Alicia Maravillas. Fotografía cedida a EL ESPAÑOL - Noticias de Castilla y León

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Valladolid

De imitar a Lina Morgan o Lola Flores a ser un icono del TAC

Alicia Maravillas actuará el viernes y el sábado en Valladolid

26 mayo, 2022 07:00

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Alicia Sanz, más conocida como Alicia Maravillas, es una actriz-creadora vallisoletana de 45 años. Se inició en el mundo del teatro en el aula de la Sala Ambigú de la ciudad del Pisuerga, y no duda en asegurar a EL ESPAÑOL – Noticias de Castilla y León que cuando era pequeña imitaba a grandes de la talla de Lola Flores o Lina Morgan.

Unos años después vuelve al Festival de Teatro y Artes de Calle para hacer disfrutar al público vallisoletano, y a los curiosos que estos días se acerquen a la ciudad con su espectáculo: ‘Oleahí’. Un homenaje a todas las mujeres y hombres que lloran.

P.- ¿Cómo empieza en el mundo del teatro y del clown?

R.- Comienzo en la Sala Ambigú. El clown, en bufón, es una disciplina dentro de las artes escénicas. Esto, a veces, se olvida. Empecé en el Núñez de Arce, luego hice algunos cursos por la provincia. Después estuve haciendo un curso de clown en Madrid y, tras esto, en Philippe Gaulier, un grupo poético. Me fui a Ibiza a Eric de Bont. Vi a una compañera y quería ser como ella por lo que me fui a la Escuela de Mar Navarro, en Madrid. Tengo formación en teatro. En teatro gestual, en performance vocal, clown, cuentacuentos y música tradicional.

P.- Lo hace desde pequeña, cuando imitaba a grandes de España. Hábleme de ello.

R.- Digamos que de pequeña imitaba a las folclóricas, pero empecé a formarme con 17. Lina Morgan, que me encantaba, o Lola Flores. Cuando se es niño y niña se ve un poco lo que le gusta a la persona. Me gustaba cantar, escribía poemas… soy polifacética. Los payasos y payasas se caracterizan un poco por eso, por tener varias habilidades. Los textos y la música. Todo el material de mis espectáculos es de creación propia. Podríamos decir que soy actriz creadora.  

P.- Ha trabajado con grandes de este mundo como Philippe Gaulier, Eric de Bont, Gabriel Chamé, como ha apuntado. ¿Cómo lo recuerda?

R.- Son maestros. Lo que pasa con el arte del clown es que muchos aprendices de esos maestros ahora ofrecemos cursos anuales de clown pero entonces, hace 15 o 20 años, tenías que ir a aprender con ellos y eran cursos intensivos. Me fui formando con varios. Yo experimento mucho con el público. Sin el público el clown no existe porque no hay conexión. Todas las personas que presencian mis espectáculos aportan. La mejor escuela son las tablas, ahí es donde crecen los payasos y las payasas.

P.- ¿Con quién más ha trabajado?

R.- He explorado el mundo del performance local en el Roy Hart Theatre. También con la Juan Gallery. Me gusta mucho el mundo del performance porque tiene una línea común con el clown.

P.- Como apunta, en Francia se ha formado también en el mundo de la performance vocal. ¿Qué es?

R.- Es la Escuela de Roy Hart que trabaja la voz. Es un trabajo que acaba por dar a la voz otra dimensión. Roy Hart lo hace poniendo en relieve la importancia de lo vocal.

 P.- También trabaja la música tradicional. ¿Qué ha hecho?

R.- Yo, de pequeña, iba al grupo de jotas de mi tío. Aquello se quedó en el olvido hasta que empecé a conectar con personas que se dedicaban a ello o les gustaba. Ahí lo retomé. Es como algo que era para mí.  Esto lo retomé cuando volví a Valladolid desde Madrid, hace unos años, y lo he integrado en mis espectáculos. Soy música y mi espectáculo ‘Oleahí’ es una oda, también, al folclore tradicional.

P.- ¿Cómo calificaría su espectáculo? ¿Qué hace?

R.- Mis espectáculos, todos, tienen clown y música. También textos de creación propia. Ahora estoy más interesada y comprometida con la acción social que hace el teatro. En mi trabajo siempre ha habido mucho contenido, pero desde que fui maestra del Patty Free, tras pasar una gran crisis creativa entre lo que quería contar y la autocensura, hice como un decreto: quiero contar lo que pasa, lo que me pasa, lo que nos pasa a todos y si lo puedo hacer sigo y si no hago otra cosa. Entró bien. Salvé la autocensura y cada vez me va mejor. Ahora ya no entiendo el trabajo de otra manera.

P.- También desarrolla talleres de clown, bufón y voz. ¿Los imparte usted?

R.- Sí, aquí en Valladolid. Este año, después del confinamiento, he parado porque era complicado por el miedo global al coronavirus, pero me gusta mucho acompañar a las personas para que se introduzcan en el mundo del clown y del bufón. También creo que hay una gran desconexión con el cuerpo, en general. Con uno mismo. Vivimos en el existir hacia fuera y eso es lo bueno que te dan las artes escénicas y este tipo de formaciones que te puedes encontrar con tu interior.

P.- Hábleme de ‘La Luz de las Delicias’.

R.- En ‘La Luz de las delicias’ ensayo y creo con otros artistas. Se trata de una asociación y un proyecto totalmente autogestionado. En el confinamiento tuvimos una parada que nos perjudicó económicamente y ahora tenemos que hacer reformas en el local para seguir con la actividad. Damos cursos a niños y niñas y también a adultos. Es un espacio auténtico. En los últimos años hemos hecho muchas mejoras, aunque es un proyecto que cuesta mucho sacar adelante. Es un espacio compartido en el que pensamos en la sostenibilidad. El día 5 de junio vamos a hacer una gala solidario en el Teatro Cervantes para ayudar a nuestra financiación. Necesitamos muchos espectadores y que todos conozcan el proyecto.

P.- En cuanto al TAC de este año, ¿Cómo se lo plantea?

R.- Actúo el viernes por la mañana, a las 12.30 en Recoletos, y el sábado, a las 20.30, en el barrio Girón. Adoro el barrio Girón. He ido muchas veces allí a trabajar y me encanta. Mi espectáculo se llama ‘Oleahí’. No es estreno. Para la compañía es un reestreno.

P.-¿Cómo calificaría la obra? ¿Qué nos vamos a encontrar?

R.- Nos vamos a encontrar una realidad que estamos viviendo. Una mutación en cuanto a un conflicto de lo adquirido generacionalmente sobre los roles, el género y la realidad actual. Lo adquirido, con la realidad, choca.  Es una obra autobiográfica que he cuidado mucho para no caer en una pornografía emocional. Muy cómico, pero con mucho fundamento. Cada uno que piense lo que quiera. El público se identificará con lo que conecte con él. Mi objetivo no es hacer pensar a la gente que venga, sino que se divierta. Lo que pasa es que, como creadora, ahora, trabajo sobre lo que a mí me inquieta. Es un espectáculo divertido y para participar en el que voy contando algo que quiero expresar al mundo a través del arte.

P.- Es de Valladolid. ¿Qué supone para usted serlo?

R.- Es la ciudad donde he nacido, la ciudad de la que renegué y me fui y la ciudad a la que volví y en la que me he realizado. De Madrid al cielo… pues yo he empezado a subir al cielo cuando he vuelto. La vuelta ha sido muy buena, me han acogido muy bien. Desde la Fundación Municipal de Cultura siempre han apoyado mi trabajo y lo siguen haciendo. Tengo todo lo que necesito y quiero en Valladolid.

P.- Objetivo y deseo para esta edición del TAC

R.- Que todos nos los pasemos bien. Que el público disfrute y yo también. Al final, dedicarse a esto lleva mucho trabajo. Llegar al escenario y disfrutar es lo que me mantiene aquí. Si no, no seguiría. Esto es pasión.