2. "Se pretende minimizar este efecto", indica el biólogo, que apunta que, aunque el mamut sería "más eficiente generando esa cobertura de pastizal que los propios bisontes, es algo muchísimo más arriesgado. Podemos imaginarnos la respuesta de la vegetación a los bisontes, porque no hace tanto que desaparecieron de la zona, pero en el caso del mamut…"

Dilemas éticos y prácticos

Y es que ya no se trata tanto del permafrost. La tundra ya no es la misma que cuando la megafauna campaba sobre ella. "La temperatura, la vegetación… no son las mismas, la tundra ártica no es igual ahora que hace 12.000 años", cavila. Además, los organismos reintroducidos pueden ser vectores de enfermedades. "Hay bastantes riesgos, no sabemos cómo va a responder el sistema. Es como si modificáramos un ordenador con un componente antiguo".

De Miguel admite que el proyecto de Church, "desde el punto de vista científico, siempre será apasionante", pero ve bastantes problemas éticos. "Tendría que haber una reflexión social previa para ver qué se quiere hacer con la tundra".

Church no ve tanto problema ético. "Solo estamos haciendo elefantes resistentes al frío, EEHV [herpesvirus endoteliotrópico de elefante, un virus que afecta mortalmente a los paquidermos] y humanos". Y remata: "Lo horrible es [que haya] elefantes que mueren actualmente por el EEHV o por cazadores de marfil".

Con estas palabras Church parece alejarse completamente del concepto mamut para acercarse a una especie de súper elefante del siglo XXI, pero su socio no abandona el primero, mucho más llamativo... y atractivo para los inversores. "Colossal ha reunido a un consejo asesor compuesto por bioéticos, conservacionistas y ecologistas de renombre. Con su ayuda, hemos sido capaces de acercarnos a la restauración del mamut lanudo a la vanguardia con los objetivos de restauración y preservación de especies".

En ese consejo asesor no está Tori Herridge, paleontóloga del Museo de Historia Natural de Londres, que ha explicado por Twitter que Lamm le propuso incorporarse, pero se negó. "¿Podría haber en algún momento un camino ético hacia la des-extinción?", se pregunta. Pueden imaginar la respuesta.

En un largo hilo, aparte de dudar de que un elefente quimérico (modificado genéticamente) sea igual que un mamut, indica que hay muchos factores que no se conocen, harían falta al menos 20 mamuts como un primer paso y "muchos más" para conseguir un impacto ambiental. Y son animales que tardarían años en llegar a adultos. Entre conseguir un animal viable (es más que probable que no acierten a la primera) y reproducirlo tantas veces para obtener una manada pasarían décadas.

Entre los resquicios de las dudas científicas y éticas del proyecto aparece una cuestión fundamental. Colossal no es una organización sin ánimo de lucro y sus inversores han inyectado 15 millones de dólares en la aventura. Soltar unos animales para que pisen el suelo no parece un negocio muy lucrativo.

"Los inversores tienen una visión a largo plazo", explica Church. "Los productos inciales en los primeros años serán tecnologías –hacer gametos y úteros artificiales, etc.– de relevancia para la conservación, la agricultura e incluso la salud humana". Luego llegarían las herramientas para la reintroducción de especies en peligro..."y también los créditos de carbono".

No es el primer en pensarlo. De Miguel Garcinuño ya ha oído hablar de ello. "Se habla de que con el carbono que se consiga mantener en el permafrost de la tundra puedes ganar dinero". El protocolo de Kyoto creó un mercado de bonos de carbono a nivel mundial, donde "emitir CO2 cuesta dinero y no emitirlo es un ahorro. Secuestrar carbono mediante reforestación, arbolado, etc. es un mecanismo de flexibilización del protocolo de Kyoto, con el que se puede comerciar".

El Parque del Pleistoceno

Colossal está trabajando en colaboración con Pleistocene Park, una iniciativa científica situada en el norte de Siberia, más cerca de Alaska que de Moscú. El Gobierno ruso proporcionó al científico Sergey Zimov un territorio de 144 kilómetros cuadrados para que probara a reintroducir especies en la zona.

La aventura comenzó en 1996 con caballos, renos y alces de otras áreas cercanas. Desde entonces ha ido agregando animales de terrenos más alejados, como bisontes europeos, yaks, vacas y ovejas. Ahora buscaría añadir otra especie alejada, pero esta vez en el tiempo. Los responsables del parque indican que en estas dos décadas y media se ha conseguido secuestrar el carbono y el suelo se está enriqueciendo con nutrientes.

La des-extinción está de moda. Un reciente documental español (titulado, precisamente, Des-extinción) daba cuenta de los esfuerzos para traer especies del pasado a nuestros días, bien sea por 'selección inversa', cuando se mezcla ejemplares actuales para acentuar los rasgos que definían a sus antepasados (como el toro y el uro), o bien extrayendo células… de mamuts.

En Yakutsk, la capital de la región rusa de Sajá –donde también se halla el Pleistocene Park–, se encuentra el Museo del Mamut, perteneciente a la universidad de la ciudad. Allá, científicos como Semyon Grigoryev (que falleció el año pasado) y Robert Markov explican al paleontólogo Eudald Carbonell y la monologuista Patricia Somosa cómo intentan conseguir material viable para resucitar a un mamut. Están colaborando con científicos de Corea del Sur para conseguir extraer núcleos con ADN e implantarlos en óvulos de elefantas asiáticas. Algo muy similar a lo que plantean Church y Lamm.

"Nuestros inversores actualmente están financiando una nueva frontera en la investigación en biología sintética", apunta este último a EL ESPAÑOL. No son los únicos.