El diseñador gráfico Javier Garduño, con la Farola de Coomonte de fondo

El diseñador gráfico Javier Garduño, con la Farola de Coomonte de fondo

Zamora

Javier Garduño, de grafitero a ser de los mejores diseñadores gráficos de España con 51 premios: "La IA no tendrá alma"

El creativo zamorano acumula más de medio centenar de galardones, entre ellos varios Pentawards de oro y plata, los premios más prestigiosos del diseño internacional.

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Por sus manos han pasado etiquetas de vino, botellas de vermut, licores y cafés que se venden en medio mundo. Pero antes de ser uno de los mejores diseñadores gráficos de España, Javier Garduño dibujaba grafitis y hacía fotos a sus amigos mientras patinaban por las calles de Toro y Zamora.

"Yo era skater y ese siempre ha sido un mundo muy creativo", recuerda. "De ahí me vino el interés por la fotografía y el dibujo. Siempre sentí que tenía que hacer algo artístico", explica. Y vaya si lo ha hecho.

Su historia empieza en Valladolid, donde estudió Publicidad a finales de los noventa. "Por entonces no conocía el diseño gráfico como tal. No había Internet y lo más parecido era la publicidad", cuenta.

La carrera, centrada en los medios y el marketing, no terminaba de convencerlo, hasta que un profesor, Javier Casares, le despertó el gusanillo del diseño. "Él me enseñó lo que era hacer carteles, logotipos, pensar visualmente. Ahí supe que eso era lo mío", añade.

Sin haber acabado los estudios, Casares le recomendó para un estudio puntero en Castilla y León, el Taller de la Imagen de Ángel Marcos, en Medina del Campo. Allí empezó diseñando catálogos y fotografías para empresas de muebles, pero lo que de verdad le marcó fueron los flyers de las discotecas.

"Era un mundo muy experimental, muy creativo. Me catapultó un poco hacia la fama en el sector dentro de Castilla y León, porque hacíamos muchísimos flyers para salas de Valladolid, Salamanca, Zamora o Bilbao. Me hizo ver que podía expresarme a través del diseño", recuerda.

En 2003, con apenas 24 años, decidió lanzarse como autónomo. "Fue un salto al vacío, pero sentía que tenía algo que decir", admite. Siete años después, la crisis le obligó a cerrar su primer estudio. Sin embargo, de aquella caída nació su proyecto más sólido: Javier Garduño Studio de Diseño, fundado en 2010 en Zamora.

"Fue un terremoto de trabajo, de clientes y de aprendizaje. Por fin podía desarrollar mi propio estilo, sin depender de nadie", explica.

Plantando cara a las grandes agencias desde la Zamora rural

Cuatro años más tarde, con una hija recién nacida y una cartera de clientes en expansión, tomó una decisión que le cambiaría la vida: trasladarse a La Hiniesta, un pequeño pueblo zamorano entre tesos y campos.

"Podía haberme quedado en la ciudad, pero preferí comprar un terreno, diseñarme mi casa y mi estudio y vivir en contacto con la naturaleza. Trabajo mucho, tengo mucho estrés, pero salgo a correr con mi perra y desconecto en el campo. Eso no lo cambio por nada", asegura.

Desde ese rincón rural dirige un estudio diminuto, solo dos personas, que compite con las grandes agencias de Londres, Nueva York o Valencia. "Trabajamos para todo el mundo: Perú, China, México, Italia, Cádiz, Barcelona, Galicia... Nuestros precios son más competitivos, pero el nivel es el mismo", apunta.

Para Garduño, la clave de su éxito "es la creatividad y la cercanía con el cliente". El toresano prefiere desplazarse para hablar con ellos en persona, allá donde estén, para "escuchar sus necesidades, entender su producto". A partir de ahí es cuando el diseñador propone. Una cualidad que, asegura, ha aprendido con los años porque "antes diseñaba sin escuchar, ahora sé que hay que hacerlo: vienen a nosotros para vender más o vender mejor".

Los Oscars del diseño gráfico

Su método y su estilo le han llevado a lo más alto del diseño internacional. En los últimos años ha cosechado un total de 51 premios y reconocimientos del sector, entre ellos varios Pentawards de oro y plata, considerados los Oscar del diseño.

Este mismo 2025 sumó un oro y una plata por tercer año consecutivo y una nominación especial por el mejor uso del stamping. A eso se añaden galardones como los World Vermouth Awards, los Anuaria, los Inspira, los Liderpack o los LAUS, acumulando más de medio centenar de reconocimientos desde 2013.

"Estos premios nos han catapultado. Gracias a ellos nos llegan proyectos internacionales. Son una garantía para las empresas de que hacemos un trabajo sólido", confiesa.

Aunque apenas trabaja con instituciones, de las que asegura que "no sé por qué, pero no suelen llamarnos", sí ha dejado su huella en proyectos emblemáticos como la identidad de Fromago, la feria internacional del queso de Zamora. El resto de su clientela, dice, "es un 99% privada". Entre ellos figuran Moralejo Selección, Bodegas Fariña, Las Obreras de Aliste o Bodegas Bigardo, marcas que han confiado en su talento para convertir el envase en arte.

"La inteligencia artificial no tiene alma"

Garduño defiende un diseño que emocione y se note humano. Por eso, cuando habla de la irrupción de la inteligencia artificial en el sector, es rotundo: "La inteligencia artificial no tiene alma; nosotros sí".

Cree que esta tecnología "todavía está en pañales" y que "se nota mucho lo que está hecho con IA". El toresano está convencido de que "nunca va a tener la capacidad de diseñar como una persona que sepa hacerlo".

Garduño ve su utilidad para aquellos quienes "solo quieren un logotipo rápido", pero advierte de que "tiene que saber que ese mismo logotipo se lo puede hacer también a su competencia. Carece de originalidad y emoción".

Reconoce, no obstante, que la IA es una herramienta más, "como lo fue pasar del papel al ordenador", y que lo importante será "aprender a usarla sin perder el criterio creativo". Garduño explica que la gran diferencia entre los diseñadores y la inteligencia artificial es que "nosotros podemos crear sin datos; la IA no, no tiene esa capacidad".